Todos somos Meda, el presunto homicida de Brenda imagen

Jabes Meda salió de prisión solo para escribir una entrada cargada de esa ira y violencia que lo llevaron a arruinar su vida y a truncar los sueños de una niña a sus tan solo 24 años de edad.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Por: Juan Manuel Castillo Zamora

Leo las redes sociales y me encuentro con un post escrito por Jabes Meda, el presunto homicida de la inocente Brenda, quien en un insensato impulso de ira y con una evidente ausencia de sentido común, humanidad y conciencia social, atropelló a un grupo de niñas que manifestaban en la calzada San Juan el miércoles pasado.

Por un momento, me parece que Jabes Meda salió de prisión solo para escribir una entrada cargada de esa ira y violencia que lo llevaron a arruinar su vida y a truncar los sueños de una niña a sus tan solo 24 años de edad.

Continúo en el ciberespacio y de pronto sus ideas aparecen en un desafortunado tweet. Abro un inútil chat de un grupo de Whatsapp y las ideas de Meda saltan a mi vista. Parece que me lo encuentro en cada esquina, su discurso cruel se reproduce por cada rincón a donde voy.

En todas esas interacciones encuentro la ira, la furia, la sed de revancha de un violento Jabes Meda, dispuesto a pasar por encima de la humanidad. Recuerdo que alguna vez Meda cenó conmigo en casa, incluso participó de la bendición de los alimentos.

Cuando fui estudiante del colegio y de la universidad, también tuve por compañero a Meda, un chico prepotente, altanero, que atropellaba la dignidad de los demás. Era un joven de clase media que lo tenía todo y que algunas veces era hijo de un prominente empresario, de algún funcionario corrupto, hijo de algún pastor religioso, sobrino de un sacerdote o simplemente una persona “normal”.

Recuerdo que Meda viajaba con guardaespaldas y sacaba una pistola calibre 45 por la ventana para pedir vía. Años atrás le gritaba al maestro de secundaria: “usted no sabe con quién habla, en este momento voy a quejarme a la Dirección”.

Pero ¿Quién es ese tal Meda al que me refiero? Es nadie y somos todos, eres tú, con tu sed de venganza, deseoso por amputarle una pierna al presunto homicida de Brenda, Sos vos el dispuesto a castrarlo e incluso guillotinarlo. Sos vos el que lo odia con todas tus fuerzas y que quisiera verlo muerto.

Meda parece estar en todos lados, en el comensal que humilla al mesero y abusa de su poder como cliente frecuente de aquel restaurante. Meda también está en el que te amenaza a diario con un arma solo porque te atreviste a tocarle la bocina. Meda está en el policía corrupto que te asalta y te apunta en la sien para quitarte tus pertenencias.

Meda está en el intolerante que odia a las protestas, más cuando son de esos indios manipulados o de esos maestros huevones que hay que apedrear alguna vez para que dejen de estar jodiendo.

Meda está en tu vecino, que sueña con hacer limpieza social, está en tu barrio y te exige que te armes a la fuerza y te grita: “no seas hueco”, tienes que unirte al grupo de vigilantes o sino, “vos y tu familia pagarán las consecuencias”.

Meda es él, el que prefiere que seas vos el que mate al ladrón que acecha su casa. Meda está en todas partes, lo tienes tan cerca, quizás en tu interior, que solo es cuestión de que estalle un pequeño detonante para que se active el Meda que llevas dentro, porque en realidad todos somos Meda.

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