La condena y responsabilidad social, las claves mentales durante la pandemia imagen

La condena social ha sido un factor psicológico que afectan a sobrevivientes de COVID-19 y que, a la fecha, aún se sufre.

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Durante el 2019 y algunos meses del 2020, la libertad se podía sentir durante las reuniones sociales. Se podía crear una fiesta con todos los amigos y familiares para celebrar la vida sin tener que sentir un pesar.

Sin embargo, el COVID-19 cambió la dinámica entre los humanos. Los besos, abrazos y saludos de mano se cambiaron por el choque de puños. Las fiestas se volvieron clandestinas bajo el riesgo de contagiarse de coronavirus y al resto de personas con las que se convive. El miedo a contraer el coronavirus ha llevado a varios a tener que aislarse y que, en caso de contraer, la noticia se puede esparcir entre el círculo social más rápido que la misma enfermedad.

Foto: La República

Coralia Peña, psicóloga clínica, comentó sobre los efectos emocionales que puede llevar el resultado positivo por COVID-19 en un paciente. El miedo se vuelve el principal enemigo junto a los síntomas que trae el coronavirus y que, según la experta, “destaca el encierro y tener que quedarse sin el contacto de la familia. El hecho de que solo le dejen la comida y que él pueda infectar a otros genera una serie de culpa por el hecho de ser el único, en varios casos, el infectarse en un hogar. Esta culpa no la genera el COVID-19, sino que es generada por los mismos pensamientos de la persona.”

También existen otros casos donde la culpabilidad puede estar en el círculo social y no en la persona contagiada. “Hay quienes esperan hasta que ya se encuentran complicaciones en el cuerpo debido a los síntomas del COVID-19 y es hasta allí que deciden buscar ayuda. Cuando esto pasa y termina en un paciente fallecido, la culpa también recae en los familiares, debido a que el sentimiento de poder haber hecho más se apodera de ellos” explicó Peña.

Foto: BBC

“El encontrarse 15 días totalmente solo. Lo que reportan es desesperación, pesadillas, trastornos de angustia, ansiedad. Incluso se transmiten estos pensamientos en enfermedades psicosomáticas y se derivan por las emociones generadas en una situación. Pueden provocar diarrea, gastritis o alergias.”

-Coralia Peña, psicóloga clínica.

La responsabilidad y condena social durante la pandemia

Dos prácticas que se han caracterizado dentro de los diferentes grupos sociales y se han apoderado de la percepción de los contagiados. Por un lado, la responsabilidad social de poder alejarse de otros al tener COVID-19 y buscar no contagiar a otros. Sin embargo, existe una contraparte que genera miedo en quienes resulten positivos por el virus y es la condena por el círculo cercano.

Peña, dentro de los casos que ha logrado conocer, percibe que “existe un gran miedo a estar encerrado y a ser excluido de los grupos.” Situaciones como evitar dar a conocer que se tiene COVID-19 para no ser apartado de reuniones, ha provocado que en grupos de 10, 15 o hasta 50 personas resulten contagiadas ante el silencio de algunos.

Pero, por un extremo, también existe una condena extremista más allá del aislamiento. Acciones como las de el alcalde de Ipala, Chiquimula, Esduin Jerson Javier Javier, conocido como Tres Quiebres, quien en marzo de 2020 encerró a una familia que regresaba a Guatemala tras un viaje a Nueva York. Javier soldó la puerta principal del hogar para “evitar contagios.”

Marta, quien con solo 25 años rozó la muerte tras contraer COVID-19 y sufrir complicaciones respiratorias, relata los días después de su recuperación. “Las pruebas salían negativas. Había logrado superar la enfermedad, pero al volver a casa me topé con otra parte del virus que no conocía. En mi casa era el bicho raro porque solo yo me contagié.”

“Tras dos meses de haber salido de esa situación, mis vecinos ni se acercaban a mi. Incluso llegó mi cumpleaños y en mi familia ni querían reunirse conmigo por miedo a contagiar a otros, a pesar de que eso ya no era posible” aseguró la sobreviviente de COVID-19.

“Ver a un amigo fue difícil. Tomó mucho tiempo antes de que alguien se animara a estar un momento conmigo y fue con una mascarilla puesta. Aunque sea el tema que escuchamos todos los días durante más de un año, aún existe mucha ignorancia al respecto. Al final, cualquiera se puede contagiar” reflexionó.

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