Imitadores, pandilleros y reos comunes compiten por las extorsiones imagen

Noelia recibió la llamada desde un número que desconocía. Con voz calma y directa, aquel hombre la mantuvo pegada al…

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Noelia recibió la llamada desde un número que desconocía. Con voz calma y directa, aquel hombre la mantuvo pegada al teléfono.  Pero fue la cantidad de datos e información que él tenía de ella la que la dejó perpleja. Se disparan las extorsiones de baja cuantía, a un año de comenzar la pandemia. Una llamada que puede costarte de Q3 mil a Q5 mil y el lugar de donde los extorsionistas obtienen tu información.

Durante la pandemia comenzó un emprendimiento de comida a domicilio. En su FaceBook subió fotos de los menús y en poco tiempo los pedidos comenzaron a llegar. Lasañas para 5 personas a Q80, caldos de res a Q30 y ensaladas por Q15 se vendían diariamente en la red social. El error de Noelia, vincular la cuenta de su negocio con su cuenta personal.

Esa mañana la voz del otro lado le dijo que la felicitaba por su negocio, pero que era tiempo de pagar. También le hablo de sus hijos, y lo bonita que se veía su casa. Noelia quedó impávida, no sabia si era una broma, pero cuando la voz del interlocutor subió de tono estaba claro. “Tenés bastantes pedidos, y como sos amiga de un conocido te vamos a dar la oportunidad de que pagues y no te hagamos nada a ti ni a tu familia”, recuerda.

“Son Q3 mil esta vez, y ni se te ocurra denunciar este número, sabemos donde vivís”, le dijo con voz grave. Luego un mensaje con datos de banco y número de cuenta, llegó a su móvil. Alarmada y temerosa por toda la información que él tenía de ella, Noelia decidió pagar y luego cerrar su cuenta en la red social.

De acuerdo con la Fiscalía de Extorsiones del MP, diariamente se reciben 20 denuncias por extorsión y en 2020 la cifra llegó a 6 mil. “Pero esta cifra es mucho más elevada, pues muchas personas prefieren pagar y evitan denunciar por temor”, asegura el personero de dicha fiscalía.

“Aunque quisiéramos investigar todos los casos, es humanamente imposible, pues cada fiscal lleva entre 200 y 250 expedientes al año”, Fiscalía de Extorsiones.

Lo que si se tiene claro es la forma en que los grupos de extorsionistas obtienen la información de sus víctimas. Estos se valen de las redes sociales y premios ficticios, para recabar datos los de incautos que comparten más de lo que creen y con esto facilitan el trabajo a los delincuentes que operan desde las cárceles.

Los tres grupos que operan

De acuerdo con investigadores de la Policía Nacional Civil (PNC), la maquinaria detrás de las extorsiones es una estructura bien organizada. Se divide en tres bloques, que operan desde las cárceles de CANTEL y el Preventivo de la Zona 18. Allí los grupos se han dividido las labores y compiten por el mercado de víctimas.

El primer bloque lo integran los reos comunes. “Ellos trabajan como un call center”, asegura el investigador. Primero envían un mensaje donde la víctima ha sido favorecida en un sorteo y luego llaman para verificar si el mensaje fue recibido. Durante la comunicación obtienen datos del lugar de residencia, información laboral y familiar para luego decir que volverán a llamar. Toda esa información ingresa a los bancos de datos de los reos, que luego de unas semanas, la usan para efectuar la extorsión.

Al grupo de reos comunes le siguen los pandilleros, que operan desde adentro de las prisiones pero que tiene alcance en el exterior. “Ellos también recaban información de sus victimas en las redes sociales, particularmente de personas que tienen negocios y luego sus compañeros afuera los abordan”, sostiene el investigador.

