¿Cuál es tu paracaídas?-Blog: El vuelo del colibrí imagen

Esta es la historia de un paracaídas. Un relato que traigo a mi memoria cada vez que necesito fuerza para vencer un miedo.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

En los talleres de creatividad que imparto, he tenido la bendición de conocer a mujeres maravillosas. De cada una de ellas guardo un aprendizaje, una frase, una inspiración. Una de esas bellas mujeres me contó una vez la historia del paracaídas, historia que hoy escribo como la recuerdo.

“Cuando descubrí que a lo que más le temía en el mundo era a tirarme de un paracaídas, decidí que era algo que tenía que hacer, antes de que el miedo creciera”, explicó mi amiga, ante mi pregunta sobre qué la había motivado a intentar esa aventura extrema. “¿Y qué sentiste?”, la interrogué curiosa. Su respuesta se grabó en mi ser: “Sentí el miedo más grande de mi vida: sudor frío, estómago aguado, palpitaciones antes de tirarme y al inicio de mi caída. Pero al final, cuando por fin llegó el momento de halar la cuerda que abrió mi paracaídas, me sentí liviana y tranquila. Y al darme cuenta de que había enfrentado y vencido a mi mayor miedo, me sentí poderosa, invencible y segura.”

Me dejó pensando. Tengo amigos que se tiran de bungee, que hacen rappel o que aprenden a pilotear aviones y todos ellos me han contado que lo que los motiva a iniciar esas actividades es la sensación de libertad, la pasión, el deseo de adrenalina o simplemente la curiosidad. Pero esta era la primera vez que escuchaba que alguien hacía una actividad extrema para vencer un miedo.

Hablando con otras mujeres, me he dado cuenta de que ese “paracaídas” al que tanto le tememos puede ser un examen médico, una solicitud de un mejor salario, el inicio de una carrera universitaria, el regreso a la vida laboral o el poner fin una relación que no funciona. Constantemente la vida nos muestra situaciones que nos angustian, que nos dan miedo, que como la caída en paracaídas, parecen peligrosas y nos paralizan. Situaciones que si logramos identificar y vencer, nos pueden enseñar que junto a las palpitaciones y al sudor frío, puede llegar una sensación de logro; que detrás del dolor de estómago, puede haber un suspiro de satisfacción; y que si nos atrevemos, el miedo ante una caída libre se puede transformar en satisfacción en el tiempo en el que se abre un paracaídas.

La historia del paracaídas vuelve a mi memoria cada vez que encuentro un reto que me paraliza. Retos que alguna vez fueron como una caída libre: la primera vez que viajé sola,  el primer taller que impartí a un grupo de catedráticos, o la vez que me atreví a bailar con un grupo de amigas en un casamiento.   Situaciones que en su momento me hicieron sentir un hoyo en el estomago y el deseo de decir “no puedo, a la próxima tal vez”.  En esos momentos de inseguridad,  la imagen de mi amiga saltando al vacío y su sonrisa al abrir su paracaídas me dieron la fuerza que necesitaba para atreverme a dar un primer paso.




Gracias a que me atreví a dar ese curso a los catedráticos, ahora imparto dos clases en la universidad;  gracias a aquel primer viaje sola, descubrí mi independencia para viajar y gracias a que me animé a tomar clases de baile, ahora aunque no bailo bien, me animo a bailar cada vez que la música me llama.  Y al igual que mi amiga, me siento más libre, más liviana, más poderosa.  

Y tú, ¿ya descubriste cuál ese miedo que si lo vences, te hará sentir como volando?  ¿Ya sabes cuál es ese reto, que si te enfocas en alcanzar, te llenará de poder?    ¿Ya encontraste tu paracaídas?

Dedico este blog a esa amiga, donde quiera que esté: Deseo que sigas abriendo los paracaídas que la vida te entregue y que vueles alto y lejos. Gracias por tu amistad y por compartir conmigo tus historias.

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