De sexo, licor y privilegios así es la vida de los Martinelli en la cárcel de Guatemala imagen

“El portón está cerrado, no para que evitar que se vayan, es más para que la gente no vea lo que allí pasa”

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Desde el portón, hasta el sector de personalidades, hay un tramo de unos 500 metros. El camino de tierra y la exuberante vegetación sirven para esconder, de los ojos públicos como viven la realeza criminal de Guatemala y junto a ellos los dos hijos del ex presidente panameño, Ricardo Martinelli.

En julio del año pasado fueron enviados a la improvisada prisión, localizada en la base militar Mariscal Zavala. Aunque las instalaciones distan mucho de un centro de detención lujoso, los privilegios de que gozan los casi 250 reclusos han sido motivo para que este centro sea tildado como la cárcel VIP.

Los hermanos Ricardo y Luis Enrique Martinelli Linares, hijos del ex presidente panameño Ricardo Martinelli, se aferran con uñas y dientes a su nueva residencia. Todo con el fin de evitar un proceso de extradición a los Estados Unidos, donde se les acusa de haber recibido US$28 millones, producto del pago de coimas por parte de la empresa brasileña ODEBRECHT.

Según la acusación de la Fiscalía del Distrito Este de Nueva York, los hermanos habrían conspirado para cometer blanqueo de capitales y dos delitos de ocultamiento de información entre 2009 y 2015. Este último delito habría sido perpetrado por Ricardo Martinelli, durante el gobierno de su padre.

Desde su llegada al centro de detención, los hermanos Martinelli han gozado de los privilegios que el ex presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina acusado de millonarios fraudes al Estado de Guatemala, tiene. Desde la llegada de Pérez Molina, una pequeña casa en un sector aislado del penal, se ha convertido en el hogar de una mano de funcionarios públicos que desafían a la justicia y al propio sistema carcelario del país.

El Zavala y los privilegios

Al interno de “El Zavala”, todo tiene un precio y vive mejor quien más pueda pagar. Para los simples reclusos, entiéndase millonarios con pocas conexiones en las altas esferas, para tener un espacio a orillas de una cancha de futbol bastan Q350 mil (unos US$45 mil) como pago. Pero para dos extranjeros, como lo son los hermanos Martinelli, la vaca se ordeña mensualmente.

“Ellos (los Martinelli) tienen que pagar unos US$50 mil mensuales para codearse con la realeza criminal de Guatemala”, asegura un personero del Sistema Penitenciario (SP).

Pero estos fondos no se reparten entre los guardias. El pago por vivir bien en El Zavala, es un negocio que administran y dirigen miembros de una conocida familia del oriente del país. Se trata de los Mendoza, quienes son los encargados de cobrar e impartir orden dentro del improvisado centro de detención, acusados de conformar una estructura criminal dedicada al trasiego de droga.

Para los encargados del SP, el negocio viene de otra forma. Ellos no reciben los pagos por el derecho de piso, sino que nutren sus billeteras con los caprichos y gustos extravagantes de los adinerados detenidos.

Los Martinelli gracias a su cercanía y buena relación, que han cultivado con el ex secretario privado de la presidencia de Álvaro Colom, Gustavo Alejos les ha redituado múltiples beneficios. Alejos, quién es el mandamás del área exclusiva de El Zavala, y es acusado en cinco casos distintos de corrupción, ha acogido a los hermanos Martinelli bajo su protección. Hoy los dos hermanos, gozan de los beneficios que trae una amistad con el hombre fuerte del penal.

“Alejos les arregló un espacio para que se quedaran en el área de personalidades importantes y cada mes ellos pagan unos US$50 mil para permanecer allí”, asegura el guardia.

Guardias al servicio de los corruptos

Desde la entrada de “El Zavala” se pueden ver personas que llegan con bolsas del supermercado, motoristas de Uber Eats y hieleras que ingresan al penal. Y es aquí donde los guardias ganan, pues hacerle llegar las encomiendas a los detenidos del VIP tiene un costo.

“Algunos piden comida a restaurantes de carne asada, mariscos o comida italiana y hasta licores, en el caso de los hermanos Martinelli, la dieta es variada, pero en la mayoría de los días esta es de afuera del lugar”, asegura el guardia.

Pero no solo de buena comida se presume en El Zavala, a los antojos de los recluidos se suma la visita de cualquier persona. Las cuales también tienen un precio. Y, por si fuera poco, en el portón de acceso, también se pueden ver mujeres apostadas a la espera de ser ingresadas.

De apariencia exótica y con ropas ajustadas, su maquillaje les delata. A estas visitas se les llama el servicio de nenas, las cuales pagan a los guardias Q100 (unos US$14) por entrar a trabajar. De acuerdo con los guardias, estas trabajadoras del sexo pueden atender hasta unos 5 servicios al día, con lo que ganan Q4 mil 250 (US$590) por una jornada de atención.

A los múltiples beneficios de la mal llamada cárcel, donde el servicio de internet, televisión por cable, cafetería, gimnasio y hasta una iglesia, se suman los días de fiesta. Llamado el día de “los cuates”, que se celebra los viernes, la reunión es un despilfarro de licor, sexo y música.

Ese día, las visitas familiares están prohibidas, mientras el licor y la camaradería impera en el área selecta del penal. “Los meros cabezones piden prostitutas a los centros nocturnos más caros del país y los licores no faltan para amenizar la fiesta, específicamente en el área de VIP, donde están los Martinelli”, relata el guardia.

Y aunque el gobierno de los Estados Unidos haya acusado formalmente a los hermanos Martinelli y solicitado su extradición de Guatemala. Lo cierto es que los retoños del ex presidente canalero, seguro prefieren que la rumba siga en El Zavala y no que se interrumpa en el norte.

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