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“Nos brindaba seguridad volar con él”.

Juan José López Yat, de 41 años, era un piloto experimentado quien había volado miles de horas. 

Desde niño supo que su pasión era la aviación y al graduarse de Bachiller en Ciencias y Letras no dudó para inscribirse en el Círculo Aéreo para estudiar Piloto Aviador Privado, Piloto Aviador Instrumentos y Piloto Aviador Comercial.

Recorrió el cielo, como capitán, en distintas aeronaves, como las Cessna 172, 182, 206, 208 y 208 B; la Beechcraft Baron BE-55; la Twin Otter DHC-6 300-320; la Embraer Bandeirante E-110 P1; Piper Seneca II y Piper Cheyenne II.

Desde muy joven aprendió a volar con su papá, quien también es aviador. Ambos conocían a profundidad el área de Las Verapaces. 

Claro está que su experiencia era amplia, lo que provocaba que sus pasajeros se sintieran muy cómodos al viajar con él. 

Experiencia y pasión 

Miembros de la familia Torrebiarte, a quienes Pepe prestaba su servicio como piloto aviador, lo recuerdan como:

“Una persona amable, sonriente, honrada, discreta y profesional. En su rostro jamás había un mal gesto, siempre estaba feliz y dispuesto. Como piloto era muy sereno cuando había que serlo, lo extrañaremos mucho, era un excelente ser humano y un pilotazo”.

“El aeropuerto de Cobán puede ser complicado para aterrizar y despegar, debido a las condiciones del clima, además, porque está rodeado de montañas. Pero, con Pepe nos sentíamos seguros, él nos decía: “Entramos no se preocupen” y cumplía sin ningún problema. Era muy amable con los niños, les explicaba cómo funcionaba el avión y mostraba el uso de los instrumentos de la cabina. Fue una gran persona”.

“Confiábamos completamente en su habilidad como piloto”.

“Fue una persona extraordinaria, su vida era andar por las nubes, ser piloto no era un trabajo sino un regalo de Dios, porque el cielo fue su gozo. Cuando tenía programado un vuelo, ese día se levantaba feliz e ilusionado porque contaba con un proyecto que realizar”.

“Celebraba la vida volando y no le importaba que el cielo estuviera claro, luminoso y radiante, o ya sea oscuro, con nubes amenazantes, aire o mal tiempo, para Pepe, eso era igual. Era cuidadoso con su herramienta de trabajo y en especial con sus pasajeros. Decía que eran las joyas preciosas que transportaba, eran su responsabilidad y debía salvaguardarlas llevándolas a su destino sin ningún percance”.

“Estamos seguros que está en el lugar más hermoso y lleno de amor, con mucha paz, exento de tormentas y sobresaltos”.

“Dios nuestro Señor está a su lado en el cielo y volará por siempre, es allí donde estará cumpliendo sus sueños y celebrando su nueva vida”.

Todo un caballero

Janira Barillas, asistente de Gerencia y Encargada de vuelos Kodiak, cuenta que recordará a Pepe como una persona muy responsable, carismática, educada, respetuosa y amante de los cielos. “Nunca me decía no cuando se trataba de hacer viajes y se esforzaba por realizar su trabajo lo mejor posible. Me inspiró tanta confianza, al extremo que por un percance que tuve dejé de subir aviones por más de 8 años. De tanto que me insistió superé el miedo y volé con él, perdí todo temor”.

“Hay un detalle muy importante que deseo destacar y es la calificación que obtuvo en el examen de reacción en emergencias aéreas, el curso fue en Estados Unidos y sacó 99 puntos”, finaliza Barillas.

“Pepe era un caballero, todos quienes volamos con él y compartimos como compañeros y amigos lo vamos a extrañar. Deja un gran vacío en nuestros corazones por ser un buen muchacho quien cumplió todos sus sueños y murió ayudando, algo que estaba en su naturaleza”.

¡Te recordaremos héroe!

El domingo 8 de noviembre, a la 1:00 p.m., Pepe, como lo llamaban sus amigos salió del Aeropuerto Internacional La Aurora, rumbo a Cobán para llevar víveres y productos de higiene a los damnificados de la tormenta ETA.

No sabía que ese iba a ser su último viaje, pues un accidente aéreo le cegó la vida, junto con su acompañante Jaime Oswaldo Pacay. Pepe, se fue al cielo como un héroe, quien trabajó hasta el último momento al servicio de los más necesitados. 

Hoy, Juan José López Yat quedará en la memoria y el corazón de todos sus seres queridos. ¡Vuela alto héroe!

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