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La orden del presidente fue clara: “El ejército debe salir para apoyar durante la crisis que se vive en Guatemala”. De a poco han vuelto a posicionarse, en el imaginario de la población más necesitada, como un ente en el que se puede confiar y depender. La recepción que ha tenido la medida presidencial, los ha llevado a ser la institución en la que la mayoría de los guatemaltecos más confía.

Marta López, vecina de la zona 16, en la aldea Acatán, recuerda que los uniformados llegaron por la tarde. No sabían a qué llegaban, pero una caja de cartón con logos de marcas de alimentos le dio esperanza a la familia. Luego que su esposo, un mensajero de una empresa, fuera cesado de sus labores dejó que el miedo se asentara en la vivienda de los López. Pero, una tarde de abril la esperanza les tocó a la puerta.

“A la casa llegaron los soldados y nos dieron una caja con comida, nos cayó rebien para pasar este mal rato”, Marta López.

Ejército en una de las entregas de víveres. 

De fronteras a las puertas

Desde que se iniciara el estado de calamidad, los efectivos militares reforzaron la labor de patrullaje en los 2 mil 122 kilómetros de fronteras que tiene Guatemala con El Salvador, Honduras, Belice y México. Juan Carlos de Paz, vocero del Ministerio de la Defensa Nacional, aseguró que la prioridad inicial fue la de evitar el ingreso de personas en pasos no controlados o puntos ciegos.

El objetivo era evitar el ingreso de infectados con el virus, extranjeros e indocumentados por vulnerables. Por tierra, agua y aire se hicieron patrullajes para determinar cuáles eran las áreas de más riesgo para luego reforzar la vigilancia, aseguró De Paz.

Luego, el 1 de abril la intervención del ejército se amplió. Ya no fueron solo patrullajes, entonces los soldados se enfocaron en el trabajo de preparación, embalaje y distribución de los kits de alimentos para familias en estado de riesgo por la emergencia. A decir de De Paz, se prepararon 200 mil de estos paquetes de emergencia con arroz, frijol, Incaparina, pastas y otros artículos de primera necesidad.

Paralelamente se realizó un mapeo, junto a la Municipalidad de Guatemala, para determinar dónde se encontraban las familias más vulnerables. “El primer día de entregas fue en las zonas 1 y 2 de la capital, en total 1 mil 756 dotaciones fueron repartidas”, aseguró De Paz. Esta primera tanda sirvió como una prueba de tiempos y distancias, con la cual determinaron el número de efectivos que se necesitaban para hacer el reparto de casa en casa.

“Por la naturaleza de la crisis, las entregas no podían ser en grupos y cada una debía ser de puerta en puerta, para prevenir contagios”, De Paz.

Luego, el 6 de abril los repartos se trasladaron a las zonas 5 y 16. Según De Paz, las entregas en la Ciudad de Guatemala concluyeron el pasado 11 de abril y a partir del 13 se trasladaron a los municipios de Villa Nueva, Villa Canales y otros. A decir de De Paz, el pasado martes concluyeron con las entregas en Chinautla, donde 112 mil 337 kits fueron repartidos.

En total, el Ejército de Guatemala dispuso de 17 mil efectivos y 421 camiones para cubrir las áreas de mayor afectación. “Hubo lugares que se ubicaban al fondo de barrancos y comunidades retiradas donde a pie se hizo la labor”, recuerda De Paz. De momento, unas 700 mil personas recibieron alimentos y se trabaja con los alcaldes de las comunidades del interior, para coordinar otros repartos que las comunas han dispuesto para sus vecinos.

“La próxima semana comenzaremos con entregas en los departamentos y lo que haremos es apoyar también con transporte terrestre, aéreo y acuático”, De Paz.

Pero, las labores de los militares no se han quedado en patrullajes y entrega de alimentos. A los esfuerzos se suman también la intervención del cuerpo de ingenieros del ejército y las brigadas departamentales en la construcción, habilitación de hospitales y lucha contra el crimen organizado.

En Quetzaltenango, por ejemplo, se trabajó en la construcción de un hospital para atender a personas con el COVID-19. Mientras que en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, se trabaja en la construcción de un pozo para proveer de agua al hospital de la localidad.

Al norte del país, en Petén, las fuerzas militares también intervinieron en la modificación de una enfermería, donde funcionará un hospital. El mismo contará con 12 encamamientos de intensivo, 16 de atención inmediata y 140 para casos positivos asintomáticos, recalcó De Paz. Mientras que, en el oriente, los esfuerzos se enfocaron en Zacapa, donde un área es modificada para albergar un centro de atención con características similares a las del de Petén. Ambos con posibilidades de ampliación si así lo requieren las necesidades, dijo.

Sobre el combate al crimen organizado, De Paz sostiene que ha sido una buena semana de decomisos. Así, por ejemplo, en los últimos 6 días se han capturado 2 toneladas de narcóticos. En el departamento de Izabal fueron interceptados 20 paquetes de droga, que venían pegados al casco de un barco en la modalidad de “parásito”. En Petén se decomisaron 762 paquetes en Las Cruces y 1 mil 620 en la Laguna del Tigre, apuntó De Paz.

Para Helen Mack, de la Fundación Myrna Mack, la labor que realiza el ejército es una más de las funciones que se les asigna durante una situación de emergencia. “En este caso, de una pandemia, una de las labores que se les asigna es la ayuda humanitaria. La PNC tiene su propia misión que es proporcionar seguridad ciudadana”, afirmó.

Se les ve a caballo, a pie, en camión o helicóptero durante los momentos difíciles para Guatemala. Y para quienes simpaticen o no con las fuerzas armadas, una cosa es cierta: ninguna fundación, ONG, organización o partido político ha ido a tocar la puerta de tantos necesitados durante la crisis del COVID-19.

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