Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

A sus 95 años, doña Catalina hipotecó su casa, su hijo la abandonó y la desalojaron

Ella lloró el día que llegaron a sacarla de la casita donde vivía.

Tiene 95 años y a esa edad se quedó viviendo en la calle.

Su hijo, adoptado, a quien le pagó sus estudios con la leche que ella vendía de las vacas que tenía, la engañó y después la abandonó.

Doña Catalina Raymundo se quedó esperando una promesa que su hijo le hizo, luego de que este se fuera a los Estados Unidos.

Le dijo que se iba a trabajar y que le mandaría el dinero para pagar la casa. Así, Raymundo hipotecó el terreno para que él se pudiera ir a los Estados Unidos, en busca de una oportunidad laboral.

La última vez que la llamó le dijo que en Estados Unidos era invierno y que no encontraba trabajo. De eso hace tres años y nunca más supo de él.

Ella, hoy llora desconsolada porque a su edad tiene que vivir en casas ajenas donde le dan posada uno dos días, pero después la sacan a la calle.

Doña Catalina fue una madre sacrificada.

Cuando su único hijo estudiaba en la capital, ella le enviaba sin falta el dinero, mes a mes, por medio de las camionetas que de Nebaj van a la ciudad.

La última noticia que tuvo de él fue que vive con una salvadoreña en Minnesota. La humilde mujer llora cada vez que lo cuenta, porque está viviendo sus últimos años o quizás días en condiciones infrahumanas.

Doña Catalina ya arrastra sus pies al andar, no se puede bañar sola y tienen que atenderla.

Únicamente se alimenta de tortillas, tamalitos y frijol.

Y aunque Alexander Cedillo, un joven de la comunidad de Nebaj la ha apoyado, aún no termina de reunir el dinero, víveres y ropa para darle una vivienda digna a doña Catalina, en un terreno donde también habita una mujer con sus 4 hijos, en las mismas condiciones de pobreza.

En la comunidad donde ella vive no hay un asilo, y las personas del lugar, que queda a 3 horas de Nebaj, no quieren que se le saque de allí porque dicen que doña Catalina está acostumbrada a vivir desde niña en la aldea.

Pero tampoco hay alguien que quiera cuidarla.

Por el momento, Alexander encontró a una persona que por ahora la baña y le da comida.

Él suele ir a verla una o dos veces por semana, porque la aldea donde esta doña Catalina está retirada de su comunidad.

Alexander recauda fondos para construirle un cuarto donde ella pueda vivir y ya no tenga que estar pidiendo posada.

Ya pagó los 3 mil que exige la municipalidad por tres pinos, cuya madera servirá para construir las paredes de la vivienda, pero falta el block, cemento y el hierro.

Mientras tanto, doña Catalina, a sus 95 años, mira la vida pasar entre penas, humillaciones y malas miradas, abandonada por un hijo que nunca se preocupó por ella.

Cualquier ayuda, comunicarse el celular de Alexander: 4534-9370.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte