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Llegaron al Hospital Roosevelt para atender la solicitud de una septuagenaria, que luchaba contra el coronavirus y la respuesta de los médicos los dejó con la boca abierta. Su intención, era la de donar plasma para ayudar a la anciana en su recuperación. Y aunque se dispusieron de más de Q5 mil millones para atender la crisis del COVID-19, la falta de un reactivo una vez más deja en evidencia las carencias con las que deben trabajar los encargados de la salud.

Carlos Torrebiarte, su esposa y su hijo cayeron víctimas del mal llamado “virus del murciélago”, a finales de febrero pasado. A decir de él, inicialmente creyó que era dengue, pues ya conocía los síntomas. Sin embargo, luego de la visita de unos amigos, quienes al volver a su país dieron positivo para el virus, no quedó duda. Una prueba y los peores temores de Carlos se cumplieron, su esposa e hijo estaban también infectados.

La agonía de la familia duró 30 días, 15 de enfermedad y 15 de aislamiento. Durante las primeras horas, la fiebre y el sudor sacudían y empapaban el cuerpo del padre de familia. Cada vez y con mayor dificultad, los pulmones de Carlos hacían su mejor esfuerzo para dilatarse y dejar entrar el aire. Mientras que su esposa e hijo le veían sufrir, sus cuerpos no eran ajenos a la enfermedad y sufrían de dolores, pero leves.

Tras una consulta, por la vía telefónica a un médico, una combinación de antibióticos, nebulizaciones y remedios caseros comenzaron a hacer efecto en Carlos. La fiebre, que durante varios días había llegado a los 39 grados, comenzó a ceder y las molestias a disminuir. Finalizados los 30 días, toda la familia lo había logrado, el coronavirus fue derrotado.

Cuando sus sistemas inmunológicos se sobrepusieron al virus, Carlos no dudó en compartir su historia. Y fue entonces que la noticia de su recuperación, en abril, llegó a oídos de la familia de Dinora, una abuela de 74 años, que recién empezaba a padecer el infierno que Carlos ya conocía. Los médicos de Dinora habían sugerido buscar alguna persona que hubiese vencido al virus y que su plasma fuera compatible con el de la afectada.

De inmediato, buscaron a Carlos para pedir su ayuda. Sin más, ellos quienes conocían las aflicciones de primera mano, no dudaron en ofrecerse para la prueba de compatibilidad y sería el hijo de Carlos quien donaría el plasma. Se presentaron a un hospital privado, donde la evaluación de anticuerpos confirmó que ya habían sufrido la enfermedad y que podrían ayudar a la anciana, pues su hijo era compatible con Dinora. Sin embargo, tras ser referidos al Hospital Roosevelt para hacer efectiva su donación, la falta de un reactivo impidió que pudieran ayudarla.

“En el Roosevelt le dijeron que no era así nomás la situación de dar plasma, no pudo donarlo, los doctores le dijeron que no había un reactivo”, Carlos T.

De acuerdo con la doctora Iris Cazalli, jefa de la Unidad de Infectología, del Hospital Roosevelt, al momento los reactivos para las pruebas de donadores de plasma ya están pedidos, pero están en aduanas a la espera de que sean liberados. Además, sostiene que el hecho de que a una persona le salgan anticuerpos negativos, no quiere decir que sea posible donar plasma. Se necesita hacer una medición con un reactivo, para saber cuántos niveles de anticuerpos tiene, para que sea efectiva. 

“Hay gente que es inmune, pero no se sabe qué tan inmune es”, Iris Cazalli

Silvana Torselli, jefa de la unidad de Hematooncología, del Hospital Roosevelt, afirmó que los pacientes que ya se recuperaron, luego de 14 días, son los mejores donantes de plasma. Luego de su plasma se miden los anticuerpos IGG y dependiendo sus niveles se establece la viabilidad para donar. “El plasma se separa y con esas defensas se la trasladan al paciente enfermo, pero actualmente no tenemos esas pruebas y estamos pendientes que entren a Guatemala”, aseguró.

Carlos y su hijo, quienes conocen la aflicción que el virus causa, aseguran que no poder donar plasma para ayudar a otros es triste. “Lo que nos duele es saber que esta señora necesitaba el plasma y no la pudimos ayudar”, asegura el padre de familia. Según él, de existir las condiciones ideales, se podría ayudar a muchos facilitando la donación de plasma. 

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