Amor entre luces, brillantina, bailes y billetes, aún es amor imagen

Víctor ya no confía solo en las fechas de pago para ver a Jacky. En el menú de sus números favoritos, un corazón con una J mayúscula identifica a su amor re encontrado.

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Él lo visitaba para verla bailar, compartir una bebida o hablar de sus cosas. Ella le prestaba atención, fingía interés en lo que le contaba, pero para él eso no importaba. Estaba allí con sus voluptuosos atributos, poca ropa, el rostro maquillado y destellos de brillantina, que reflejaban las luces de colores, que hacían de esos momentos perfectos.

Víctor, de por si poco agradable visualmente, sabía que su dinero compraba la atención de Jacky, la veinteañera nicaragüense. Su historia, la misma que se escucha en la gran mayoría de centros de este tipo. “Se enamoró de un mal hombre, la dejó con una niña en el vientre y se fue sin más”, dice Víctor sobre su conquista. La niña, se quedó con sus abuelos en algún rincón de Chinandega, mientras que la aún joven se vino a Guatemala para pagarle a sus padres por cuidarla.  

El amor se daba quincenalmente, púes los fondos eran tan limitados, como la belleza en el rostro de Víctor. El salario de gerente de agencia, daba justo para pagar por las atenciones de Jacky dos veces por mes. Pero con la llegada del COVID-19, todo cambio. Las puertas del templo del placer y entretenimiento se cerraron el año pasado y de Jacky no tuvo más noticias.

Víctor no podía creerlo, no vería mas a la mujer que lo entendía como nadie más lo hacia, y una semana después trató de ubicarla. “Fui al local en la zona 4 y pregunté por ella, pero nadie me dio razón, solo dijeron que ya no estaban abiertos”. Los meses pasaron y de ella no supo más, pero la vida le tenía preparada una sorpresa en las redes sociales.

El antro más famoso de Guatemala había cerrado sus puertas, y sus trabajadoras habían migrado a otros centros o bien volvieron a sus lugares de origen. Pero una noche, mientras “scrolleaba” por Instagram se topó con lindas_chapinas502. “L_C502”, se describe como un sitio que comparte la belleza de la guatemalteca y pide a las mujeres que envíen sus aportes directo, sin importar el país de donde sean. Sus casi 60 mil seguidores, en su mayoría hombres, inundan la sección de comentarios en las fotografías de mujeres que posan por los likes.

Y fue una de estas fotografías que le llamó la atención. Se identificaba con otro nombre, pero su parecido con Jacky era impresionante. “Vi la foto como por una media hora y luego me decidí a escribirle y me respondió”. Le preguntó si era Jacky, pues se parecía demasiado a ella, y la usuaria le dijo que ese era su nombre en el otro trabajo. “Mi nombre es Vanesa, pero puedes llamarme Vanne”, le escribió la mujer. “Soy Víctor”, escribió exaltado. Pero a ella pareció no sonarle mi nombre, dijo un poco triste.

Luego de una conversación por la vía de texto, ella le ofreció sus servicios. “Ahora trabajo en otro lado y la tarifa es más accesible”, le “texteó” Vanesa. Si quieres puedes venir a la zona 9 y preguntar por mi, pudiese ser que al verlo se recordara de su cliente. Víctor pasó el resto de la noche admirando las fotografías de Jacky, y esperando volverla a ver.

Era quincena de julio y Víctor se fue al antro con nombre de casa de “Santa”, donde el rojo y el ruido anuncian la fiesta. Allí, la tarima con vista a la pista, era ocupada por algunos visitantes listos para ver carne y sudor. Era sábado, día de visitar familia, pero con la pandemia y el horario restringido, él lo dejo todo de lado para irla a ver. En el primer nivel no la ubicó, subió las escaleras y era ella. “Esas nalgas no podían ser de otra más que las de Jacky”, pensó.

Se acercó y la sorprendió con un toque en el hombro derecho. Ella volteó, “fue hermoso ver sus ojos otra vez” se recuerda haber pensado. Pudo ser que fingiera la alegría de verlo, o que el negocio estaba bajo y por eso quería asegurarse de agarrar el cliente. Pero para Víctor, el simple hecho de estar allí y con ella, era lo único que importaba.

Después de recuperarla, el precavido de Víctor, ya no confía solo en las fechas de pago para ver a Jacky. Mientras muestra el menú de sus números favoritos, en el celular, un corazón con una J mayúscula identifica a su amor re encontrado. Además, un correo electrónico y la posibilidad de video llamada, le dan la tranquilidad de localizarla si cambia de puesto de trabajo.

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