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Guatemala poco a poco pierde la batalla, uno a uno le van ganando y no se da cuenta de su gran fracaso. Lo que inicialmente se celebró como castigo para los corruptos, un alto a la impunidad, es hoy una cuenta que gota a gota la desgasta y la condena.

Pasado el mediodía, uno más en la lista de señalados por CICIG y el MP les dijo adiós. Sin juicio, sin condena y gravemente enfermo, Manuel Barquín, el diputado se fue.

Su muerte ha puesto en evidencia, nuevamente, lo ineficiente y falible que es nuestro sistema de justicia. Uno donde la justicia llega “tarde, mal o nunca”, en el mejor de los casos.




Los largos procesos, donde los acusados guardan una prisión que, en la mayoría de los casos, excede al castigo que conlleva su delito.

A la fecha, cinco personas han muerto antes de ser vencidas en los tribunales. Sus procesos no se pudieron concluir, el MP no logró demostrar su caso y su defensa refutar las acusaciones.

Barquín murió por complicaciones respiratorias, una fibrosis pulmonar habría sido la consecuencia de una serie de infortunios. Semanas antes había ingresado al hospital por un cuadro de neumonía e infección urinaria, donde permaneció durante un mes.




El Petenero que conquistó la capital

Manuel de Jesús Barquín Durán, era oriundo del departamento de Petén y amante de su tierra. Desde muy joven mostró inclinación por la vida pública y fue así como se convirtió en alcalde de su natal La Libertad.




Posteriormente fue nombrado gobernador del departamento y, luego, en 2004 llegó al Congreso de la República con la Gran Alianza Nacional. Y, desde entonces, se cambió de partido en partido, según sus intereses, al punto de pasar de organizaciones como GANA a LIDER y hasta caer en el Partido Patriota.

Su gestión estuvo marcada por la controversia, los cuestionamientos y la falta de transparencia en el gasto público. En 2014 fue señalado de usar los fondos rotativos del Congreso para compra de Biblias, que el diputado regalaba a sus simpatizantes.

“Si compré las Biblias, pero fueron para regalar”, dijo entonces el parlamentario. Sobre otros gastos, como chicharrones y carnitas, expresó “pero si son re ricos usted”, para justificar el pago.

El proceso que finalmente alcanzó

Hábilmente Barquín desestimaba los señalamientos en su contra. Fuesen de gastos, comisiones en obras o cuestionamientos sobre su afinidad política, Barquín lo dejaba por un lado y su carrera política seguía.

No fue sino hasta que la CICIG y el MP lo vincularon en el llamado caso Lavado y Política que la sombra de la desgracia se puso sobre la vida del petenero.

Francisco Edgar Morales Guerra, alias Chico Dólar, fue acusado de realizar operaciones ilícitas por más de Q1 mil millones en los bancos del sistema. Para hacer sus operaciones habría contado con la protección de los diputados Manuel Barquín y Jaime Martínez Lohayza.

El primero, según Chico Dólar, le garantizaba protección por medio de su hermano Edgar Barquín, quien fungía como presidente del Banco de Guatemala y tenía injerencia en la Intendencia de Verificación Especial. El segundo prestaba sus oficinas en el Congreso para realizar operaciones y garantizar la impunidad que los negocios de Morales Guerra requerían.

Por tal razón, en marzo del año pasado, acusado por el MP y la CICIG, fue enviado a prisión en el sector 12 del preventivo de la zona 18. Desde entonces, Barquín esperaba que su proceso penal se desenvolviera, pero la enfermedad le alcanzó.

Barquín hoy engrosa la lista de los que se fueron sin condena, sin castigo, sin escuchar ni ser escuchados. Este hijo predilecto de Petén no volverá a su amada La Libertad, pero se libró de Iván y un sistema de justicia que de a poco se cae a pedazos.




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