Una mamá que se suicida, un papá deportado y una tía maltratadora imagen

Cuatro niños que tenían que recibir amor, tras la trágica muerte de su mamá y la deportación de su papá y lo que recibieron fueron maltratos, golpes y hambre.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Una mamá que se suicida, un papá deportado y una tía maltratadora




Esta es la corta historia de Elena, Estrellita, Dayana y Cristopher.

Cuatro hermanos a quienes les tocó vivir el suicidio de su mamá aquí en Guatemala y la deportación de su papá de los Estados Unidos a México, su tierra natal.

Las tres niñas y el niño, nacieron y vivieron en los Estados Unidos. Y cuando su padre fue retornado a su país, su mamá decidió regresar a Guatemala donde no tenía siquiera una casa para vivir.




En tan solo unos meses, la mamá de los niños, de 35 años, comenzó a resentir la ausencia de su esposo y la situación económica. 

La depresión entró en su vida y la llevó a tomarse un puñado de pastillas para curar maíz con una cerveza y dejar a sus hijos a la deriva, solos.

Una tía los acogió en su casa, pero a cambio debían soportar maltratos, palizas, hambre y explotación.

Los ponía a mendigar en la calle, a tortear y hacer oficio.

Lo que menos tenía la pequeña Dayana de 4 años, Cristopher de 6, Estrellita de 9 y Hellen de 11, era amor.




A Estrellita, incluso, le quemó la mejilla con una tortilla caliente, salida del comal, porque sus pequeñas manitas no daban para moldear la masa como a su tía le gustaba.

Los dejaba encargados en cualquier casa, tanto así que se las entregó a una vecina para que se hiciera cargo.

Las pequeñas comenzaron a llamar a la vecina mamá. Ella las tuvo a su lado seis meses.

Cristopher, en cambio, tuvo que seguir en aquel infierno, con la única familia que le quedaba tras la muerte de su madre.

Cuando lo veían en la calle, estaba irreconocible, delgado, casi desnutrido y tímido debido al maltrato.




Dayana entendía ese miedo, ya que dejó de hablar y temblaba cuando estaba al lado de su tía, quien utilizaba, como excusa, que así era la pequeña.

Al entregarla a la vecina, se volvió platicadora y con mucha confianza pedía su pan con café todas las mañanas.

La vecina, que tenía a las niñas bajo su cargo, gestionó para que el Gobierno de los Estados Unidos tomara el control de los niños.




 Se los llevaron de regreso a Estados Unidos tras corroborar el maltrato y ahora sus vidas cambiaron completamente.

Fuente: Refugio de la Niñez

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte