Un paciente con COVID-19 y un médico relatan sus días en medio de la pandemia imagen

Desde España, Guillermo nos cuenta su experiencia como portador de COVID-19 y José Andrés, su vivencia como médico en un hospital de Zaragoza.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Los días transcurren lentos desde su balcón donde observa las calles vacías y los parques sin gente, donde ya no lo despiertan los ruidos de las bocinas de los carros, sino las ambulancias que van y vienen, para salvar vidas cada día.

Guillermo Moya, de 36 años, vive en Madrid, la capital de España y la más afectada por el coronavirus. Antes de la pandemia trabajaba en una agencia de viajes, ahora el futuro es “incierto”, como dice, ya que la crisis económica ha golpeado fuerte a la empresa para la que labora.

“Al principio te tomas eso del contagio como algo lejano, que nunca te pasará. Me lo tomé como un juego hasta que el día menos pensado me enfermé gravemente y me enteré que había contraído el virus. Es terrible”, cuenta por medio de una videollamada.

El examen dio positivo el 23 de marzo, días después del cumpleaños de su padre, quien vive en Barcelona. “Para mi familia fue un golpe fuerte porque se sentían impotentes al no poder hacer nada. Yo vivo solo y eso es lo que más preocupaba a mis padres, además que los hospitales estaban saturados”, narra.

A pesar del difícil momento por el que Guillermo atravesó, su estado de salud ha mejorado. “A  la siguiente prueba salió negativo. Pero no crees que te puede pasar hasta que te sucede”. España, poco a poco comienza con la desescalada y la vuelta a la normalidad.

Desde el punto de vista de un médico

José Andrés Guirola vive desde 2011 junto con su esposa, en Zaragoza, España y en 2016 comenzó a trabajar como médico adjunto en el servicio de Radiología Intervencionista, en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.

A diario, despierta a las 7:00 a.m., se arregla, desayuna cuando puede y sale al hospital que está cerca. Desde marzo la mascarilla se ha vuelto parte del atuendo diario. Al llegar, el ritual de sanitización se repite. José Andrés labora en el nosocomio desde las 8:00 a.m. hasta las 3:00 p.m.

Desde que España declaró el estado de alarma el 15 de marzo, el servicio de Radiología Intervencionista anuló todas las consultas presenciales, las cuales se realizaban vía telefónica, al igual que todos los procedimientos programados, excepto los urgentes. Sin embargo, José Andrés cuenta que tuvo contacto con dos pacientes positivos al COVID-19.

“Durante la época de confinamiento se vivió mucha incertidumbre y miedo entre la mayoría del personal por no saber si habría escasez de material de protección: mascarillas y equipos de protección individual. Fui el encargado de crear un protocolo de manejo de pacientes sospechosos o confirmados de COVID-19, desde el ingreso en el servicio, colocación de equipos de protección individual y limpieza de las instalaciones”.

Como a todos, la vida de Guirola también cambió. “Cada vez que regreso a casa del trabajo, debo realizar una serie de ritos de limpieza, empiezo por limpiar los zapatos en una toalla, quitarme toda la ropa en la entrada del apartamento y meterla a la lavadora, después me baño, y evito saludar inmediatamente a mi hijo de 3 años”, expresa.

Varios de sus compañeros estuvieron contagiados con el virus, al enterarse “experimenté gran preocupación por la salud de mis compañeros, especialmente cuando la mortalidad y el número de casos graves aumentaba en el país. Parte de esta situación surge de la incertidumbre de la evolución de esta enfermedad y la falta de tratamientos específicos, no digamos la falta de disponibilidad de camas”.

Al ser trabajador sanitario, fue necesario que durmiese en camas separadas con su esposa. En Zaragoza se ofreció al personal sanitario poder vivir en hoteles, “pero decidimos no hacerlo porque no tenemos familia que cuidara a nuestro hijo”, relata.

La cifra total de fallecidos hasta el 19 de mayo era de 27,778, según el informe publicado por el Ministerio de Sanidad. El país europeo ha iniciado con la desescalada y la vuelta a la normalidad, aunque “ya nada será como antes”, dice Guillermo.

“Ahora queda todo como un recuerdo malo, en mi caso, ser portador de COVID-19 me marcó. Sé que cuando todo esto pasé todo será diferente y nos tendremos que enfrentar a una nueva realidad”, finaliza Moya.

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