Juzgar el aborto desde la comodidad de mi casa, cuando las dos hijas que tengo son deseadas, tengo un esposo que cuida de mí, un hogar, un trabajo y las posibilidades de tener acceso a un hospital privado es algo realmente difícil.
Me invaden pensamientos horrorosos: niñas de 11 años que están embarazadas, las que tienen un hijo en sus entrañas de su violador, de su padrastro o simplemente lo están y no lo desean.
Me duelen esas historias y no quisiera que nadie en este mundo pasara por algo así. Embarazos como consecuencia de un acto violento es una realidad en Guatemala. Basta con revisar las estadísticas para correr y buscar una solución para que esas niñas que están en vulnerabilidad tengan acceso a sus sueños.
Cuando se habla de este tema, la mayoría de personas piensa que el aborto es la panacea. La consecuencia de un embarazo no deseado no es nada más y nada menos que el resultado de la desinformación que tienen nuestros adolescentes, de la inseguridad y de lo golpeada que está nuestra sociedad.
¿El aborto una opción?
Proponer el aborto como parte de la solución es como querer apagar el fuego de una casa que se está incendiando con gas y no con agua.
Antes de pensar en el aborto, debemos de partir en darle a esas niñas seguridad, reducir su exposición a la violencia, que sus agresores sean llevados a juicio, que entren a la cárcel y no salgan. Como país debemos invertir en salud mental, en educación, en acceso a información y servicios de salud dignos.
¿Nos creemos tan mediocres como para encontrar en el aborto la solución de nuestros problemas sociales?, algunos argumentan que prefieren que el aborto sea una opción en vez de que esos niños vengan a sufrir o a ser pandilleros. ¿Cómo nos atrevemos a augurar un futuro tan cruel para un niño que ni siquiera ha nacido?.
A esas mujeres regalarles “el privilegio” del aborto es volverlas a violentar. Les estamos mandando un mensaje cruel: “No importa si te violan, tienes acceso a un aborto legal y seguro”.
Nos estamos yendo por las ramas y como sociedad los grupos extremistas nos están engañando, el aborto seguro no existe. Esas mujeres a la que hoy se les puede dar la opción de un aborto, cuando las regresen a sus casas seguirán en el mismo lugar y volverán a su misma realidad.
Nada va a cambiar, estarán sometidas a la inseguridad de encontrarse nuevamente con su violador, no tendrán acceso a educación, tampoco a una salud digna. Vámonos por lo profundo del tema y mejoremos el contexto de estas mujeres.