El comisario va a la Universidad (Final) imagen

El comisario destacó el juego de la muerte que la banda practicó para escoger a cada una de las víctimas.

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Palacio de la Policía, cinco días después

El informe redactado por el comisario Wenceslao Pérez Chanán fue contundente. No dejaba ninguna duda al respecto de la implicación de la banda de los Extras, integrada por cuatro reos, considerados de alta peligrosidad, quienes extorsionaron a una promoción de estudiantes de ciencias de la comunicación, próximos a graduarse.

El trabajo del hacker consistió en ingresar a las computadoras, que fueron bloqueadas con gusanos protectores para no ser descifradas. Entró en sus sistemas operativos y descubrió la base de datos de los estudiantes. Su historial de notas y pagos. Dos años atrás, uno de los informantes, de nacionalidad salvadoreña, se inscribió en la carrera de comunicación. Incluso se hizo novio de una de las estudiantes de quien obtuvo valiosa información, además de conocer la casa de la mayoría de las víctimas.

El delincuente huyó hacia El Salvador, pero Wenceslao se había puesto en contacto con Pepe Pindonga, colega de ese país, para dar con su paradero, capturarlo y devolverlo sin tanto trámite hacia Guatemala. El comisario destacó el juego de la muerte que la banda practicó para escoger a cada una de las víctimas. Efectivamente, tras varios días de fiesta con drogas y licor dentro del penal, uno de los cabecillas observó el Disney Channel y tras pasar un día entero de programación infantil, decidió que las primeras víctimas deberían de tener los nombres de sus protagonistas.




La planificación de los “accidentes” fue auxiliada por el salvadoreño, que responde al nombre de Melecio Valeriano Verganza, quien se hace llamar El Chele Vara y firma sus órdenes como Mevaleverga. El sindicado participó directamente en los asesinatos: atacó con arma de fuego al primero, robó una moto para atentar contra el segundo, introdujo la estricnina en un té frío, rompió las bolsas de aire y drogó a la chica introduciendo éter en su pachón para que se estrellara.

El director de la Policía presentó los resultados a la prensa. Seguramente se había ganado un anhelado ascenso. El comisario Pérez, Enio y Fabio evitaron a la prensa, salieron por una puerta de emergencia y se juntaron en el Pulpo Zurdo dos horas después. Tomaron Predilecto y Wenceslao escuchó a Lavoe varias veces. Comieron muchas boquitas, pagaron y se marcharon. A la hora siguiente, tras cruzar la ciudad, ambos detectives dejaron en su casa al comisario. Antes de entrar, Wenceslao les agradeció.

Cuando entraba escuchó que Enio le preguntaba:

—¿Cómo se sintió dando clases en la universidad, comisario? La pinta de catedrático ya la tiene.

Ilustración: Tenshi Arts

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