Maestros y profesores, los olvidados dentro de la vacunación contra el COVID-19 imagen

En el marco del Día del Maestro en Guatemala, los educadores sufren el olvido de las autoridades de salud para poder obtener acceso a la vacuna contra el COVID-19 a pesar de la exigencia de diversas instituciones educativas y padres de familia para volver a tener clases híbridas.

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Desde el inicio de la pandemia, tuvieron que ser los primeros en reacomodar clases, sesiones y actividades planificadas con semanas o meses de antelación para poder realizarlas en plataformas como Zoom. Otros, debían recorrer kilómetros para poder explicar una tarea o una lección ante la falta de Internet. 

Cada 25 de junio se celebra el Día del Maestro en Guatemala. Sin embargo, la actualidad de su profesión se ve comprometida ante las decisiones de las autoridades que podrían perjudicar su salud. Tras más de 15 meses de la llegada del COVID-19 a Guatemala, son olvidados en los planes de vacunación y poder volver a los salones de clase sin riesgo a contraer síntomas graves de coronavirus.

Los maestros y profesores se convirtieron en una de las fuerzas de trabajo más importantes para continuar ayudando al desarrollo de los jóvenes. Luego de que la reapertura económica comenzara a aplicarse en los colegios, los educadores se volvían a colocar frente a las pizarras con un grupo de jóvenes.

Luego llegó la vacuna, por lo que los médicos y enfermeros de primera línea podían optar a poder vacunarse. También se incluyeron a otros profesionales de la salud que llegaban a tener contacto con pacientes como consultores médicos, psicólogos, fisioterapeutas 

Educador a distancia

Wallescka Simon, maestra en un colegio privado de la Ciudad de Guatemala, relata los primeros días de la pandemia. “Luego de que anunciara el presidente el primer caso de COVID-19 en el país, nos preparábamos para celebrar una kermesse. Sin embargo, la noticia del contagio provocó su cancelación y los directores de la institución empezaron a pedir guías de estudio para los chicos, ya que no regresarían a estudiar presencialmente” explicó la educadora.

Por semanas, las guías de estudio se convirtieron en el único método con el que contaban los profesores para poder impartir clases. Según Simon, “pasaron algunas unidades hasta que nos logramos acomodar al teletrabajo. Por un momento era todo vía correo electrónico. Luego logramos crear horarios de clases y ya podíamos estar en diferentes períodos con los chicos.”

Foto: Factor Capital Humano

El pesimismo aumentó luego de varios meses y con el incremento de contagios en el país. Mientras, algunos alumnos empezaban a mostrar problemas de ansiedad, estrés y depresión según explica Simon. “Para muchos estudiantes, el colegio había sido un escape, pero eso ya no lo tenían con la pandemia” explicó. 

Aún así, el año escolar acababa y avanzaban a su siguiente nivel. Sin embargo, un nuevo reto comenzaba en enero: formar un trabajo en equipo con estudiantes que no conocían en persona. “Como maestro se necesita cierto contacto con los chicos. Este año ni los conocíamos en persona. Es difícil hacer conexión con ellos, aunque es más fácil mantener la disciplina y el orden ahora” menciona la maestra.

La improvisación de las autoridades los pone en riesgo durante las clases híbridas

Gracias a la reapertura, algunos municipios podían permitir el regreso a los salones de clase con la modalidad híbrida. El sistema de alertas epidemiológicas del Gobierno de Guatemala determina que aquellas comunas en color amarillo podían tener clases presenciales nuevamente con aforo limitado y distanciamiento.

Foto: La Sexta

Sin embargo, los maestros no se encontraban inmunizados para poder volver a dar clases. A diferencia de países como El Salvador, donde la campaña de vacunación los contemplaba como uno de los primeros grupos en poder optar a las dosis de la vacuna contra el COVID-19, en Guatemala fueron olvidados por las autoridades de salud.

Simon explica que “comenzamos hace 2 meses de modalidad híbrida. Los papás elegían si querían presencial o a distancia. Algunos comenzaron a llegar y empezamos a ver a las dos semanas empezaron a contagiarse chicos y maestros. Tuvimos que cerrar de nuevo y volver al estudio a distancia.”

A pesar de que la situación se empezó a replicar en diversos colegios donde se reportaban contagios entre estudiantes, padres y maestros, el Ministerio de Educación decretó que algunos colegios podían volver a tener clases híbridas. “Al principio me dio mucha ansiedad. Llegué a tener fuertes dolores de cabeza y musculares. La preocupación me llegó a agobiar totalmente. No solo me enfermaba yo, sino que sería toda mi familia también” reflexionó la maestra. 

“Los padres exigen que regresemos, pero yo sigo preocupada por mi salud y la de mi familia. Uno nunca sabe dónde están los padres o los chicos, con quienes se juntan. El plan era que después de que nos vacunaran regresaríamos a los salones, pero no fue así. Es frustrante, sabemos que es importante que regresen, pero no toman en cuenta que nosotros estamos allí también” explicó Simon.

En el caso de Simon, el colegio privado y su ubicación en la Ciudad de Guatemala le da ciertas ventajas. En el resto de departamentos, miles de maestros batallan para evitar contagios y poder seguir educando sin acceso a Internet, Zoom, correos electrónicos o videollamadas.

¿Consideras que los maestros también debían tener prioridad para acceder a la vacuna antes de volver a su puesto de trabajo de manera presencial?

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