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La suspensión de clases para los alumnos de los colegios, impuesta por el gobierno, con el fin de detener la propagación del coronavirus ha sacado a batear a los mayores. Hoy, miles de hogares guatemaltecos buscan ayuda para poder mantener sus rutinas de trabajo y el cuidado de sus hijos.

Algunos han encontrado en los abuelitos la ayuda para lidiar con el dilema: “Con quién dejar a los niños en la casa, mientras hay que salir a trabajar”. Y esos amorosos seres nunca fallan.

Rubén y María Alicia, trabajan en un banco y una bodega de insumos respectivamente. Y ninguno de los dos puede quedarse en casa para atender a sus dos hijos. A pocas horas que comiencen las clases virtuales, han encontrado en sus padres apoyo para atender la situación.

“No podemos quedarnos en la casa para ver el día a día de nuestros hijos y le pedimos favor a mis suegros y mis papás”, Rubén.

Héctor y Luz María, padres de Rubén, viven en la zona 5 y desde el lunes se trasladarán a la casa de su hijo para apoyarlos durante la cuarentena. Salieron de su casa con víveres y artículos de primera necesidad para acomodarse durante siete días en la vivienda de la colonia Utatlán.

Poco saben de tecnología, pero el instructivo que les dejó María Alicia, servirá para saber las horas en que Rubencito y Alicia tienen que conectarse para recibir las clases que su colegio en Carretera a El Salvador les tendrá preparadas.

Con 15 y 13 años, los jóvenes deberán atender la cita de dos horas y media, donde sus maestros les darán los temas a trabajar por el día. Una plataforma virtual será el único contacto que los nietos tendrán con sus compañeros de clases, allí simularán estar en el salón de clases.

“Tendremos temas de trabajo y luego de conectarnos, haremos el trabajo de lectura y ejercicios en la plataforma del colegio”, Rubencito.

Entre tanto, los abuelos supervisarán que los dos cumplan con sus obligaciones educativas y le dediquen el tiempo al aprendizaje. Además, deberán encargarse de supervisar la alimentación, el cuidado de la casa y sobre todo que los dos niños no se distraigan y cumplan con los horarios que la madre de estos les dejó.

Luego de siete días, el próximo domingo por la noche, el relevo para Héctor y Luz María llegará. Y será entonces que los padres de María Alicia lleguen a tomar el control de las actividades en la vivienda de Utatlán.

Gonzálo (78) e Isabel (76), a diferencia de los padres de Rubén, son una pareja que se acostumbró a una dinámica en la que los dos padres trabajaban. Él era un vendedor de medicamentos y ella una secretaria en el Estado, hoy ambos están jubilados y al igual que sus consuegros cargarán con sus “telenques” para apoyar a sus nietos y sobre todo a su hija y el marido.

“Es bonito saber que uno todavía puede ayudar a los hijos y sobre todo en estos momentos que nuestra hija necesita de nuestro apoyo”, Isabel.

Ambos aseguran que con las instrucciones que su hija ha dejado, es más fácil seguir con la rutina que dejarán los padres de Rubén. Los niños son buenos patojos, pero siempre hay que estar pendientes de sus cosas, sobre todo que coman bien para “que estén sanos y no se vayan a enfermar”, asegura Isabel.

Respecto del riesgo que podrían correr al abandonar sus casas, pues ambos figuran en el grupo más vulnerable del coronavirus, aseguran que Dios les ayudará. “Mire lo importante es darles una oportunidad a los jóvenes y ayudar a nuestros hijos con lo que podamos.

Pasada la segunda semana, serán los padres de Rubén quienes vuelvan a Utatlán para cubrir el último período de la cuarentena, siempre y cuando las cosas vayan bien. Héctor e Isabel se trasladarán a la casa de su hijo para apoyar a sus otros nietos, quienes, aunque aún cursan la preprimaria, necesitan de sus abuelos para que los cuiden mientras se cumple el horario del banco y se cierre la bodega donde trabaja María Alicia. 

*La familia pidió se omitieran sus apellidos para este Relato. 

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