El COVID-19 ha venido a cambiar el mundo y tardará otro año para que este se recupere imagen

Dr. Harvey Clermont es un destacado profesional estadounidense, quien desde su experiencia reflexiona sobre los tratamientos médicos y sociales del COVID-19.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Por Dr. Harvey Clermont

Traducción: León Aguilera Radford

Un virus es una partícula que debe invadir y vivir en una célula para reproducirse. El COVID-19, que es miembro de la familia del coronavirus, cuenta con múltiples picos (que en realidad son proteínas) en la superficie de su envoltura, que semeja una corona. Fue descubierto por primera vez en 2019 y de ahí viene su nombre: COVID-19. Hay muchos otros coronavirus, incluidos 7 que pueden infectar a los humanos.

Cuatro de ellos causan una enfermedad respiratoria similar al resfriado y son frecuentes, pero no peligrosos. La estructura genética del COVID-19 fue identificada por científicos chinos a principios de este año. Se encontró similitud al SARS de coronavirus, que causó una epidemia entre 2002 y 2003, y al MERS, que causó otra epidemia entre 2013 y 2017. Todos estos son virus de ARN de cadena sencilla, a diferencia, los humanos tienen un ADN de doble cadena en el núcleo de sus células. El primer caso se identificó en Wuhan, China, el 31 de diciembre de 2019 y se presume que es un virus mutado que se transmitió a los humanos. Con nuestra globalización se extendió rápidamente por todo el mundo. El primer caso en Estados Unidos se identificó el 20 de enero de este año en el estado de Washington, transmitido por una persona que había viajado desde Wuhan a Washington.

Desde entonces, otra mutación del COVID-19 (más virulenta que la cepa original) se extendió por Europa y luego a Estados Unidos, en donde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y el Gobierno no estaban totalmente preparados para esta pandemia muy virulenta (transmisible) y mortal. No solo los estadounidenses fuimos lentos en responder, sino que no estuvimos organizados para hacerlo de manera efectiva durante más de un mes. Como no se conocía ningún tratamiento o vacuna, confiamos en viejos métodos para hacer frente a epidemias: la cuarentena y la desinfección. Como parecía que las gotas expulsadas por el sistema respiratorio eran el principal medio de transmisión de la enfermedad, de persona a persona, se recomendó el uso de mascarillas. Y cuando se descubrió que las reuniones de personas eran un factor en la propagación del virus, las mismas se vieron limitadas de 100 a 50, luego a 10 y ahora a 5 personas. Además, se ordenó una distancia mínima de 2 metros entre individuos. Los eventos deportivos fueron cancelados, las escuelas quedaron cerradas y el trabajo no esencial se suspendió.

Sin embargo, ahora sabemos que el virus puede transmitirse de varias maneras: de persona a persona, por medio de las gotitas respiratorias; en el aire por medio de gritos o cantos; en superficies, donde el virus permanece hasta por una semana (y por eso es importante desinfectarlas y lavarse las manos); por el tracto intestinal; las lágrimas (evite tocarse los ojos) y raramente por medio del contacto sexual, por gatos y perros, y verticalmente de madre a feto. Cuando se expone al virus, los síntomas tardan entre 2 a 14 días en aparecer. Hasta el 70 por ciento de los pacientes solo presentan síntomas leves similares al resfriado. Usted comienza a propagar el virus un día antes de que aparezcan los síntomas y continúa haciéndolo por hasta 3 semanas. Los síntomas clásicos son fatiga extrema, tos, calenturas de bajo rango, disnea (falta de aliento) y pérdida del olfato o del gusto.

Foto: Cortesía OPS

En Estados Unidos se contabilizan 1,730,000 casos y más de 100,000 muertes. Los ancianos (mayores de 65 años) representan más del 50 al 70 por ciento de los decesos, especialmente en los asilos para ellos. Si estamos expuestos, se nos dice que nos pongamos en cuarentena durante 14 días. Si salimos, debemos usar mitigación social (mascarillas, distanciamiento, guantes, lavado de manos o desinfectante y desinfección de superficies).

A medida que nuestros números finalmente se están desacelerando, con cautela estamos reabriendo nuestra sociedad por etapas. La etapa 1 comenzó la semana pasada en lugares que tenían la menor posibilidad de contacto cercano entre personas. La etapa 2 comenzó esta semana con peluquerías, tiendas de mariguana y trabajos abiertos al aire libre. Las iglesias se han reabierto con ciertas restricciones. Hemos comenzado el contacto social de pacientes que se sabe que son positivos con el virus. Estamos estudiando el caso de Suecia, donde no se realizaron cierres obligatorios y hay números similares a los de China, aunque el 90 por ciento de las muertes fueron en ancianos. Estamos aprendiendo de Taiwán, donde estaban preparados para una pandemia con todas las pruebas disponibles de inmediato, el PPE (equipo de protección personal) estuvo disponible, los hospitales y los sistemas de salud listos, etc. Con el resultado de que sus números están entre los más bajos del mundo.

No hay tratamientos aprobados contra el COVID-19. Esto incluye a las vitamina D y E, los antipalúdicos como la hidroxicloroquina, cloroquina, ivermectina, ajo, alcohol, baños calientes o fríos, entre otros. La enfermedad no se transmite por moscas, mosquitos o garrapatas. Durante mucho tiempo he sido un crítico abierto de la falta de pruebas responsables en Estados Unidos. En la actualidad, a menos que se trate de un trabajador de la salud, un EMT (técnico certificado en emergencias médicas), conductor de ambulancia, atleta, político o que pueda comprar su propio equipo de prueba, debe estar expuesto a alguien positivo o tener síntomas de la enfermedad para realizar la prueba. Al respecto, hay dos tipos de pruebas, la molecular y la de anticuerpos. La más común es la primera (o PCR) que tiene una tasa de falsos negativos de entre el 15 al 30 por ciento. La prueba de anticuerpos o rápida también tiene una tasa de falsos negativos de más del 30 por ciento. Ninguna de los 2 da cuenta sobre una posible inmunidad y pasarán otros 6 meses antes de que se ponga a disposición pública una vacuna.

Foto: Cortesía OPS

El COVID-19 ha cambiado el mundo y tomará otro año para que este se recupere. Ciertamente ha puesto de relieve los fracasos de nuestra sociedad y esperamos aprender de esta experiencia. Pero ¡a qué costo de vidas! El virus señaló nuestra desigualdad social (por causas raciales, de pobreza o ancianidad), segmentos que han sido abandonados por nuestros líderes. También señaló nuestra total falta de preparación para combatirlo. Hemos tenido y seguiremos teniendo epidemias. Nuestros políticos egoístas deberían aprender de Taiwán. Me entristece ver la estigmatización de los chinos por esta pandemia. ¿Por qué siempre debe haber un chivo expiatorio?

Perfil médico del doctor Harvey Claremont

Cirujano general y vascular retirado, habiendo practicado en Worcester, Massachusetts, desde 1973. Se graduó del Colegio de la Santa Cruz, en 1961; la Escuela de Medicina de Harvard, en 1965; la Universidad del Hospital Rochester Strong Memorial, en 1971 y la Marina de Estados Unidos, en 1973. Casado y con 10 hijos (7 adoptados). Fue médico misionero de 1977 a 1996, con frecuencia voluntario en Guatemala (Quetzaltenango y San Juan Sacatepéquez), Ecuador, Nicaragua y Haití. Dirigió un programa médico gratuito en la Iglesia de St. Anne en Shrewsbury, Massachusetts, durante 20 años, retirándome en 2016. Actualmente, da conferencias sobre temas de alto nivel y enseña Pilates.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte