Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Para él, acá no hay frío, es templado, se jacta mientras el humo del cigarrillo le golpea la cara. Con su gabacha de lona y los ojos rojos, Eulalio monta de a poco el que será su puesto de venta y vivienda durante los próximos 15 días. A la espera de que el camión con el resto de los árboles vuelva, solo quiere que sus seis hijos se hagan buen cargo de las cosas en Palencia.

Su mirada es la de un campesino que a pulso ha pasado 57 navidades. Con negocios que van desde la agricultura, comercio y por estas fechas la venta de árboles de Navidad, pero no cualquiera. Los de don Eulalio vienen en maceta y han pasado ya cuatro años esperando debutar en los campos del IGSS.

Antes de DIPRONA, de que la policía se metiera tanto y de todo ese montón de leyes, el casi sexagenario vendía lo que fuere. Ahora, la prohibición de comerciar con el pinabete ha favorecido su ingenio, pues “de vender algo, algo hay que vender”, asegura. Y previo a comenzar su emprendimiento de fin de año, mientras los cultivos se quedan bajo el ojo de sus retoños, Eulalio Ardón, se aseguró de instruirse bien. Hace un año vio cómo los clientes que llegaban a comprar eran sorprendidos por la PNC a la salida del mercadillo.

Pinabete en techo de carro y niños adentro, les caían con la multa. Ardón vio cómo a algunos clientes les pusieron multas de Q25 mil y para evitar tal molestia giró su negocio. Debió ingeniárselas para seguir en la venta y no exponerse a una infracción y decidió venderlos vivos.

Calculó los costos y los números resultaron buenos para Eulalio. No debería ser una ganancia grande, pero si se vendieran bastantes podría llegar a serlo. Luego vino el cálculo del costo de los espacios de venta, así por ejemplo, Q350 por el puesto y Q125 de energía eléctrica.

De allí en adelante peregrinó por los viveros de su municipio para conseguir los precios más bajos. Luego vendría la compra de árboles y la colocación en macetero. Pinos, cipreses y cualquier especie no prohibida fue la solución para Ardón.

Para asegurarse que la estadía en los campos del IGSS valga la pena, Eulalio decidió abrir seis locales en el mercadillo, todos atendidos por empleados que él trajo de su tierra. En algunos vende árboles, decoraciones y hasta artesanías, todo en nombre de un buen negocio.

Y aunque gusta de una buena ganancia, Eulalio no es un mal patrón. Da a sus seis trabajadores un sueldo por la temporada y los tres tiempos de comida, unos Q1,200 en alimentos. Y de ellos espera una solo cosa, que lo hagan regresar a Palencia con los bolsillos un poquito más pesados que cuando vino a la capital. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte