Los extorsionistas no perdonan, no olvidan ni tienen piedad imagen

Le exigieron hasta llegar a su límite, dejarlo todo y empezar donde nadie los conociera.

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Empezó a contar billete por billete, apenas llegaba a lo que necesitaba, de su bolsa sacó un par de monedas con lo que ajustaba a duras penas lo que tenía que pagar. A pesar que sus camiones de basura lograron tener nuevos clientes, el dinero simplemente no rendía, lo que antes era el negocio con el que mantenía a su familia, ahora se convertía en uno contrarreloj.

Una tarde, cuando se disponían a hacer el último viaje del día, unos motoristas empezaron a seguirlos sobre la Avenida Elena, un trayecto que se hizo interminable, no había policía que se apareciera, ni semáforo que los pudiera salvar.



Foto: Municipalidad de Guatemala

Un brazo tatuado se asomó por la ventana de uno de los camiones de basura, Leonel sabía quiénes eran, de qué se trataba. Le dieron un teléfono “recíbalo si quiere que sus hijos la cuenten”, dijo uno de los hombres tatuados.

Tardaron un par de años desde que sus demás compañeros habían sido también víctimas. Todos ellos desapareciereon, cambiaron residencia, sacaron a sus hijos de la escuela, vendieron sus camiones y dejaron a sus clientes.

Según el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) se reciben más de 22 denuncias mensuales por extorsiones en el Ministerio Público.

La primera llamada llegó unos días después, no sabían si contestar, ignorar, tirar el teléfono o morir. La advertencia era clara: si no tenían la cifra de dinero para el fin de semana, sus trabajadores pagarían las consecuencias.



Foto: Bomberos Municipales

Pudo más su fe, encomendándose a Dios ignoró las advertencias y los amenazantes mensajes de texto. Inició su recorrido como cualquier otro, todo iba bien hasta que de repente uno de esos hombres tatuados apuntó un arma contra su ayudante y de un disparo acabó con su vida.

La instrucción siguiente era no decir nada a la policía, al mensaje iba adjunto una foto de sus hijos. Nunca se atrevió a poner una denuncia por miedo a que los mataran, a perder lo poco que le quedaba.

10 mil por sus camiones

Contra el aviso recibido no había nada más que hacer, ante el cuestionamiento del MP, Leonel no supo qué responder y negó que alguien los hubiera amenazado. Pocas cosas tenía claras “los ladrones no estaban jugando” y “necesitaba Q10 mil semanales”.

Durante el primer mes lograron reunir lo que les pedían, al siguiente fue imposible pues a eso le tenía que agregar los gastos de su familia y los pagos de sus empleados. “Los extorsionistas no perdonan, no olvidan ni tienen piedad, con lo que logré reunir me perdonaron la vida, pero atacaron a otro de mis camiones”.

Datos del MP revelan que en los últimos diez años se han recibido más de 50 mil denuncias por extorsiones y solo en 2016 la cifra alcanzó 8 mil 400.



Foto: Bomberos Municipales



La incertidumbre de no saber cuándo podría ser el último día era igual o más fuerte que la de no reunir el dinero. Durante cinco meses logró pagar lo que le pedían, pero se le dificultó cada vez más. Su decisión fue sacar a sus hijos de la escuela y vender, por lo que muchos años había sido su patrimonio, su sustento económico.

“La pesadilla terminó, por lo menos es lo que espero, ahora solo me toca empezar de nuevo y encomendarme a Dios para que nada más suceda”, cuenta Leonel.

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