Dale alegría a mi corazón… #Sele dame razones para  creer imagen

La #FIFA ha levantado una merecida suspensión a la selección nacional. Yo soy uno de los miles de ingenuos que quieren volver a creer como lo hice en agosto de 2005, cuando estuvimos cerca.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Me confieso ingenuo pero yo fui de los que creyó. Mi fe creció aquel 17 de agosto de 2005. El ahora Doroteo Guamuch Flores estaba abarrotado de otros veintitantos miles de ingenuos como yo.

La afición guatemalteca acudió aquel llamado y el rival a vencer en aquella cita era Panamá, equipo que debutará en la cita mundialista en la próxima edición de este certamen a disputarse en Rusia en un par de semanas.

El primer gol fue para ellos, para los de rojo. Yo escuché ese silencio devastador, quedé sordo y mudo por un instante. Después se vino el empate, un bálsamo insuficiente para una azul y blanco urgida por sumar de a tres.

Pero cayó el gol de Chalo Romero, al noventa y tantos ese balón entró en la portería que defendía Jaime Penedo, quien después se postraría innumerables veces bajo esos mismos tres palos.

Me quedé sin voz, abracé a desconocidos y sin darme cuenta estaba tomado de la malla de la general, enloquecido de felicidad y con fe. Lo confieso creí más que nunca y el llanto de emoción de mi hermano, el lunatrack, incrementó mis esperanzas. Guatemala amaneció al día siguiente en el tercer puesto de la calificación con medio pie en el mundial de Alemania.

Finalmente no sucedió, Trinidad y Tobago acudió a la cita mundialista tras ganarle en la última fecha a México. Mucho se ha hablado de un posible amaño, pero lo cierto es que la azul y blanco se disparó en la sien un 3 de septiembre cuando en cuestión de minutos se dejó arrebatar una victoria en Puerto España contra un Trinidad y Tobago,

Guatemala ganaba 2 a 1 y con ello casi se garantizaba un pase al mundial, pero cinco minutos bastaron para que Trinidad y Tobago empatara y ganara. Aun con el empate la azul y blanco estaría cerca de Alemania, pero la desconcentración y la mediocridad de una defensa inepta y quizás hasta amañada (Gustavo Cabrera fue suspendido tiempo después por arreglar partidos) la “sele” perdió el juego y lo demás es historia..

No hay aficionado al fútbol nacional que no lamente ese momento y que no este consciente de lo que esa derrota significo para los dirigidos por el “primi” Maradiaga.

Ya pasaron algunas lunas desde aquella eliminatoria y la verdad no he perdonado a Cabrera ni a la “sele”. Quizás nunca lo haré. Guatemala pudo haber estado en esa cita mundialista y quitarnos esa presión que nos oprime, esa daga punzante en el pecho que nos asfixia, pero no pudo ser.

A muchos poco o quizás nada nos hubiera importado no acudir nunca más a una cita mundialista, solo queríamos poder contarle a nuestros nietos acerca de la hazaña, del desvelo y de la resaca de la noche en que un país celebró y olvidó sus diferencias.

El fútbol es lo más importante de lo menos importante y en este país de catástrofes, desgracias, tristezas, corrupción y subdesarrollo, un poco de circo nos hace bien a todos.

Lo cierto es que tras una merecida sanción de 19 meses y tras descubrirse la putrefacta corrupción en la Fedefut, la FIFA ha decidido darnos otra oportunidad. La “sele” podrá competir de nuevo a nivel internacional y su afición, quiere volver a creer. Me confieso ingenuo, otra vez, y me niego a perder la fe, sueño con Quatar 2022, así que “dale alegría a mi corazón” y dame razones para creer.

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