Este grupo es el más peligroso, pues, aunque también extorsionan por la vía telefónica, desde la cárcel, también lo hacen de forma presencial.  En los casos más extremos, los pandilleros hacen llegar un teléfono a sus victimas y allí comienza el calvario. Los pagos se pactan semanal o mensualmente, bajo la amenaza de muerte a la persona o un familiar. “Por los datos recabados, los pandilleros saben que tipo de negocio tienen y por los miembros en el exterior si este es lucrativo”, sostiene.

Finalmente están los “Imitadores”, reos que no pertenecen a ninguna pandilla, pero que se valen del miedo que estas infunden para hacer “negocios”. Son reos que dan un golpe de baja cuantía, unos Q1 mil o Q2 mil y luego pasan a otra víctima, sostiene el investigador. Sus áreas preferidas de acción son Mixco, Villa Nueva, Chimaltenango y Quetzaltenango, pues las personas son más fáciles de intimidar ya que son zonas rojas.

Como lo hacen

Pero lo que los tres grupos tienen en común, es la forma en que obtienen la información de sus víctimas y la manera de infundir miedo. “A los encargados de recabar información se les da una lista de temas para abordar con los supuestos ganadores de premios, algo así como un guion, en el que las respuestas revelan más datos de los que las víctimas se dan cuenta”, investigador de la PNC. Otros navegan en la red en busca de personas y negocios, a los que una vez detectados se les extrae la mayor cantidad de información de sus perfiles.

Desde una pagina se puede ver como vive una persona, si tiene negocio, familia, a donde va y hasta que tipo de carro usa. Y toda esta información, asegura el investigador, se junta para armar un perfil de la víctima. Con suficientes datos e información general, de fotos o lugares a los que visita, el intento de extorsión está listo y se hace la llamada.

Luego de haber infundido miedo, se envía un mensaje con la información bancaria para hacer el deposito. “Mucha gente entra en pánico y decide pagar, pero se olvidan que la gran mayoría de información fue proporcionada por ellos al momento de atender la llamada por el premio o la han expuesto en sus redes sociales”, sostiene el investigador.

De acuerdo con datos de la PNC, los grupos delictivos repiten esta dinámica unas 20 o 30 veces antes de cambiar el número telefónico. “Sabemos que, por cada diez intentos, al menos 1 persona cae víctima de estos engaños y eso ya es ganancia para ellos”, relata. Luego de la llamada, las víctimas son intimidadas con fotografías de mareros y audios, donde se exige el pago de la extorsión, asegura el investigador.

Recabar la información de posibles víctimas es más fácil de lo que se cree. Hay jóvenes que documentan su diario vivir en las redes sociales y suben fotografías de sus casas, cosas y lugares de visita frecuente. De allí, basta con revisar los likes de una imagen para comenzar a trazar la línea de parentesco.

En otros casos, sostiene el investigador, son las trabajadoras del hogar y sus redes sociales las que alertan a los extorsionistas. “Hay casos de empleadas que tienen cuentas en redes sociales y suben fotos o videos de las casas donde trabajan”, sostiene. Y es, luego de agregarlas como amigas, que los delincuentes obtienen información de sus patrones. “Basta con que le den like a una de las fotos de las empleadas y luego la solicitud de amistad cierra el trato”, advierte.

“Las empleadas luego son contactadas y amenazadas para que den información de dónde trabajan y cuántas personas viven en la casa, hasta de sus hábitos de salida y entrada”, advierte el agente.

Recomendaciones para evitar ser una presa fácil:

Revises las redes sociales de sus hijos y trabajadores de su hogar.

Evite subir fotografías del interior y exterior de su vivienda.

No acepte solicitudes de amistad de personas desconocidas.

No caiga en la trampa de los likes.

No comparta imágenes o videos de su familia.

Evite subir fotografías de sus vehículos o lugares de vacaciones.

Hoy las redes sociales se han convertido en el banco de datos de quienes lucran con el miedo y acceden a información fácil. Pues las reglas dentro del sistema penitenciario han cambiado y cada grupo opera con total impunidad desde los centros de detención.

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