“Tenía otra familia”, el saldo de la pandemia imagen

Va y viene en sus giras departamentales y aunque no se lo diga a Maribel, seguro al nene no le falta leche y a la madre compañía.

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En “San Jorge”, a la orilla del Anillo Periférico, habían comenzado una historia de amor siete años atrás. Ella de la capital y él un visitador médico de Quetzaltenango se casaron. Habían completado el primer año de pago al banco, cuando nació Eduardo, ya solo 19 faltaban para que la casa fuese de ellos.

Pero en el sexto año, y con dos hijos mas, llegó la pandemia. Roberto ya no saldría a sus giras por el occidente para vender insumos médicos y ella comenzaba a cocinar para los vecinos. Cuatro meses pasaron cuando el encierro, la educación a distancia y la diaria convivencia comenzaron a pasar factura. “El teléfono de Eduardo comenzaba a vibrar a cualquier hora, son clientes me decía”, recuerda Maribel.

Esos clientes que no respetan horarios de dormir, de comer, los que llaman a cualquier hora, parecían no detenerse. El mal humor de Eduardo ante la insistencia de sus clientes, cada día sumaba a la difícil convivencia. Hasta que una mañana, mientras Eduardo se bañaba, fue que ella vio el mensaje, “El nene y yo te extrañamos, y no tenemos dinero para comprar comida y las cosas que él necesita”, rezaba el mensaje de Cliente Xela. El resto es historia.

Para incontables parejas, la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias puso a prueba la solidez de sus relaciones. Muchas de estas, que se habrían construido en apariencia, conveniencia y una convivencia limitada llegaron a su punto de quiebre. Cabe decir que otras, en cambio, afianzaron sus valores y ahondaron en la conexión que las unió. Pero son las primeras, las que no soportaron la vorágine de cambios, un férreo encierro y que develaron sus más oscuros secretos, las que hoy se suman a la lista de separaciones y eventuales divorcios.

Aunque las cifras oficiales no dan cuenta de las separaciones, pues únicamente reportan la cantidad de divorcios, el número de parejas que ha decidido tomarse un tiempo van en aumento. Y es en los lugares menos esperados donde este incremento es perceptible, en los colegios. Allí las autoridades notifican a los maestros sobre cambios en los entornos de los niños. “Siempre nos piden que estemos atentos y tratemos de ser más pacientes con niños de hogares donde los padres se han separado”, comenta Luisa Fernanda, una maestra de 1ero básico de un colegio en Carretera a El Salvador.

“Durante y luego de una separación o divorcio, los niños son más propensos a mostrar una baja en el rendimiento académico”, J. García Pérez, de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Universitario Niño de Jesús, Madrid.

Según la educadora al cierre del ciclo escolar del año pasado tenía 5 alumnos en esta circunstancia, pero con el comienzo del nuevo año la cifra aumentó. “De cinco niños, ahora son 12  los que tengo en 2do básico, en una clase donde hay 25 alumnos”, advierte. Y aunque el fenómeno no es generalizado en todos los grados, cada vez es más común que la dirección alerte a maestros sobre nuevos casos.

A decir de Walter Vásquez, de la Asociación de Abogados y Notarios Familia, con la llegada de la pandemia se incrementaron las separaciones y los divorcios en menor caso. Las explosiones de violencia domestica se acrecentaron por el encierro y muchas de estas resultaron en separaciones, sostiene. De acuerdo con el Ministerio Público (MP) en 2020 ser registró un promedio diario de 190 denuncias de delitos contra mujeres y niñas.  

Y el incremento, según el abogado, se debe en gran parte al tema económico, pues muchos esposos y esposas perdieron su trabajo. Además, el encierro llevó a que se registraran más casos de violencia en el hogar, en parejas que no acostumbraban a convivir por largos periodos de tiempo. Y finalmente, en muchos otros quedaron expuestos temas de infidelidad que estaban bien escondidos. “Los hay de hombres y mujeres, pues no es una conducta exclusiva de los esposos”, sostiene el abogado.

“A muchos maridos o mujeres, los sacaron de la casa por que no aportaban, comenzó la violencia (física o verbal) o porqué ahora sí conocieron a las otras familias de los esposos”, Walter Vásquez, abogado.

En la casa de “San Jorge”, los domingos es el día en que Eduardo puede ir a visitar a sus tres hijos. Va y viene en sus giras departamentales y aunque no se lo diga a Maribel, seguro al nene no le falta leche y a la madre compañía.

Un estudio realizado a lo largo de 25 años por la psicóloga y catedrática de la Universidad de California en Berkeley, Judith Wallerstein, sobre los efectos del divorcio en los niños llegó algunas de las siguientes conclusiones en su libro “La ley del divorcio”:

25 por ciento no han terminado el colegio, comparado con el 10 por ciento de hijos de matrimonios estables.

60 por ciento ha requerido tratamiento psicológico, en comparación con el 30 por ciento de matrimonios estables.

65 por ciento de estos tienen una relación conflictiva con el padre.

Aunque la mayoría de los sujetos de su estudio pasaba los 30 años, solo el 30 por ciento se había casado.

Del total de casos, el 50 por ciento ya se había divorciado.

Los niños que crecen en hogares divididos son más propensos a enfermar.

Durante los 4 años posteriores al divorcio, el riesgo de que los hijos sufran problemas de salud es más elevado.

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