Farmacias de barrio, la última esperanza para algunos imagen

“Es más por el tema de estar infectados y salir a la calle, exponerse a riesgos, cuando hay opciones como la atención virtual”.

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Gladys comenzó con los síntomas el viernes. Dolor de garganta, fiebre, diarrea y mucho dolor en el cuerpo. Para el sábado, el cuadro de la cuarentona solo había empeorado. Acudió al hospital nacional de la Avenida Elena, pero no le quisieron atender. Una bolsa de medicamentos y buenos deseos fueron lo único que consiguió allí. Con el malestar a tope y una fiebre que le impedía movilizarse rápido no tuvo más opción que “irla a tener a la farmacia”.

Sin fuerza, Gladys llegó a la farmacia del barrio, una que lleva 35 años atendiendo a los vecinos de los alrededores de la Avenida de Los Árboles. Esa tarde de sábado Magaly, una enfermera y farmacóloga con 20 años de experiencia, la vio llegar maltrecha y aguada desde detrás del mostrador. “COVID”, le dijo la sexagenaria. Si, respondió. “Vengo del hospital y solo me dieron la medicina, pero me siento muy mal”, relató Gladys.

Oxímetro en mano la llevó a una silla y le midió sus niveles. “Viene bien bajo, así que mejor vamos a ver como la estabilizamos”, le dijo Magaly. Durante los siguientes tres días, Gladys no salió del pequeño cuarto detrás de los anaqueles abarrotados de medicinas. Y en turnos de 12 horas Magaly y el doctor de planta cuidaron de la paciente.

“No fue la primera en llegar, a la farmacia todos los días llega gente que no sabe lo que hacer o que no la atendieron en los hospitales”, Magaly.

Y es que desde que comenzó la pandemia los casos de personas con padecimientos, ya fueran reales o hipocondría, la pequeña farmacia se convirtió en un faro de esperanza para los habitantes de las colonias cercanas. “Mire cuando todo comenzó decidimos poner tres camillas y prepararnos para ayudar a la gente que viniera”, recuerda Magaly. Y así llegaron personas con dolores y aflicciones de todo tipo. Un jarabe, ibuprofeno, la ivermectina, unipulmín o cualquier medicamento para ayudarles a superar su aflicción se les entregaba a las personas.

“La pobre gente llega aquí a veces en condiciones que solo en un hospital se pueden atender, pero como los rechazan, se vienen acá y algunos hasta han muerto dentro y fuera del local”, Magaly.

Pero este año, particularmente después de julio, la cosa cambio. Cuadros como el de Gladys se han vuelto más frecuentes y la farmacia ya superó su capacidad. “Solo tenemos tres camillas y no podemos quedarnos todas las noches a velar enfermos, eso subiría el costo por que habría que contratar enfermeros, y la verdad nosotros vendemos medicinas y no somos un hospital”, asegura Magaly.

Y es que para quienes llegan a estabilizarse a la farmacia de Magaly, una estadía de tres días puede costar hasta Q2 mil. Mientras que, en un sanatorio, la cuenta puede llegar hasta los Q15 mil por un día de atención. Por lo que la falta de espacios en los hospitales, nacionales y privados, el elevado costo de la atención privada ha dejado a las farmacias de barrio como una opción para quienes no tienen recursos y presentan síntomas graves de COVID-19.

Para la Dra. Iris Cazali, infectóloga, es comprensible que las personas salgan a buscar ayuda a donde crean que la pueden encontrar. “La búsqueda de ayuda en las farmacias, es uno de los efectos colaterales que tiene esta situación que estamos viviendo”, asegura.  Para Cazali, quién reconoce que hay situaciones muy particulares en esta pandemia, quienes necesiten ayuda pueden optar por otros mecanismos más seguros, que el de ir a la farmacia. “Es más por el tema de estar infectados y salir a la calle, exponerse a riesgos, cuando hay opciones como la atención virtual”, asegura.

“Estamos en el punto donde estamos por diversas causas, y una de estas es la negación de las personas, la cual viene del cansancio de todo lo que se ha vivido y lo que se está viviendo”, Iris Cazali.

Nos guste o no, la realidad es que la situación del COVID-19 en Guatemala está fuera de control. Las predicciones apuntan a que en los próximos días los contagios se incrementarán exponencialmente y para fin de año el numero de muertes se multiplicarán. Este es el resultado de gobierno que no pudo manejar la crisis, un pueblo que se negó aplicar las medidas de contención y un sistema de salud que ya no tiene ni espacio para quienes lo necesitan.

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