Para enero de este año, el panorama del comercio mundial pintaba optimista. Según los expertos, para diciembre de 2021 el tráfico de mercancías (por la vía marítima) comenzaría a salir de una desaceleración que comenzó con la llegada de la pandemia mundial en 2020. Pero hoy, las predicciones de Greencarrier, parecen estar equivocadas, ya que por todo el mundo hay contenedores varados y cientos de puertos que trabaja a la mitad de su capacidad.
Surgió como la tormenta perfecta, donde una pandemia, el cierre de puertos y contenedores que se quedaron varados han incrementado el costo del transporte de carga a nivel mundial. Lo que ha enfrentado a comerciantes con empresas navieras por una descomunal escalada de precios en el transporte. Por ejemplo, en septiembre de 2020 trasladar un contendedor de la China a los Estados Unidos tenida un costo promedio de $4 mil 469, pero un año después hacerlo tiene un costo de US$20 mil 615.
En agosto el Director Ejecutivo de la Cámara Guatemalteca de Alimentos y Bebidas, Enrique Lacs, aseguro que una crisis nunca antes vista se aproximaba. Crisis que se gestaba por el incremento en el precio de los combustibles y los fletes a nivel mundial. Según Lacs, el comercio mundial se desaceleró por la pandemia, las secuelas de cierres puertos y factores climáticos complicarían la situación comercial en todo el mundo.
A estos, se le suma un factor que provoco la pandemia, la falta de contenedores. Y aunque no significa que los contenedores no existan, estos se han quedado amontonados en puertos de las américas y el viejo continente. Por lo que estos no están donde deberían y se necesitan, y esto ha provocado que las empresas tengan que esperar semanas por un contenedor para sacar sus productos de China. Lo cual se traduce en gastos para los exportadores y una subida de precio para los compradores.
Otro de los factores que ha llevado a que esta crisis suba como la espuma, es el cierre temporal de varios puertos alrededor del mundo. Así por ejemplo China, que cuenta con 8 de los 10 puertos con más movimiento del planeta, ha tomado medidas de control y ha puesto a trabajar a mitad de su capacidad algunos de sus puertos. Esto ha generado una reacción en cadena, donde las colas de barcos que esperan cargar, cada día son más largas.
Al factor de puertos se le suman otras medidas adoptadas por el gobierno de Beijing, las cuales han limitado a las fabricas en su producción. Con el fin de evitar nuevos brotes del COVID-19, se han reducido los aforos en las fabricas y esto ha golpeado los niveles de producción. Y es que este mismo fenómeno se repite en otros países del continente como India, Vietnam y Bangladesh.
¿Pero, cómo afecta esto nuestro bolsillo?
Todo este sobre costo, aseguró Lacs, sólo puede recaer en los compradores. Con tarifas más altas en el transporte, los precios de los productos solo pueden subir mientras dura la crisis. Y los escenarios no son alentadores. Por un lado, las empresas que logren sobrevivir a esta crisis, lo harán gracias a los consumidores. Pero las que no muevan grandes cantidades de mercancías, se estima que no lograran y cerraran en los meses venideros por la demanda que traerán las fechas de fin de años. Pero lo más importante, y es una cuestión muchos economistas plantean es la dependencia de los productos fabricados en China.
Y es que sí en un país donde se fabrica el 80 por ciento de los bienes que se comercializan en el mundo, según el Banco Interamericano de Desarrollo, se estanca el comercio, las noticias nunca podrían ser buenas. Y con toda esta crisis lo único que queda en claro es que alguien tiene que pagar por el alza de precios, y de seguro ese alguien seremos los consumidores.