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Cada once noches el peregrinaje se repite: un viaje de 247 kilómetros y 2 mil 555 días en el tiempo. Familiares y amigos vuelven para revivir los sucesos de una noche donde la observación de cocodrilos, una lancha y todo lo que podía salir mal, ocurrió. Así recuerdan la noche en que Nahomy, Ángel y Juan Carlos murieron ahogados.

Hoy, casi siete años después del evento, la justicia ha hecho lo propio para que nadie se olvide de lo sucedido. “Nosotros no podemos dejar esto así, perdimos a nuestros hijos y queremos respuestas”, aseguran familiares de las víctimas.




“Sabemos que nada puede devolver a nuestro amigo, pero es necesario saber qué pasó esa noche y quién fue el responsable”. – Ana, amiga de los fallecidos.




Tras seis años de buscar justicia y aclarar dudas, familiares y amigos de los estudiantes están más cerca de conocer la verdad. Las audiencias se siguen en Izabal y cada diez días deben viajar para allá, a encontrarse con la única persona que sabe lo que sucedió y las autoridades de la Universidad del Valle y la Compañía Guatemalteca de Níquel, que a decir de ellos “se niegan a reconocer su responsabilidad”.

“Durante más de seis años no hemos podido dejar a nuestro hijo muerto descansar en paz, pues en cada audiencia, cita o reunión debemos revivir esa noche y preguntarnos: ¿Qué realmente pasó?” – Padres de uno de los fallecidos.

Para los amigos de las tres víctimas, la cosa no ha sido más fácil. No saber lo que ocurrió esa noche es algo que aún los persigue. “Lo más difícil es cuando se te acerca alguien y te pregunta: ¿Pero estaban bolos o no?, ¿qué crees tú que pasó? o simplemente ¿cómo es que solo una persona sobrevivió?




Ese 31 de marzo de 2012 los caminos de tres familias, una universidad y la Compañía Guatemalteca de Níquel se cruzaron para siempre. Tres cuerpos flotaban en el lago de Izabal y solo había una persona que podría contar lo ocurrido: Lemuel Valle, un biólogo encargado de coordinar las actividades que se desarrollaron a bordo de una precaria embarcación.

Como parte de su programa de estudios, Nahomy Lara, Ángel de León y Juan Carlos Velásquez se trasladaron al lago de Izabal para realizar monitoreos de cocodrilos y sus hábitos de reproducción. Los estudiantes de Biología de la Universidad del Valle de Guatemala se habrían inscrito para atender una actividad extracurricular en Izabal. 

Y esa noche habría sido como cualquier otra. Nada avizoraba que horas más tarde de comenzada la actividad, una investigación criminal iniciaría.

Según investigaciones del Ministerio Público, declaraciones de los testigos y el único sobreviviente, Valle, la muerte de los tres estudiantes es algo confuso. Salieron de noche, sin equipo especial para navegar y en lo que se presume fue una embarcación no apta.

Hoy, con el proceso ya en debate oral, familiares y amigos esperan que el testimonio de Valle sirva para determinar qué pasó y por fin se puedan deducir las responsabilidades de quienes llevaron a tres jóvenes a morir en el lago de Izabal. 

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