Ingerir insecticidas para morir, un método más común de lo que parece imagen

Un alto porcentaje de suicidios ocurre por la ingestión de químicos agrícolas, pero no se conoce la magnitud del problema debido a la falta de cifras.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 800 mil personas se suicidan cada año. El 78 por ciento de estas muertes ocurren en países caracterizados por pobreza y bajos ingresos como Guatemala. Al momento de hablar de un suicidio, existen diversas formas para llevarlo a cabo, pero la OMS determinó en un comunicado de enero de 2018, que “la ingestión de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más comunes en todo el mundo”.

La organización calcula que un 30 por ciento de todos los suicidios son por autointoxicación con plaguicidas o químicos agrícolas. Esto ocurre más en zonas rurales y agrícolas. “La accesibilidad a productos como los plaguicidas a nivel del campo, aunados a la falta de educación y a las necesidades de capacitación en prevención, hace más susceptibles a los municipios rurales”, comenta Carolina Guzmán, jefa del Departamento de Toxicología del Centro de Información y Asesoría Toxicológica (CIAT) de la Universidad de San Carlos.

En el informe “Intoxicación por Plaguicidas; Un Riesgo Latente”, publicado por el Laboratorio de Toxicología del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), se hablaba de 352 casos de detección de plaguicidas en 2013. El fosfuro fue detectado en un 48 por ciento de los casos, siendo así el más común causante de intoxicación. El análisis también reveló que el género masculino fue el que tuvo mayor presencia de químicos tóxicos debido a que los hombres desempeñan con más frecuencia trabajos relacionados con agricultura y aplicación de plaguicidas e insecticidas.



Foto: INACIF


Foto: INACIF

“El suicidio por intoxicación por insecticidas o productos agrícolas, es bastante común porque el acceso a ellos en nuestro país es fácil”, expresa Diego Asturias, psiquiatra miembro de la Junta Directiva de la Asociación Psiquiátrica de Guatemala (APG). De acuerdo a Asturias, la intoxicación es muy común “porque son métodos ‘limpios’, a diferencia de utilizar un arma de fuego o cortarse las muñecas que son métodos más ‘sucios’”.

A nivel mundial, la mujer intenta suicidarse tres veces más que el hombre, sin embargo, ellos manejan la tasa más alta de suicidio porque prefieren métodos más letales y efectivos. “Son muchas causas las que pueden terminar en un suicidio, como un trastorno mental severo como esquizofrenia o bipolaridad; y los diferentes factores estresores”, indica el psiquiatra. Factores como la familia y la fe son considerados protectores, porque tienden a reducir las posibilidades de que una persona contemple esta opción para solucionar sus problemas.

No existen cifras

En Guatemala no existen cifras o estadísticas actualizadas sobre el suicidio. Los datos que maneja el INACIF no diferencian entre muerte por suicidio, asesinato o accidente, pero los números dan una idea de los peligros de ingerir sustancias tóxicas. Mirna Zeledón, portavoz del INACIF, indica que la institución “no cuenta con datos sobre suicidios”, ya que su función es determinar las causas de muerte. 

Aunque no se especifica si se trató de un suicidio, durante el 2017, la institución reportó 302 necropsias a nivel nacional en la que la causa de muerte fue la intoxicación. La mayoría de casos se concentró en el departamento de Chiquimula, con 41 necropsias. De enero a mayo de 2018, el INACIF reportó 129 casos por la misma causa, entre hombres y mujeres. 

La razón por la que existe un subregistro de suicidios en el país es en gran parte, porque en las actas de defunción que se registran en el Ministerio de Salud, solo aparece la causa de muerte, pero no se puede especificar si esta fue un suicidio. “Si alguien se ahorca, lo que aparece en el acta de defunción es muerte por asfixia y no que lo hizo para quitarse la vida”, señala Asturias.

Para prevenir y controlar los suicidios, la OMS recomienda a los gobiernos restringir el acceso a medios de suicidios como armas de fuego, plaguicidas y medicamentos; capacitar a la población en la evaluación y gestión de conductas suicidas; implementar medidas para la identificación temprana de enfermedades mentales, así como facilitar tratamientos y atención a personas vulnerables, entre otras cosas. Además, en la sede central de la APG existe una clínica que opera a bajo costo para pacientes que no pueden acceder a tratamiento privado. 

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