Crónica: Tres horas en el tráfico | El Blog De Juan imagen

Las nalgas planas, una leve migraña y ese dolor crónico en la planta del pie que solo el clutch puede causar. Esos son algunos de los síntomas al pasar tres horas en el tráfico.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Se los aseguro: todos se sentirán identificados con esta crónica. A diario, los guatemaltecos le regalamos valiosas horas de nuestra vida al tráfico; señor de la desesperación, el tiempo mal utilizado y las crisis tras el volante. Hemos pagado un precio muy elevado por recorrer las angostas y maltrechas calles de nuestra ciudad. Yo pagué mi extorsión ayer: tres horas para recorrer un trayecto de 25 minutos. ¿Mal trueque o no? 

Quiero situarlos en el contexto. Es un lluvioso miércoles 31 de mayo, fin de mes. Termino la ardua jornada de trabajo, arranco el carro y me aventuro por la 13 calle de la zona 1, pensando que en 25 minutos llegaré al gimnasio y una hora después estaré en mi casa, donde me espera una cena caliente. 

Muchas metas y poco tiempo (5:06 p.m)

Salir de la zona 1 a las cinco de la tarde siempre es un poco complicado, pero voy escuchando un buen rock de los ochenta, navegando por los charcos. Noto que hay más tráfico de lo común pero rápidamente concluyo que es por la lluvia (Si, en Guatemala llueve y hay tráfico, alguien pincha llanta y hay tráfico. Cualquier cosa es excusa para invocar al Señor del Tráfico). Noto que mi celular está en 20% de batería, pero no me preocupo: “ya voy a llegar”, pienso. Todavía tengo muchos pendientes: quiero pasar al gimnasio, darme una buena ducha, ver un par de episodios de House Of Cards, escribir un relato y leer un poco del libro de Carlos Ruiz Zafón que acabo de comprar. Muchas metas y poco tiempo, pero estoy confiado que lograré hacer de todo. Siempre y cuando el Señor del Tráfico no me cobre la extorsión del tiempo…

DES-PA-CITO (5:50 P.M)

Después de 44 minutos logro salir de la zona 1. Jamás había pasado por la 12a Avenida tan despacito. Paso frente al Doroteo Guamuch Flores (que para mí siempre será “el Mateo”). El rock de los ochenta ya comienza a desesperarme. Mi celular va por 13% y mi paciencia por 85%. De pronto, todos se detienen. Ahí, frente al Estadio del Ejército, el semáforo parece jugarme una pésima broma; cualquier color es señal de estancamiento. Después de 30 minutos, mi paciencia cae a 60%. Automáticamente comienzo a fijarme en los “Efectos Inminentes del Tráfico GT”. Estos efectos se encarnan en cuatro personajes quienes son los indicadores que reflejan que hay tráfico, y nunca fallan. 



Fotografía: DreamsTime

LOS 4 INDICADORES DEL TRÁFICO (6:20 p.m)

Primero, tenemos a “El Desesperado, alias Yo Quepo Aquí”. Este no puede esperar un segundo más. Ve asfalto y calle donde no lo hay y a menudo piensa que su camioneta es un “tuc tuc” y que cabe en todas partes. Trata de meterse por cualquier espacio y termina complicando todo aún más. Nuestro segundo indicador es “El Bocinator, alias Pónganme Atención”. Este es aquel tipo que se cree rudo, claramente desesperado, que piensa que mientras más fuerte suene su bocina, más rápido lo dejarán pasar. “El Experto, alias El Pro” es nuestro siguiente personaje. Está acostumbrado al tráfico y ya se rindió; ha probado cualquier método y por eso sabe que el único que funciona es esperar. Recuesta el sillón, pone el freno de mano, le sube a la radio y disfruta de ese “tiempo libre” que el Señor de Tráfico le ha regalado. Finalmente, tenemos a “El Novato, alias Qué Está Pasando Aquí”. Para este es la primera vez que se atasca en esa calle específica. Piensa que, definitivamente, hubo un accidente, un muerto, una redada, un atropellado, un árbol caído o un brote de Zika  y que esa es la causa del tráfico. Sin embargo, no hay ninguna causa. En Guatemala, la mayoría de veces, hay tráfico solo porque sí. Yo soy este personaje.



Fotografía: RPP Noticias

MI AMIGA LA LOCUTORA Y UN CAFECITO (7:00 p.m)

¡Es increíble lo que te puede durar la batería del celular cuando estás en 1%! Pareciera que esos segundos de vida del celular son invencibles. Pero todo llega a su fin, menos el tráfico. Ya llevo dos horas en el carro: mi nivel de paciencia cae a 37% y el nivel de hambre sube a 70%. Poco a poco mis planes iniciales comienzan a esfumarse: no lograré llegar al gimnasio, tampoco me dará tiempo para ver un par de episodios de House Of Cards y eso de la cena caliente quedó frío. Sin Deezer, toca encender la radio. Ahora estoy por la sexta avenida de la zona 10, en un tráfico feroz. Mi amiga la locutora me conoce bien y comienza a entretenerme para calmar mi hambre y mi enojo. De pronto, escucho que está transmitiendo en vivo desde El Cafetalito de Plaza Diez y que están regalando café. Sin más, paso frente al centro comercial y cobro mi café de campeón. Primera vez que estiro las piernas y levanto las nalgas del asiento. Todavía me faltaría una hora para llegar a mi casa. 

Recta final y una bendita camioneta (7:40 p.m)

Me encuentro subiendo por el doble carril de la famosísima 20 calle cuando, justo antes del cruce a Muxbal, una camioneta se queda en plena subida y obstaculiza todo el paso. Aquí, en este preciso momento, es cuando se me sale el diablo y, junto con todos mis amigos de la interminable fila de carros, pierdo los estribos. En cuestión de segundos me convierto en “El Bocinator, alias Pónganme Atención” y en “El Experto, alias Yo Quepo Aquí”. Hago zig zag, esquivo 30 motos, bocino, acelero y bocino un poco más y logro pasar. 

Son las 8:00 p.m cuando llego a mi casa. Pasaron tres horas, el tiempo que me tomaría irme a Atitlán o ver una buena película con interrupciones. Lastimosamente, esta no será ni la primera ni la última vez que el Señor del Tráfico arruine mis planes. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte