El presidente Jimmy Morales finaliza un año con mucha más pena que gloria. Un 2017 que él y los guatemaltecos no olvidaremos pero que sin duda anhelamos, por salud mental, sacar de nuestras memorias en el inmediato plazo.
Vaya que ha sufrido nuestro jefe de Estado durante los últimos 365 días. Estos han sido para él días con más sombra que luz. No obstante ese pesar ha sido compartido por miles de guatemaltecos desencantados por una gestión que parece naufragar en medio de una tormenta marina, donde no se vislumbra, ni por asomo, tierra firme.
Morales ha estado ausente, al menos esa impresión ha proyectado ante la prensa. Desde hace meses el dignatario decidió tomar distancia de los periodistas. Las crisis de Morales en 2017 fueron recurrentes y profundas. Su administración enfrentó un antejuicio, a requerimiento del Ministerio Público y la CICIG por financiamiento electoral ilícito y otros más por diferentes motivos.
El presidente, cuya silla y traje le quedaron grandes, tuvo que cabildear en el Congreso de la República con sus aliados para que el proceso de antejuicio, ya en un plano político, pudiera ser rechazado por un parlamento donde el oficialismo pierde fuerza.
El recuento de los daños (algunos)
En marzo, 41 niñas murieron a consecuencia de múltiples quemaduras en un refugio temporal, paradójicamente llamado “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”. Dicho centro sacó a luz la desatención que tiene la Secretaría de Bienestar Social –SBS–, la cual depende de la presidencia de la república.
La cadena de (ir)responsabilidades coqueteó con llegar hasta la silla presidencial, pero en junio la Corte Suprema de Justicia rechazó el requerimiento de antejuicio por este caso.
El 25 de agosto el MP y la CICIG presentaron un antejuicio contra Morales por el delito de financiamiento electoral ilícito. Dos días atrás había trascendido la noticia de que el presidente viajaría a la sede de la Organización de Naciones Unidas, en Nueva York a pedir la cabeza de Iván Velásquez, Comisionado de la CICIG.
Tal insinuación había desatado una serie de críticas en contra del dignatario quien fue incapaz de negar o confirmar esa presunción. Pese al desgaste que le provocó al presidente, la simple sugerencia de pedir la cabeza de Velásquez, Morales decidió contratacar con el tema del antejuicio y la madrugada del 27 de agosto Morales sorprendió al mundo con la declaratoria de non grato al Comisionado de la CICIG
Instituciones de la sociedad civil acudieron a la Corte de Constitucionalidad y la expulsión de Velásquez fue detenida. Aun cuando Morales se hubiese salido con la suya el desgaste de sus acciones era ya mayúsculo para agosto de este año.
Posteriormente, el oficialismo intenta legislar a favor de la impunidad y busca sacar adelante una modificación al Código Procesal Penal. Entre los cambios se encontraba reducir las penas por el delito de financiamiento ilícito y modificar de 5 a 10 años la conmutabilidad de penas, entre otros.
En septiembre, un medio digital sacó a luz un bono militar de Q50 mil, el cual había sido cobrado por Morales durante 9 meses. El dignatario devolvió Q450 mil de lo recibido pero el desgaste se lo quedó completo.
Morales no podía despedirse de 2017 sin otra polémica decisión, así que decidió trasladar la embajada de Guatemala a Jerusalén en un aparente respaldo al presidente de Estados Unidos Donald Trump quien declaró esa ciudad como capital de Israel. La decisión de Morales contraviene la postura de 128 países de 193 países que integran las Naciones Unidas, quienes condenaron la decisión de Estados Unidos.
Este es apenas un breve recorrido por algunas de las decisiones políticas de un presidente que parece esmerarse por desgastar su ya deteriorada imagen. ¿Podrá rencausarse en 2018 o seguirá en el naufragio hasta que un 14 a las 14 entregue una banda que le quedó grande?