Mislady, la historia de la niña que nadie quiso contar imagen

Él apareció con el pantalón manchado de sangre y semen, y dijo no saber lo que había pasado.

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Las fiestas de navidad ya no fueron lo mismo. En el barrio La Estación de Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, una familia perdía un ángel. “Se la llevó el hombre ese, el que no tenia ni ocho días de haber salido de la cárcel”, recuerda Eluvia Hernández, la tía. Así dejó de jugar a la tenta Mislady y se asentó el miedo en el barrio de su familia.

Él apareció con el pantalón manchado de sangre y semen, y dijo no saber lo que había pasado. Aunque días antes trató de conseguir el número de teléfono de la hermana mayor de la niña de 11 años. José Estuardo Cruz Arteaga, de 18 años, había pedido a una amiga de Mislady que le llamara de parte de su mamá para hablarle. Así entró en contacto por primera vez con la niña.

“Me pidió el número de mi hermana, pero yo le dije que no lo podía dar”, le contó la niña a su tía. “Me las vas a pagar”, le dijo aquel hombre que acababa de permanecer ocho días en la cárcel acusado de robo.

Aunque seis años menor que su hermana, Mislady, aún le daba ilusión salir a jugar con otros niños a la tenta y las escondidas. Esa tarde, el 19 de diciembre, la niña gustaba de unas tostadas y decidió ir a la tienda. Durante el recorrido de pocos metros, desde su casa a la venta, ella vio a sus amigos jugando. Llegó a la tienda y para su mala suerte, ya no había tostadas. “Pagó una deuda que tenia de otro día y se fue a jugar con sus amigos”. El reloj marcaba las 7 de la noche.

Entre gritos y correderas, recuerda Julia (una vecina), nadie supo más de Mislady. De acuerdo con el relato de uno de los compañeros de juego, una vez más la amiga de Mislady llegó para decirle que su mamá la llamaba. Pero nadie supo más.

Los demás niños corrieron a buscarla, pero de Mislady ya no había señales y todos se fueron a sus casas. Pasadas las 8 de la noche, en casa de Mislady, su madre y sus hermanos comenzaron a preocuparse. “Salimos a la calle”, recuerda la tía, “fuimos al rio, a todos lados y no la encontramos”. A la familia se unieron vecinos y amigos que no dejaron de buscar a la niña hasta entrada el alba.

“Nos dieron las 5 de la mañana y nos fuimos a la casa sin saber de la nena”, Eluvia Hernández.

Comenzó a salir el sol y uno de los mozos de la finca El Recuerdo, dijo que había algo entre los matorrales. Allí estaba el cuerpo de Mislady y había sido violentado de la peor forma.  De acuerdo con el informe del MP, el cadáver de la niña presentaba señales de estrangulamiento, golpes y violación. “Lo que le hicieron a la nena no tiene nombre, la destrozaron y luego la mataron como animal”, asegura la vecina.

Al otro lado del potrero, Cruz Arteaga aparecía en medio de la confusión. Con las ropas manchadas de sangre y fluidos seminales en el pantalón, su defensa fue “estuve anoche con una prostituta que tenia la regla”. Pero los vecinos no le creyeron. Y cuando llegó la Policía se lo llevaron. Horas después también fue detenido José Bernardo Morales de 35 años. Según las autoridades y testimonio de varios vecinos, este también habría participado en la muerte de Mislady.

Desde entonces ambos han permanecido bajo la custodia de las autoridades, pero desde allí han hecho llegar mensajes a la familia de Mislady para intimidarles. Han dicho que ya van a salir, que esto no se va a quedar así y que se las vamos a pagar, asegura la tía de la niña.

Hasta hoy la familia de Mislady, los vecinos y quienes ayudaron a identificar a los perpetradores del crimen viven con miedo. Miedo de que los dos presuntos culpables cumplan sus amenazas, que salgan y lastimen a más niñas en la localidad.

Para conocer los avances del proceso, RelatoGT se comunicó al 49892085 con el licenciado Carlos Ernesto del Ministerio Público. Sin embargo, este dijo que no podía hablar sobre el caso y que toda comunicación debía hacerse directamente con el Fiscal de Distrito Adjunto, Manuel Celada Pérez. Ambos declinaron hablar sobre los avances del proceso.

Entre tanto, la madre de Mislady y sus cuatro hermanos, las vecinas y los vecinos de La Estación, duermen con un ojo abierto y el otro cerrado.  Encierran a sus hijos y conviven con el miedo a diario, pues los que lastimaron a Mislady juraron venganza sobre toda la comunidad.

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