En blanco. Así quedó mi memoria. Vacía. Por más que consulté a todos los expertos, la zarandeé para ver si reaccionaba y me atreví a darle un par de golpes, no pasó nada. No había nada en ese espacio que una vez guardó tanto. Mis lágrimas corrían al pensar en todo lo perdido, al saber que toda mi vida se perdía en un instante: los momentos, las palabras, las ideas, los pensamientos y hasta los sentimientos. Porque en realidad todo estaba allí. Absolutamente todo: el pasado y ¡el futuro también! Los amigos, los viajes, los planes, los proyectos, los sueños, lo que faltaba por hacer…
—¿Y el presente?
(silencio)
(y más silencio)
—No estoy seguro. No sé. Creo que el presente no se perdió.
¿Cómo se guarda el presente en un disco duro?