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Una madre soltera, una hija adolescente y un dealer, así se cruzaron sus caminos. El triángulo imperfecto, lo cruza una red de distribución y comercialización de drogas en las inmediaciones de la zona 16.

Ella, una madre soltera bien intencionada, como tantas que viven en esta ciudad, que busca educar a su hija y darle lo mejor que sus posibilidades pueden. Ella, una joven, deseosa de comerse el mundo y de vivir cada día como si fueran dos.

En el lado opuesto, un joven de “buena familia”, de padres trabajadores y que han logrado subir peldaños en la escalera social con base de trabajo y sacrificios. De apariencia desgarbada y rodeado de los excesos que la “Black de Papi” puede costear.




¿Jamaiquino o Hobbit?

El Rasta, Luis Fernando Girón Maldonado, un híbrido entre jamaiquino y hobbit, no se ganó su mote a pulso. Más bien, las greñas largas, su aspecto “chubby” y los tatuajes sirvieron de apoyo para su sobrenombre.




El Rasta es miembro de un grupo de jóvenes que se dedica a la venta de drogas en la zona 16. Centros comerciales, estacionamientos, restaurantes y lugares de recreo son los favoritos de este grupo.

Allí, abordan a jóvenes y les ofrecen su producto. “Cocaína, marihuana y hasta pastillas”, engrosan el menú de la pseudo organización criminal. Al grupo delictivo hasta se le atribuye la venta de brownies y paletas con marihuana junto al carrusel de la ciudad más criticada de Guatemala.

Su maltrecha apariencia era anulada por el exceso y los lujos de los que disponía el joven. Autos último modelo, un séquito de guardaespaldas para protegerle y todo el dinero que pudiera gastar para impresionar a cualquiera.

Y como bien dice el dicho “Ficha mata TODOOOOOO”, el Rasta sabía hacer despliegue de sus bienes para conquistar a más de una joven. “Es re feo, pero les da lo que ellas quieran”.

Las droga y se las lleva

Y es con esta red de estupefacientes que el Rasta ha conquistado el corazón de varias adolescentes.

La mayoría han logrado escapar de sus regordetes brazos y volver a la seguridad de sus familias. Sin embargo, en noviembre pasado una más cayó en sus engaños.

“Recibió droga de el Rasta y luego no le pudo pagar”, comenta uno de sus amigos. Ante la falta de efectivo, la joven se valió de su cuerpo para saldar la deuda.

Así fue como comenzó una historia de amor que solo duró dos meses. La madre de la joven, desesperada por recuperar a su hija, buscó ayuda y consiguió una alerta Alba Alba Keneth para su hija.

“Ella se fue a vivir a la casa con el Rasta, parecían hasta esposos”, recuerda una amiga. Eso sí, un matrimonio unido por el excesivo consumo de drogas y un secreto.

Así como ella, otras jóvenes habían abandonado sus casas, se habían unido a miembros de la agrupación delictiva y eran retenidas en casas para ser utilizadas como objetos sexuales y compartir narcóticos.

Cuando el “romance” estaba en su mejor momento, los esfuerzos de la madre rindieron sus frutos, ya que luego de un allanamiento, la menor fue rescatada y llevada a un centro de rehabilitación. Sin embargo y, fuera de toda lógica, el Rasta quedó libre y sin problemas con la ley.

Algunos aseguran que los nexos de el Rasta llegan hasta entidades de Gobierno que se han asegurado de protegerle. “Tiene familiares en la SAAS”, aseguran algunos y otros hasta lo han comparado con Roberto Barreda y aseguran que está bien cuidado por personal del Organismo Judicial.

Lo cierto del caso es que hoy, las autoridades, en un verdadero golpe de suerte, buscaban a un narcotraficante y se toparon con un violador de menores. Y mientras el humo se disipa, miles de incautos padres dejarán a sus niños vagar por la zona 16 y la ciudad blanca donde todo es posible. 

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