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Mientras miles de chapines resonaban en las redes sociales lo maravilloso que era ayudar al prójimo, la familia de Marylin era evacuada de su casa en la colonia Hunapú, del municipio de Escuintla. Entre tanto, otros se preparaban para el botín del año, robar viviendas donde los dueños hubiesen sido evacuados. 

El riesgo de otra erupción violenta era demasiado y pesaba más la vida, pero la amenaza de perder sus cosas a manos de los ladrones pudo más. Era más por precaución, recuerda la enfermera, pero a mis papás les dijeron que era más seguro. Así, sus padres y dos de sus hermanos se fueron a pasar el mal momento a la “Gran Ciudad del Sur”.




50 minutos para la mudanza

Por órdenes de los cuerpos de socorro, ante la gravedad de la situación y con las imágenes de la tragedia sucedida en Los Lotes, el clan no dudó en atender el llamado de CONRED. Con poco menos de una hora para evacuar la vivienda, la familia dispuso las tareas y se las repartieron. Unos guardarían la ropa para el viaje, otros los documentos familiares y otros los víveres que se llevarían.

Cincuenta minutos después, la puerta de madera volvió a sonar. “Es hora, ya hay que irse”.

Así y con lo que lograron cargar, la familia dejaba tras de sí el esfuerzo de toda una vida. Camas, televisor, equipo de sonido, refrigeradora, electrodomésticos y recuerdos familiares se quedaban a la mano de Dios.

Mientras viajaban en el picop, fletado para traerles a la capital, unos con otros pasaban lista. “¿Guardaste bien los trastos, desconectaste la tele, la refri, traes los DPI, metiste las fotos debajo de la cama?”.

Así tras dos horas de viaje, llegaron a Villa Nueva. En el parque central, Marilyn con su pequeño, José, les esperaban. Emocionados de estar juntos y saberse a salvo, el clan se abrazó y dieron gracias a Dios por estar juntos.

Pero la emoción duraría poco, pues no habían transcurrido 24 horas cuando la llamada de una vecina alertó a los padres de la enfermera. “Mejor regrésense que están entrando a robar a las casas que están vacías”.

La noticia cayó sobre la familia como agua hirviendo. Sin pensarlo mucho, llamaron un taxi y el padre y una hija se trasladaron a la aldea para evitar el saqueo.

Según el padre, a su llegada, los pocos vecinos que se habían negado a abandonar sus viviendas contaban historias de unas 20 casas saqueadas. “Salían con las teles, los colchones, platos y hasta la refri si les daba chance”.

“Son unos desgraciados, ven la necesidad y nada les importa solo hacerse de las cosas de los demás”. Juan José, padre de Marylin.

Mientras que la PNC no tiene datos sobre el número de robos en viviendas de la zona afectada por la erupción del Volcán de Fuego, los únicos datos que hay provienen de las narraciones de vecinos. Historias de saqueos y despojo de bienes a quienes evacuaron para evitar otra tragedia.

Enfermera de noche

Marilyn trabaja como enfermera de niños recién nacidos desde hace unos 10 años. Y fue en su pequeña vivienda donde dio acogida a sus familiares que huían de la tragedia del Volcán de Fuego.

“Como pudimos nos acomodamos en mi casa de Villa Nueva”. Marylin.

Maletas con ropa, algunos alimentos y sábanas, traídos por los familiares de Marylin se hicieron lugar en la vivienda. “No dejamos la comida porque se arruina y qué desperdicio y trajimos nuestras cositas para tener que ponernos”, relata Adriana, abuela de José, el hijo menor de Marylin.

La llegada de sus familiares le vino como anillo al dedo, pues José, quien aún va al colegio, recién salía de vacaciones. “Que viniera mi mamá me ayudó a ahorrar, porque no tengo que pagar quien me lo cuide en la noche que trabajo y en el día podrían jugar con él”.

Cada tarde, Marilyn deja Villa Nueva para presentarse a su trabajo. Condominios donde parejas jóvenes necesitan ayuda para el cuidado de sus recién nacidos, durante la noche, son una oportunidad para Marylin.




De ahí sale el dinero para pagar los estudios de sus hijos, el alquiler de la casa, la comida y hoy para ayudar a su madre y la hermana que se quedaron en Villa Nueva. También envía dinero a don Juan José, que noche a noche duerme a la sombra del Volcán de Fuego, lejos de su esposa y dispuesto a evitar que “los amigos de lo ajeno” los dejen sin nada.

Para denunciar actos vandálicos o robos en las zonas afectadas comuníquese a los siguientes números:

                    110                                1518                                1561  

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