“Más allá del sol, yo tengo un hogar, hogar bello hogar, más allá del sol…”.
Este himno acompaña el camino hacia el camposanto donde las personas se despiden por última vez de sus seres queridos. El dolor y el sufrimiento se observan en los rostros de aquellos que el pasado 3 de junio el Volcán de Fuego les arrebató a su familia.
No existen palabras para describir la tristeza que invade a los corazones de tanta gente en Alotenango, Sacatepéquez. Corren hacia los bomberos al escuchar que se ha localizado otro cuerpo. La desesperación de muchos es saber si la persona que encontraron es de su familia.
Para Ana Lucía Celada, la pérdida de sus sobrinas de siete y tres años, ha sido dolorosa. Ellas se encontraban en casa con sus abuelos y tíos cuando la nube de cenizas bajaba por las faldas del volcán, pero no les dio tiempo para escapar. “Lo más difícil fue enterrarlas, eran unas niñas todavía”, expresó, mientras cargaba en sus brazos a su bebé de meses y se contenía para no soltarse a llorar.
En el parque central de Alotenango, se elevan oraciones en memoria de las personas que fallecieron y de las que continúan desaparecidas. Sus nombres escritos en una hoja de papel acompañan el altar de flores y veladoras. Todo se detiene al momento que entran los ataúdes hacia ese lugar especial que con mucho amor las familias han preparado para velar a sus seres queridos.
Olga y su familia lloran por la pérdida de María Magdalena, quien era madre y abuela. Una mujer con un gran corazón que los cuidaba y llenaba de amor. Su casa siempre estaba llena de alegría, pero el 3 de junio se apagó. “La que está aquí es mi abuelita, no puedo creerlo, ya enterramos a una prima, todavía mi hermano y primos no aparecen”, contó con lágrimas.
La imagen de los hermanos Dávila llorando a su madre fue una escena que conmovió a las personas del lugar. Maritza Dávila perdió su vida en la tarde de ese domingo, minutos después que saliera en busca de un hijo para que llegara a comer. “Yo le dije a mi mamá que se sentara a comer con nosotros y que luego fuera a buscarlo. Nosotros pudimos escapar porque nos fuimos hacia la montaña y ella se encontraba en el callejón donde varias personas murieron cuando bajó la ceniza”, contó Roxana Dávila.
Si bien es cierto, las calles de Alotenango se encuentran abarrotadas con vehículos cargados de víveres de personas y organizaciones que se han sumado a esta causa. Entre la movilización se encuentra un agente de PMT, quien en una esquina trabaja para darle vía a la gente, pero nadie sabe por dentro que debajo del uniforme guarda un gran dolor. “La Finca Las Lajas fue la más afectada, mi familia vivía en ese lugar, todavía tengo a cinco parientes desaparecidos y a una nieta que ya se encontró con vida. Pero aquí sigo en la lucha y trabajando para servir a los demás”, contó el PMT, quien sonaba su gorgorito mientras daba paso.
Por el momento, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) ha reportado a 109 personas fallecidas y 197 desaparecidos. Las comunidades más afectadas son: San Miguel los Lotes, El Rodeo, Las Lajas, El Porvenir, lugares donde cientos de vidas se perdieron.
El único consuelo para estas personas es despedirse por última vez de sus seres queridos, ya que su recuerdo vivirá para siempre en sus memorias. “Acompañamos a estas familias a darles el último adiós a sus seres queridos, porque hay muchos como nosotros que todavía no encontramos a la nuestra”.
Fuente: CONRED