Centro de vacunación de la URL, un ejemplo a seguir imagen

Ale, la estudiante que todos los días hace su parte para salvar vidas en esta pandemia.

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Le advirtieron que llegara con un par de horas de anticipación, que las colas eran largas y que fácilmente se podría pasar toda la mañana a la espera de la vacuna. Pero no, no fue así. Desde que entró al estacionamiento de la Universidad Rafael (URL), todo el proceso tomo una hora. La organización, el personal y hasta los pacientes se integraron en una coordinación perfecta que en 60 minutos permitió entrar y salir con la primera dosis.

Llegó a las 9, a pesar de que el mensaje de texto decía que la cita era para las 11. “Es mejor llegar antes, por que dicen que se hacen colas muy largas”, asegura Javier. Pero para su sorpresa las largas filas para ingresar a la URL no eran más. En su lugar, un transito fluido y un grupo de colaboradores que no solo hicieron rápida su visita, sino que también dirigieron a los 200 vehículos como un PMT soñaría hacerlo en la hora pico.

Primera parada, entrega de documentos y verificación de papelería. Allí una joven reviso el DPI de Javier, le entregó una hoja y un número impreso en una cartulina. Luego en un segundo toldo, la entrega del consentimiento para recibir la vacuna, fecha de nacimiento y numero de teléfono. De allí en adelante, el recorrido le llevó al estacionamiento  donde un grupo de estudiantes de medicina y doctores administraban la dosis de la vacuna.

Al ingresar, nuevamente el DPI, el consentimiento y la entrega del numero impreso para verificación de datos. Acto seguido, la dosis y una espera de 15 minutos en el estacionamiento. Y fue durante esa espera que Ale apareció de la nada. Una joven estudiante de tercer año de medicina, que todos los días asiste al centro de vacunación para ayudar a las personas que esperan luego de recibir la vacuna. “No puede tomar cerveza, no puede fumar, podría tener problemas digestivos, incluso hasta fiebre”, le advirtió la estudiante a Javier.

Ale, quien todos los días llega a la URL a las 5:50, pasa diez horas en el centro de vacunación. Desde temprano nos ponemos a organizar las cosas que vamos a usar, luego cuando se abre el puesto de vacunación, la prioridad es atender a las personas y aclararles cualquier duda que puedan tener sobre los posibles efectos de la vacuna, asegura.

Una hora después de haber comenzado el proceso, Javier salió del estacionamiento. Más tranquilo por haber recibido la primera dosis, y más inquieto por la posible reacción que su cuerpo pudiera tener.  Esa noche, no fue de las mejores para Javier, un poco de fiebre, dolor de cuerpo y mucha sed le cortaron el sueño. “Pero al día siguiente, ya amanecí mejor, algo golpeado, pero mejor”, asegura. La próxima visita a la URL será en un mes, cuando Javier busque la segunda dosis y con un poco de suerte vuelva a ver a Ale, la estudiante que todos los días hace su parte para salvar vidas en esta pandemia.

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