Hotel y Restaurante San Rafael, el emprendimiento de un cobanero que sobrevive gracias a la pizza imagen

Ni un accidente automovilístico que le quitó cuatro dedos de una mano ni la pandemia han podido detener a este emprendedor cobanero con 10 años de éxito con el Hotel y Restaurante San Rafael en Alta Verapaz.

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La industria gastronómica y de la hotelería se ha visto fuertemente afectada durante los últimos meses debido a la pandemia del COVID-19 que restringió la posibilidad de muchos a poder conocer los distintos rincones de Guatemala. Entre ellos, Cobán, Alta Verapaz, destaca por su oferta en comida, sitios turísticos y lugares donde hospedarse, también se vio involucrada dentro de la crisis.

Roberto Moreno, encargado del Hotel y Restaurante San Rafael, ha logrado sacar su emprendimiento que este 2021 cumple 10 años a pesar de las distintas dificultades. Iniciando como un restaurante, el esfuerzo del guatemalteco proveniente de una familia dedicada a la minería le permitió expandir su oferta a un hotel con más de 50 habitaciones decoradas con el amor de su mamá, compañera en sus esfuerzos.

Una historia de superación

Roberto recuerda que el proyecto nació hace 12 años y “buscábamos diversificarnos. Encontramos el nicho del restaurante como viable y adquirimos la propiedad de San Rafael. Teníamos de socio a un chef especializado del Intecap que trabajaría con nosotros. En ese momento, el sueño se enfocaba en poder conseguir una remuneración al tener el negocio” recuerda Moreno.

“Nos dimos cuenta que el chef con que contábamos difería con el conocimiento de varios profesionales. Eso provocó un tope y estábamos retrasando la apertura ante algunos fallos en el proceso de creación del menú. El decidió renunciar con 14 personas ya contratadas, publicidad ya pagada y a solo semanas de empezar a atender clientes.”

-Roberto Moreno, encargado del Hotel y Restaurante San Rafael.

“Yo era un enemigo de la cocina. Pero me di cuenta que tenía que aprender a cocinar o íbamos a quebrar.” Roberto, con 29 años en aquel momento, recibió ayuda de distintos chefs y comenzó a asistir a varios cursos culinarios. 

Sin embargo, Roberto sufría de un impedimento importante al iniciar su aprendizaje en la cocina. Durante un accidente automovilístico años antes de tener la intención de emprender con el restaurante, Roberto perdió cuatro dedos de una de sus manos. Esto le complicaba acciones como poder cortar alimentos, manejar sartenes y cocinar. “La amputación hacía que me costara aprender a cocinar. Fue una barrera física y mental. Pero deseaba salir adelante y demostrarme a mí y a la sociedad que se pueden lograr las cosas, a pesar de tener una amputación” recuerda. Así, con la fe puesta en Dios y con las ganas de poder superar estos retos, Roberto se inició en la cocina.

“Tenía muchísimas dudas y, de repente, me salían los platillos. Practicaba muchísimo y empecé a superar ese reto” afirmó Roberto. Con mucha práctica y una mentalidad de superación el joven emprendedor se convertía también en chef con el paso del tiempo.

Entre sus cursos, Roberto también logró conocer a un chef italiano que había trabajado en otros restaurantes guatemaltecos. Gracias a esto, San Rafael logró comenzar a funcionar. Los estudios del joven chef no acabaron y se especializó por meses dedicado a viajar hasta la Ciudad de Guatemala para poder especializarse y mejorar sus técnicas culinarias. “No me perdí un día de mis estudios. Dejé por un lado mis relaciones sociales para poder concentrarme en ser un mejor chef. Ni los asuetos o las vacaciones me detenían de estudiar” recuerda Roberto sobre su conversión a un chef.

Un hotel con marca del trayecto y mamá

Las más de 50 habitaciones con las que cuenta el emprendimiento de Roberto comparten elementos en común. “Las decoraciones expresan dos sentimientos muy fuertes. El primero, alrededor de todo del hotel se encuentran cuadros, recuerdos y curiosidades que me fui encontrando en mis distintos viajes mientras me especializaba de chef” asegura Roberto.

Sin embargo, la más especial de las decoraciones y que crea un sentimiento hogareño para Roberto es la mano de su mamá en el negocio. “Mi mamá me ayudó a poner en todas partes detalles y adornos. Todo tiene su mano. Ella le da esa vibra tan especial. Es la piedra angular del lugar porque mira detalles que ninguno de todos los que trabajamos ve” asegura Roberto.

Hoy, los colaboradores de San Rafael la reconocen como “la reina del lugar”, gracias al cariño, dedicación y personalidad que le ha dado al hotel y restaurante.

Las pizzas que salvaron al negocio

La pandemia del COVID-19 provocó acciones en el Gobierno de Guatemala. Los hoteles debían cerrar sus puertas y los departamentos cerrar sus límites para evitar contagios. Los viajeros se quedaron en casa y San Rafael se vio en crisis en cuestión de días. “Teníamos que ver qué hacíamos porque no podíamos detener el negocio así como así” recuerda Roberto.

Para aumentar al drama, un nuevo complejo de habitaciones del hotel se había iniciado a construir y una fuerte cantidad de dinero había sido aprobada como préstamo por un banco para poder llevar a cabo el proyecto. “Intenté regresar el dinero ya que la crisis iba a iniciar y en el banco me dijeron que ya no lo podía recibir, que sí o sí debía hacer el complejo. No me eché atrás y les iba a demostrar que eso no me iba a botar. Hicimos el complejo y, a la fecha, no nos hemos atrasado en ningún pago” sentenció Roberto.

Sin embargo, el secreto para no caer en crisis como el resto del gremio no provino de las habitaciones del hotel, sino de las recetas de una nueva pizza en el menú del restaurante. “Yo tenía varios años que había participado en cursos de pizzería en Italia, Estados Unidos, México y Costa Rica. Tomó muchísimo tiempo y preparación para realizarla porque quería encontrar mi fórmula” recuerda el chef. Pero la receta se quedó en espera por meses, hasta iniciar la pandemia, donde solo restaurantes con servicio a domicilio podían trabajar.

“Yo me preguntaba cómo le iba a hacer para sostener a las 27 personas que colaboran en el hotel. Decidí sacar las escrituras de las fórmulas de mis pizzas y me di cuenta que tampoco existía producto en Cobán. Tuve que pedir un permiso en Gobernación para poder ir a la capital y traer producto” comentó Moreno. A diferencia de otros restaurantes que optaron por el servicio a domicilio, San Rafael dispuso de un camión de comida para visitar las diferentes aldeas, caseríos y municipios de Alta Verapaz y vender la pizza. “Con un megáfono anunciamos que ya vino la pizza y parabamos de puerta en puerta para vender las porciones de nuestro nuevo alimento del menú.

Roberto lograba vender cada día cerca de 300 pizzas a la hora de almuerzo y recorrían varios kilómetros dentro de Alta Verapaz para poder realizar las ventas.

¿Te gustaría apoyar a este emprendedor? Puedes visitar Hotel y Restaurante San Rafael en el kilómetro 201 Carretera a Cobán, Alta Verapaz. También puedes encontrar más información de reservas y su menú en su página oficial de Facebook.

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