Cuando la gente sufre, inconscientemente busca canciones o fotografías con textos tristes, porque es la única forma en la que se sienten comprendidos. Ese mismo sentimiento es el que utilizo para escribir, para proyectar lo que la gente no se atreve a decir.
“Ala qué hueva” dirán muchos patojos acerca de la poesía, pero, les contaré un secreto…
Los sentimientos más profundos de los autores se encuentran en las líneas de sus versos y lo mejor (y no me dejarán mentir) es que nos identificamos con ellos.
“Leé un poco mija, culturizate” me decía mi mamá y como hija necia no le hice caso. JÁ, qué raro.
Tenía que ir a comprar Historia de un Pepe de José Milla y Vidaurre porque me lo exigían en el colegio y yo misma pensé “qué aburrido” así que me fui a explorar y me encontré con un libro de Carmen Matute; me llamó tanto la atención que lo compré y me fui rápido a mi casa. Al mismo tiempo me preguntaba “¿por qué compré esto?” Y pues, resulta que no adquirí el libro que tenía que comprar.
Decidí abrir el libro en una página al azar y apareció como título “Las hojas muertas”, no me tomó más de 15 minutos en leerlo, me tenía sumergida y automáticamente mi cerebro comenzó a funcionar de una manera distinta, sufrió una transformación.
A ver, quiero dejarlos picados
“El saxofonista prolongaba el solo y me daba a pensar si aquella boca acaso sería más sabia, más hábil en el besar. Sus labios se prendían a la boquilla como si tuvieran vida propia, como si no fueran parte del rostro, del cuerpo, definitivamente masculino. Sin embargo, era inevitable darme cuenta que algo femenino flotaba a su alrededor…”.
Se me pone la piel chinita solo al leerlo.
Pero, la pregunta del millón…
¿QUIÉN ES CARMEN MATUTE?
Les diré un poquitín sobre ella.
Es una poeta guatemalteca que ha ganado muchos premios a lo largo de su carrera, ¡es más! Ganó el Premio Nacional de Literatura.
Ella fue mi total inspiración para escribir poesía y poder transmitir a un papel y tinta, los sentimientos que no todos podemos decir fácilmente.
Yo comencé a plasmar mis sentimientos en hojas, servilletas, en la mano, lo que tuviera cerca, pero con el tiempo me daba cuenta que mis textos eran muy parecidos y que a la gente no le gustaba leerlos o se aburrían fácilmente.
Así comencé a escribir los sentimientos de otras personas… Ese es mi gran secreto, pero jamás se lo dije a nadie.
Por lo general, mis poemas son de desamor, pero, ¿por qué?
Pues, ahí les va…
Que si extrañan a alguien, que aman a una persona en secreto, que no pueden estar juntos, que existe un amor no correspondido o un amor platónico y un sinfín de motivos más para escribir y, por eso, las personas comenzaron a identificarse.
De la poesía aprendí que se debe escribir con el corazón en la mano, con lágrimas en los ojos, con un alma valiente y con toda la sinceridad del mundo. Aprendí a no tenerle miedo a la reacción de la gente, aprendí a desahogarme desde otra perspectiva.
Tengo 21 años y amo la poesía…
Y ustedes, ¿qué esperan para comenzar a escribir?