CON LA MANZANA DE LA DISCORDIA imagen

La semana pasada llamé la atención sobre una singular exposición localizada en el Paseo de los Museos de Casa Santo Domingo.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La semana pasada llamé la atención sobre una singular exposición localizada en el Paseo de los Museos de Casa Santo Domingo. Bajo el título La manzana de la discordia – arte durante la época de la Revolución en Guatemala, se presenta una muestra antológica que reúne la producción de artistas de las generaciones del cuarenta y cincuenta. Cosmos organizados bajo las premisas de un guión museográfico inteligente, consensuado con la filosofía creativa de aquel lapso y sus posteriores conclusiones. No son obras bonitas; eso queda claro. Son trabajos serios y, por ende, buenos.




El punto de partida del recorrido es, definitivamente, una tinta de dimensiones pequeñas del artista Guillermo Grajeda Mena. En ella representó, en el extremo izquierdo, una Virgen María cuyos garfios revuelven una masa de carne que simboliza a la generación revolucionaria. Grupo del que una significativa cantidad aparece listado en el extremo superior derecho. Una relación de artistas cuyas dimensiones conceptuales pueden percibirse a lo largo de la exhibición. De Mena hay múltiples ejemplos; dos de ellos de principios de la segunda mitad del siglo, que simbolizan un sentimiento político bien sublimado: Cabeza de Cristo y Salomé.




Hay lazos conductores. En el dibujo hay correlaciones afortunadas entre Dagoberto Vásquez Castañeda, Max Saravia Gual, Mena y Óscar Barrientos (este último, como Vásquez Késtler, de la generación del cincuenta). De Vásquez Castañeda, emblemático artífice del arte nacional, se seleccionaron tres linóleos de corte político, dos del año 1954: Viva, muera y La carcajada que, plenas de iconografías encriptadas, señalan su descontento con respecto a la caída del gobierno de Jacobo Árbenz. El tercero, por el contrario, muestra de forma muy gráfica una desaparición forzada. En otra línea, y para no dejar fuera su sentimiento estético, también se incluyeron una escultura en latón de cobre soldado y varios dibujos en donde se puede apreciar el grado sintético que alcanzó. De Saravia, además de una serigrafía, que es otro lenguaje común del conglomerado, también se exhibe un boceto en terracota para el remate de una fuente, confeccionado en los años cincuenta. A partir de este desnudo se puede acceder a las figuras femeninas de Víctor Vásquez Késtler, Juan Jacobo Rodríguez Padilla y Adalberto de León Soto (dos grandes desconocidos en la panorámica actual).




Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte