Cásese y después busca trabajo. El largo camino de Sofi en busca de un empleo imagen

Sofi tiene una licenciatura en Comunicación, un posgrado y estudios de maestría, credenciales que le han resultado insuficientes para ingresar formalmente al mercado laboral.

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Le llamaremos Sofi, aunque no es su nombre verdadero. Ella tiene una licenciatura en Comunicación, un posgrado y estudios de maestría, credenciales que le han resultado insuficientes para ingresar formalmente al mercado laboral. Tras varios meses de buscar, casi con desesperación, la academia, su experiencia y destrezas profesionales le han servido de poco.

Sofi ha ironizado con su actual situación. “Me siento como la peliteñida de Betty la Fea y sus seis semestres en la San Marino” (novela de ficción colombiana). Ha enviado su hoja de vida a decenas de sitios, pero los resultados han sido desalentadores.

Los ofrecimientos recurrentes: jornadas laborales extensas a cambio de remuneraciones que equivalen a contratos a tiempo parcial.

Al momento se ha enfrentado a tres entrevistas y un ofrecimiento salarial que coquetea con la miseria. En el área de comunicación de un hospital privado debía acreditar colegiado activo, experiencia profesional, laborar jornada completa y un poco más, todo para obtener ingresos de Q3 mil 500.

Un medio de comunicación le igualó la oferta, pero con la obligatoriedad de utilizar su vehículo y desde luego cubrir los costes de mantenimiento del mismo.

Ella es una de las 2 millones 443 mil 946 mujeres que integran la Población Económicamente Activa (PEA) según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de 2018, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De este universo, el mismo estudio refiere que unas 237 mil 774 féminas se encuentran subempleadas (con funciones por debajo de su preparación académica) y unas 65 mil 544 no cuentan con un trabajo, ni siquiera en la economía informal, la que integra alrededor del 70 por ciento de la población.

Acoso y discriminación por estado civil

Pero, el punto de quiebre de Sofi llegó, cuando el entrevistador prácticamente la acosó y descalificó por su estado civil. “Se miraba más flaca en la foto. Además, no está casada, mejor cásese y después busca trabajo”.

Ella no es la única, Caty, quien tampoco se llama así, pasó cerca de dos años sin trabajo. Una licenciatura y una maestría le resultaban insuficientes para conseguir una buena oportunidad laboral.

Envió cientos de hojas de vida a decenas de sitios, se enfrentó a pruebas, entrevistas, requerimientos de documentación, tramitó muchas veces sus antecedentes penales y policíacos, hasta que por fin… dos años después recibió esa llamada que tanto anheló.

Del otro lado del auricular alguien le confirmaba que ella había sido seleccionada. Estas son solo dos de miles de historias de mujeres altamente calificadas y preparadas para ingresar a un cada vez más reducido mercado laboral. 

Y a usted, ¿le ha pasado?

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