El chino de la tienda versus el canchito que le compra imagen

Los dos bandos se sienten ofendidos por su apodo, pero uno es más peyorativo que el otro.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Hace algunos días almorcé en un puesto de shucos, mientras iban llegando los comensales muchos se dirigían al muchacho que atendía de esta forma: “vos chino quiero dos de salchicha”. Luego en la radio escuché una canción promocional donde dice “en la tienda del chino” y no sé qué más.

Aunque no hay ningún registro de dónde proviene el apodo que le hemos puesto a los chicos que venden en el mercado, al que vende en una carreta de shucos, al de la tienda y demás patojos chispudos que vemos inferior, el apodo existe y tiene un cierto nivel de humillación. 

Para este tercer párrafo, seguramente ya se empezaron a indignar. Pero hagamos la lista de personas a quienes les dirían o aplicaría el apodo de “chino” y resulta que en su mayoría sería a este tipo de personas que mencioné. 

Chino: “De ojos achinados” dice el diccionario que consulté. Es obvio que el apodo es por sus rasgos indígenas, ¿o me equivoco?. Si me equivoco me dejan un mensajito aquí abajo de este Relato para tenerlo más claro. 

Siempre que sale la plática entre amigos, hay más de dos que también se sienten ofendidos porque le dicen canchito y lo tratan de vos. “Estas personas también lo ofenden a uno” decía un amigo que no era rubio pero que aseguraba que así lo trataban en el mercado.

Como había escrito en otro blog, yo también fui del clan de los “canchitos” que con cierto aire de superioridad decimos sentirnos ofendidos cuando nos tratan de esa forma. 

Más allá de la intención

Los apodos van más allá de cómo lo sentimos o con qué intencionalidad lo decimos. Hemos normalizado tanto estos adjetivos que los dos bandos se sienten ofendidos y creo que es válido tanto una ofensa como la otra pero “los chinos” están en desventaja. 

La intención no cuenta si hacemos un análisis más antropológico del asunto, porque estoy segura que muchos no lo dicen por ofender aunque el receptor se sienta incómodo.

Lo que debemos trabajar como sociedad es evitar la normalización de estos adjetivos. Todos tenemos un amigo al que le decimos “El chino”, y su sobrenombre se debe a sus rasgos propios de su genética oriental, también tenemos a un amigo al que le decimos “negro” que por su tono de piel seguro se ganó el apodo.

Pero ¿Ya les preguntamos si se sienten bien con esa etiqueta o prefieren llamarlos pro su nombre?, creo válido la queja de los canchitos y de los chinos siempre y cuando preguntemos como una cortesía si está bien cambiarles el nombre. En mi caso prefiero decirle Oswaldo al patojo de la tienda. ¿Y ustedes? 

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