Violencia contra la mujer, programados desde el vientre imagen

Es cabrón el hombre que tiene una amante, pero el que tiene varias y la esposa nunca se entera es un ídolo de muchos.

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Los moretones en la cara de Alicia no se gestaron durante la discusión con su marido, ni frente al altar, tampoco durante sus días en la universidad o el colegio. Las heridas de la joven madre tienen cientos de años de estar esperando por ella, calladas, guardadas en los secretos más oscuros de las familias. En una sociedad, donde una madre calla los desprecios de un esposo abusivo y un hijo aprende el trato que a ellas se les puede dar.

En el occidente del país, Juana debió dejar la escuela para aprender lo que una mujer tiene que saber. Su padre fue claro, “allí solo vas a ir a conseguir marido y te vas a largar” y un día después no volvió a clases. Mientras que, en Jutiapa, Leonor hizo suyo el sueño de su madre y su abuela antes que ella. “Cuando te cases y te dediques a cuidar a tu marido vas a ser feliz”, le dijeron desde niña.

En la capital Teresa, comenzaba su segundo año de universidad. Pero la futura abogada arrastraba consigo los vestigios de una tradición familiar, donde las mujeres se pueden sentar a la mesa hasta que todos los hombres hayan sido servidos. “Así fue siempre en mi casa y no creo que sea malo, es solo que así es”, aseguró.

De lo que les sucedía a las tres, por instrucciones y consentimiento del entorno familiar, los hermanos y primos fueron quienes guardaron la lección. Y así es como el ciclo se ha repetido a lo largo de generaciones. Un ciclo que cría víctimas y victimarios, que, a pesar de los esfuerzos para erradicar la violencia contra la mujer, cada año cobra la vida de cientos de mujeres en Guatemala y miles más en el mundo.

“No hay mujer más machista que la mamá de un hijo varón”, Eugenia Cruz.

A decir de Eugenia Cruz, una activista que dirige el sitio NOJUZGO en la plataforma de Instagram, en un país como el nuestro, las normas de convivencia son bastante antiguas. “Acá vino la corona española y se quedó, pues nuestra forma de crianza es en función del machismo”. Como ejemplo Cruz cita una situación familiar donde una vez se le dijo que, aunque a su hermano le gusta cocinar, “Tu sos una mujercita y le deberías cocinar a tu hermano”.

“Los hombres que han vivido en entornos donde se aceptaba la violencia y había normas diferentes para cada sexo, y creen que tienen derechos sobre las mujeres… son más proclives a cometer actos violentos”, Organización Mundial de la Salud.

De acuerdo con el Ministerio Público, durante la pandemia el numero de denuncias por violencia contra las mujeres paso de 30 diarias a 55. Y en el periodo de 2014 a 2019, la cifra total alcanzó las 271 mil 388, lo que según la Organización de Naciones Unidas para las Mujeres la convirtió en el delito más denunciado en todo el país.

“Un 38 por ciento de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja masculina”, Organización Mundial de la Salud.

A decir de Angelis Molina de Siekavizza, madre de Cristina Siekavizza quién murió a manos de su esposo Roberto Barreda, “si no se les enseña a los hijos hombres el respeto por las mujeres, ellos verán estas conductas como normales y no van a cambiar”. Para ella esta enseñanza comienza en el hogar y tiene que ser una donde tanto a niños como niñas se les debe dar la misma educación y trato.

“Esto es algo que solo se puede dar en el hogar, educar a niños y niñas por igual, sin hacer distinción de uno sobre otro y así se darán cuenta que el respeto es el mismo para ambos”. Angelis Molina de Siekavizza.

Para Eugenia Cruz, la literatura fue un vehículo para darse cuenta de que vivía en mundo trazado por y para hombres. “Erróneamente se cree que por estar casados un hombre no puede violar a su esposa y eso no es cierto”, reclama. Según ella, este tipo de actitudes revela como la mujer se ha formado una idea del mundo desde el punto de vista de los hombres. “Es mi mujer” o “Soy su mujer”.

Y fueron textos de García Márquez, entre otros, los que le abrieron los ojos. “Las escenas que describe y el trato que se le da a las mujeres en sus novelas, ha servido para la construcción de este mundo en el que vivimos y contra el que ahora nos enfrentamos”, apunta.

Los hombres que tienen un nivel de instrucción bajo, … han estado expuestos a escenas de violencia doméstica contra sus madres y al uso nocivo de alcohol, …son más proclives a cometer actos violentos. Organización Mundial de la Salud.

El machismo es una parte tan arraigada en nuestra cultura que hasta los dichos justifican las actitudes negativas de los hombres. Así, por ejemplo, el viejo refrán que reza: “Un hombre puede tener muchas iglesias, pero solo una catedral”, en alusión a las infidelidades y el rol de una esposa, demuestran esta construcción, sostiene Cruz.

Peor aún, a las llamadas amantes, mal vistas por la sociedad y condenadas por la moral, también son víctimas de los hombres y sus valores retorcidos. “Es cabrón el hombre que tiene una amante, pero el que tiene varias y la esposa nunca se entera es un ídolo de muchos”.

A decir de Cruz, es curioso que a la sociedad guatemalteca le llame tanto la atención una marcha que busca reivindicar los derechos de las mujeres, pero se hace de la vista gorda con los hombres que orinan en la calle. Y aunque algunas mujeres ya encontraron el camino para cambiar sus destinos, todavía hay miles que viven sometidas a la tradición.

Lo cierto del caso es que los asesinos de mujeres, abusadores y violadores no son construcciones de un día. Son más una mezcla entre una crianza retrograda y una sociedad hipócrita que condena en la calle, lo que en casa esconde.

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