Eduardo está en la cárcel por cumplir con su deber imagen

Un agente fue enviado a prisión tras perseguir a presuntos pandilleros, en el intercambio de disparos uno murió, ahora policías para no verse involucrados prefieren no asistir a ciudadanos.

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El 2 de octubre de 2017, al igual que todos los días, salió como a las 7 de la mañana de su casa. Era una fecha especial, su segunda hija estaba cumpliendo 40 días de nacida. A eso de las 10 de la noche, su niña mayor, de 1 año 8 meses, esperaba escuchar el ruido de la moto para correr a saludar a su papá y tirársele a los brazos cuando abriera la puerta, pero él no ha podido regresar desde aquel día.

Daniel Eduardo Nájera Farfán, un joven de 25 años, esposo, padre, hijo y trabajador ejemplares, esa mañana se presentó a sus labores como policía municipal; durante su ronda, a eso de las 9:30 a.m. en la rotonda del mercado Concepción de Villa Nueva, una pareja que fue asaltada le pidió auxilio, la joven sufrió un intento de violación y los asaltantes a punta de pistola le arrebataron el celular. El conductor de un vehículo blanco alertó a los tres  PM que estaban en el área, quienes empezaron a perseguir a los presuntos asaltantes que huían en una moto roja rumbo a su casa en San Miguel Petapa.

Testigos y la narración de los PM coinciden que cerca de Metro Centro los supuestos delincuentes dispararon contra los policías municipales. Uno de ellos repelió el fuego. Aparentemente, a los presuntos pandilleros se les atravesó un carro y cayeron de la moto.

Uno de ellos murió y el otro quedó herido (17 y 18 años). Los jóvenes vivían en lo que se conoce como la Calle Maldita, en San Miguel Petapa, la familia pudo llegar rápidamente, incluso antes que los agentes de la PNC, quienes consignaron a Daniel Eduardo Nájera Farfán, por lo cual Melanie, la hija mayor del policía  municipal detenido corre a la puerta de la casa cada vez que escucha una moto, pero su papá no llega, está preso acusado de homicidio.



Lugar donde inició la persecución que terminó en San Miguel Petapa

Tras las rejas

Deborah Michelle Miranda es la esposa de Eduardo. Se casaron hace dos años, cuando ella tenía 19 y el 22: “Está muy triste y molesto. Me dice: -yo solo estaba haciendo mi trabajo porque tengo necesidad, no soy mala persona, ellos me dispararon -”

Michelle recuerda que su esposo empezó a trabajar hace 4 años en la PM, buscaba trabajo, aplicó y obtuvo la oportunidad. “Es una labor cansada. Pasan lluvias, sol y cuando hay operativos, ni tiempo de comer les da. Como trabaja junto con la PNC en las fuerzas combinadas, cuando atrapan a algún marero lo llevan al MP y salen a las 11 de la noche. Aun así, si entraba a las 5 de la mañana allí estaba. Yo le decía que no me gustaba que arriesgara su vida y cuando se despedía, me daba miedo porque no sabía si iba a regresar.

Nos conocemos desde hace 7 años y de verdad seguimos siendo novios, somos muy felices y… Michelle ya no puede contenerse y el llanto se apodera de ella, se seca las lágrimas con los dedos y sigue diciendo: “No entiendo por qué está pasando esto, es un gran hombre. No puedo decir que es irresponsable ni mal padre, es una persona encantadora no toma, no fuma y seguimos bien unidos”.




No se encontró la pistola de los asaltantes, pero la familia de ellos llegó antes que la misma policía. Además si no eran culpables por qué huía, si los siguieron desde el mercado Nuevo hasta San Miguel Petapa, ni no eres responsable no corres”, cuenta Michelle. Uno de las agentes de la PNC reconoció a los jóvenes y dijo que eran quienes robaban por el lugar pero que nos los habían podido capturar. Aparentemente eran pandilleros.

Ahora, tenemos muchos problemas. Tengo que llevarle comida, porque ya no nos alcanzó el dinero, pues nos cobran Q30 por cada tiempo, mi tía me ayudó pero es mucho. Dejó a las nenas con mi mamá o mi suegra, pero trabajan; a veces mi primo me lleva en moto o me voy en camioneta. De verdad no es justo y no entiendo por qué la jueza lo detuvo y lo quiere procesar por homicidio”, asevera Michelle.



Nájera día de su boda; con su hija mayor y la pequeña de 50 días. Y con su mamá y hermanos.

Dudosas pruebas 

Daniel Eduardo es otro de los reos que constituye el 50 por ciento de personas procesadas, sin medida sustitutiva o que están en la cárcel sin tener sentencia. La juzgadora que conoció consideró que debía prevalecer el derecho a la vida, pero no tomó en cuenta que Nájera actuó con el legítimo derecho como agente de seguridad municipal en resguardo de la sociedad. El MP se enfocó en indicar que existe una persona lesionada y otra fallecida, pero no acreditó la preexistencia del fallecido, pues no se presentó certificación de nacimiento.

De acuerdo con el abogado defensor, los PM tienen la facultad de resguardar la ciudadanía y de iniciar persecuciones en caso de hechos delictivos flagrantes, como fue el robo hacia la pareja y el intento de violación, incluso los afectados presentaron una denuncia.

No existen pruebas balísticas, por esta razón ,la juzgadora consideró que el MP debía acreditar el supuesto homicidio y la identidad del fallecido, para lo cual otorgó dos meses de investigación.

Por casos como este muchos policías ya no intervienen en hechos delictivos, pues generalmente son acusados y procesados, como el caso de Nájera, un joven esposo y padre, que de él solo se escuchan excelentes comentarios, tanto de su jefe, como de su esposa y amigos. Si él llega a la cárcel donde hay pandilleros ni pensarlo. Es una situación difícil, también para los juzgadores por también evitan el abuso de autoridad. Me encantaría conocer tu opinión. ¿Sabes de un hecho similar?



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