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Inicialmente fueron felicitaciones y admiración entre Washington y Beijing, por el manejo de la crisis generada por el COVID-19. De pronto, todo cambió, sospechas de manipulación de información, falta de transparencia y una agenda para no mostrarle al mundo la realidad de la pandemia al interior del gigante asiático. Hoy, los señalamientos de Trump al régimen de Xi Jinping le han costado unos US$400 millones a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Donald Trump pasó de los halagos a China, a una guerra de acusaciones y desconfianza en el gobierno de la bandera roja. Primero surgieron informes que detallaban cómo durante el período de la cuarentena, en la nación de la porcelana fina, habrían desaparecido unos 21 millones de usuarios de teléfonos móviles.

Portales noticiosos daban a conocer que, entre diciembre de 2019 y enero de 2020, al menos 21 millones de servicios telefónicos habrían sido cancelados. Las teorías especulativas no se hicieron esperar. Según los denunciantes, como el portal de ABC14News, en menos de 3 meses los usuarios simplemente desaparecieron.

Otros como el periodista James Alami ofrecieron una radical respuesta al asunto. Las cifras de fallecidos por el COVID-19 en China no eran reales. El gobierno había reportado, para entonces, la muerte de 3 mil 300 personas y al menos 800 mil contagiados. De acuerdo con Alami y cientos de páginas de información, estos datos serían falsos y la cifra de fallecidos podría haber superado los 20 millones.

Ante los señalamientos, la agencia de noticias AP realizó una revisión de datos con el fin de establecer la veracidad de las denuncias. Y la conclusión de AP, luego de investigar en un país donde la información es controlada por el gobierno, fue clara. “Las tres compañías más grandes de servicios móviles en China reportaron un descenso de 20.65 millones de usuarios entre los meses de enero y febrero”.

En febrero estas fueron las bajas:
China Mobile Ltd. 7.25 millones
China Unicom Hong Kong 7.8 millones
China Telecom Corp 5.6 millones

Fue así como la agencia internacional de noticias concluyó que la desaparición de 21 millones de usuarios de teléfonos nada tenía que ver con las muertes por el COVID-19. Un representante de China Mobile Ltd. dijo a AP que aunque la suspensión de servicios estaba relacionada con la pandemia, no eran situaciones vinculadas con fallecimientos.

“Se debió mayormente a la reducción en negocios y actividades sociales, ya que muchas personas ahora se quedaron con solo una tarjeta SIM”, China Mobile Ltd.

Pero, los señalamientos entre Washington y Beijing fueron subiendo de tono. Por un lado, Trump aseguraba que los chinos habían mentido sobre la magnitud de la enfermedad y se resistieron a recibir ayuda internacional para controlar la situación. Desde Beijing la respuesta fue tajante: “No mentimos, son ellos quienes mienten”, dijo la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunying.

Fue entonces que informes de inteligencia de la CIA dieron a conocer que la OMS habría sido copartícipe de China en el ocultamiento de información. Misma que habría sido útil para evitar que el COVID-19 se propagara por todo el mundo.

La estocada final al argumento entre Washington y Beijing llegó de la mano de una isla que China reclama como su territorio. En diciembre de 2019, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Taiwán, fue alertado de la existencia de una rara neumonía viral que habrían sufrido 7 personas en la provincia de Wuhan, China.

Fue así como el 31 de diciembre el CDC de Taiwán envió un informe a la International Health Regulations (IHR), adscrita a la ONU, sobre la situación en China y solicitando información sobre esta nueva enfermedad. Misma que creían los personeros de la CDC que se transmitía de humano a humano.

“Para ser prudentes, en el correo electrónico (a la OMS), nos referimos a la enfermedad como una neumonía atípica y que los pacientes habrían sido aislados para tratamiento”, reza el documento. Pero, la OMS falló en cumplir con su rol y tanto el organismo internacional como el gobierno de XI Jinping, trataron de evitar dar más detalles de lo que sucedía al interno de China.

“Aunque Taiwán tenía serias sospechas del contagio entre humanos, no pudimos obtener confirmación por la vía de los canales existentes. Por lo que el gobierno de Taiwán decidió elevar el nivel de controles migratorios y medidas de cuarentena”. CDC Taiwán.

Por su parte, la OMS asegura que nunca recibió los correos electrónicos de Taiwán. Y más aún que jamás estuvo al tanto de una alerta temprana sobre la transmisión del COVID-19 entre humanos.

Es en medio de estos señalamientos y falta de claridad en la información, que el gobierno de los Estados Unidos asegura que la OMS ha jugado sucio. “La OMS ayudó a China para que la gravedad del COVID-19 no se conociera”, aseguró Trump. Estamos desconcertados porque la información de Taiwán no fue compartida con la comunidad sanitaria mundial, como refleja la declaración de la OMS del 14 de enero de 2020, según la cual, no hay pruebas de una transmisión entre humanos”, Gobierno de los Estados Unidos.

Y fue así como la desconfianza en la gestión de Tedros Adhanom, actual director de la OMS, llegó a la Casa Blanca. Una que considera que Adhanom obró mal y ahora deberá enfrentar las consecuencias de sus actos, las cuales inician con la pérdida de US$400 millones por no atender el llamado de Taiwán. 

Y es en este marco que podría estar la respuesta a la pregunta de: ¿A dónde se fueron los 21 millones de usuarios de celulares en China?

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