EL AÑO EN QUE MURIÓ SANTA CLAUS imagen

La presencia de Santa Claus en nuestra familia era fundamental. Muchos pequeños, padres jóvenes y un sentido de celebración que para mis hermanas y para mí, duraría muy poco.

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Los tiempos felices

Durante nuestra infancia, la tradición de Santa Claus en Navidad era protagónica. Éramos muchos primos en ambos lados de la familia, casi todos pequeños, en edad de creer y de esperar. Nochebuena era una verdadera fiesta. La comida, los dulces, la música, hasta los cuetillos y la algarabía que tanta gente junta produce, todo era motivo de asombro. La esperábamos con tantas ansias que se pasaba volando.

Mi papá se impuso como misión suprema que la experiencia de Santa Claus fuera grande y plena para sus hijas. Participaba en todo. Desde las cartas hasta el teatrito, a las 12 de la noche, en el que emocionado corría y nos hacía creer que logró ver la bota de Santa y que los regalos ya estaban debajo del árbol. Nosotras, 3 niñitas pequeñas y una bebé, nos contagiábamos de su emoción. Él, con mi mamá como cómplice, hacían que la Navidad fuera realmente mágica para sus pequeñas.

Lo veo en retrospectiva: no eran los juguetes en sí solamente, era todo. Eran los días anteriores, eran las conversaciones y las bromas, era él y su mágico misterio. Todo un ritual navideño para sus hijas tan chiquitas.

Soy la mayor de esas 4 niñas, recuerdo bien los detalles de aquellas Navidades. ¿Cómo olvidar aquella magia? ¿Cómo no recordar tanta dedicación?

Todo puede cambiar en un minuto

Pero la vida da mil vueltas, y es tan, pero tan frágil. En mayo de 1978, sufrimos un accidente en el mar. Mi padre murió. Yo cumplí 9 años dos meses después de su muerte. Crecí tanto durante aquellos meses, aprendí un par de verdades y sentí miedo verdadero por primera vez. Pero esa es otra historia.

Hubo muchos cambios. Un mes se tragó a otro, nos mudamos de casa, mi mamá consiguió trabajo y de repente sentimos que Navidad estaba a la vuelta de la esquina. 

No recuerdo las palabras exactas, pero mi abuelo me explicó con mucho tino que Santa Claus, tal y como lo había conocido, ya no llegaría. 

Mis hermanas eran más pequeñas, a ellas no sé si les revelaron algo. De alguna manera, yo ya sabía cómo iba el cuento. Pero el rotundo cambio era como un recordatorio cruel de que mi papá ya no estaba.

Aquel año 78 mi Santa Claus murió en el mar.





Gracias a mis otros adultos

El mensaje que fui recibiendo respecto a que las cosas serían distintas, más pequeñas, creo que lo asimilé bien. Sentí ilusión por la Navidad a pesar de la ausencia de mi papá y de su montaje mágico. Los niños tienen capacidades emocionales que se van dejando tiradas en las vueltas de la vida. Mi ilusión era genuina.

Ese año llegó la película Grease a la gran pantalla. Una fiebre musical se apoderó del ambiente en el país. Y a mí se me ocurrió pedirle al nuevo Santa Claus el álbum. Eran dos discos de vinilo, de 33 rpm, con toda la música de la película, la música original. Un tesoro. No lo hice con la carta y  la ceremonia de antes, lo dejé dicho por ahí, para quién quisiera escucharlo. 

Hubo magia, distinta, pero hubo. Recibí mi álbum, fue un regalo estupendo. No sé cuántas veces lo escuché en el viejo equipo de sonido que había pertenecido a mi papá. Fueron cientos, meses, años.  Bailé tardes enteras al compás de sus canciones. Las memoricé sin entender que jocotes decían. Sentí tanta alegría al recibir mi regalo. Música para alegrarme y alegrarnos. De verdad que sí. 

Mi mamá, sin gran pantomima, con más simpleza y toda la dedicación que su condición de viuda joven y trabajadora le permitía, se convirtió en nuestra Santa Closa. 

Y aunque fue la primera Navidad sin él, fue genial. La celebramos en familia, con estrellitas y volcancitos y canchinflines. Con el escándalo perturbador de las ametralladoras, con comida deliciosa, y un espíritu Santa Closeño renovado.

La Navidad es de y para los niños, solemos decir, y los adultos de la familia que sobrevivieron a mi papá se encargaron de que fuera exactamente eso: una celebración para nosotros, los pequeños de antaño. 

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