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El pontificado de Benedicto XVI abrió la puerta para un cambio importante dentro de la Iglesia Católica. Pero no fue sino hasta la llegada de Francisco I que los vientos de cambio y la prevención contra el abuso sexual de menores en todo el mundo comenzaron a darse. Y ahora en Guatemala, un sacerdote se prepara para luchar contra las causas y afectaciones del abuso sexual en la Iglesia.

Desde que se dieron a conocer escándalos de abuso sexual, en contra menores, en todo el mundo los gobiernos de varios países comenzaron investigaciones sobre el tema. Guatemala, entre tanto, se enfrenta a una ola de abusos por parte de maestros y lideres religiosos en el área de las Verapaces. Las investigaciones internacionales, que iniciaron durante el  papado de Juan Pablo II, han recorrido un largo camino para que la Iglesia corrija el rumbo y adopte medidas para prevenir esta situación.  Pero los vientos de cambio ni la catedral de San Pedro los puede detener.

Estudios de Australia, Estados Unidos y Alemania fueron los primeros donde se dio a conocer este fenómeno (abuso sexual). El diagnóstico que arrojaron estos estudios multidisciplinario fue terrible, pues se dio a conocer que el abuso sexual contra menores era a penas el síntoma de una enfermedad generalizada al interno de la Iglesia. Para el sacerdote Abel García, quien actualmente cursa la maestría de Pastoral de Prevención de Abusos en la Iglesia es momento de cambios y llevar la iglesia a otro plano. El curso que atraviesa García es el diplomado “La Prevención del abuso sexual en Latinoamérica”, impartido por la Universidad Pontífica de México y tiene por objeto combatir el abuso sexual .

“Ha sido el abuso de poder lo que ha generado esta degradación dentro de la iglesia”, Abel García, sacerdote.

El abuso de poder es el origen del problema, luego viene el abuso de conciencia que se traduce en corrupción y la manipulación de personas al interno de la iglesia, se enseña en el curso. Pero el más grave de todos los temas que estudia García, es el abuso de niños en el seno de la Iglesia. Las investigaciones multidisciplinarias, donde también participo la iglesia, dieron a conocer que hay personas con trastornos narcisistas y antisociales que cometen estos abusos.

Los análisis de los abusos de poder dentro de la iglesia, dieron como resultado que el abuso sexual comienza en la casa. Ser niño y vulnerable con un padre o una madre narcisista es de alto riesgo y abre la puerta para estos abusos. “Cuando un niño con estas características llega a otro ámbito, como escolar o eclesiástico lo más seguro es que seguirá siendo abusado”, asegura García.

Los tres papas

Juan Pablo II, conoció de los casos y no hizo nada pues no les dio credibilidad. “El recibía informes de los obispos que encubrían estas conductas en México y Estados Unidos”.

Benedicto XVI, transgredió las leyes de la iglesia y siguió con las investigaciones, como fue el caso de Marcial Maciel.  Maciel es el sacerdote fundador de los Legionarios de Cristo, a quien que se le demostró haber abusado de mas de 200 niños, aunque los propios legionarios reconocieron 65 casos.

El Papa Francisco pidió que se conformara la Comisión para la Tutela de los Menores, pues se enteró de los temas que sucedían en América Latina. Esta comisión completó las investigaciones de los años 90 en Australia, Alemania y Estados Unidos. “Corroboraron los datos y ampliaron la información sobre el tema”, asegura García.

Y es esta Comisión para la Tutela de los Menores, que ha creado la Centro de Protección de Menores (CEPROME) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) la que ahora busca llevar por toda américa latina una voz de esperanza y cambio en la iglesia. La primera funciona como una sede académica, encargada de abordar y promover el estudio de las causas del abuso de menores. Mientras que CELAM es la parte administrativa, que vincula a obispos y diócesis para hacer operativas las directrices de CEPROME.

“La conclusión de los estudios es que el abuso sexual de menores no tiene su raíz en la homosexualidad o la pedofilia, la razón es el abuso de poder”, Abel García.

El abuso sexual siempre se da en una relación asimétrica, donde el abusador tiene poder y el vulnerado es más débil. Luego existen los terceros, que son aquellas personas que perciben que algo esta sucediendo, pero que no dicen nada. “Generalmente es la mamá, que le permite a papá llevar a cabo el abuso”, agrega García.

Los niños implementan dos mecanismos para lidiar con el abuso, sostiene el sacerdote. La disociación, donde el niño separa su cuerpo de su persona y asegura que lo que le sucede, es a su cuerpo no a él. Por otro lado, esta la memoria disociativa, “lo normalizo, pero lo olvido”, que es un mecanismo de defensa donde se borra el recuerdo, pero este vuelve con el tiempo o en la edad adulta.

Y aunque muchos obispos se resisten aceptar y participar de los cursos, CEPROME México invita a sacerdotes en las Universidades católicas para que participen de los talleres. Y es aquí donde la labor de García comienza abrir brecha acá en Guatemala, pues ha comenzado a implementar lo aprendido en los cursos y de a poco busca cambiar el rumbo de la iglesia y que se detenga el abuso de niños en Guatemala.

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