Gabriel se sentía solo, consumió drogas y así lo cambió el deporte imagen

Comenzó a consumir drogas a los 14 años y 5 años más tarde su vida dio un giro de 180 grados.

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Fotografías tomadas por Osman Velásquez / Relato

Nunca pensó en el calvario que viviría. Escuchó el consejo de sus “amigos” y terminó atado a las drogas, expulsado del colegio y sin posibilidades de superarse. Tampoco sospechó que el deporte le daría una nueva oportunidad, sin embargo su entrenador y unas simples palabras cambiaron su destino.




Gabriel Lepe tiene 19 años. Es el cuarto hijo de un matrimonio poco unido. Su madre ha estado a su lado, pero la ausencia del padre pesó en las decisiones que tomó a lo largo de su adolescencia. Comenzó a consumir marihuana a los 14.

Se sentía solo y vacío, su mundo se venía abajo en pedazos. Pocas veces tenía la atención suficiente en casa y encontró en la calle el alivio que nadie a su alrededor le podía ofrecer y la oscuridad se fue apoderando de su vida. Hoy, las modestas paredes de su hogar envuelven un sinfín de tristezas y la lucha por trascender.




Nació en Guatemala y es tío de cuatro pequeños; su madre y dos hermanos mayores nacieron en El Salvador, pero radican en la zona 2, cerca del Hipódromo del Norte a donde llegaron en busca de mejores oportunidades. Algunos días, Gabriel camina desde su hogar hasta llegar al salón del segundo nivel en la iglesia de la Colonia Bethania en zona 7, todo con tal de cumplir sus sueños.  

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Gabriel es tímido y risueño, pero cuando sube al tatami se transforma a un ser retador, seguro e imponente.

Cuando Lepe cursaba tercero básico sus autoridades en el colegio decidieron no aceptarlo más. Inmediatamente su familia supo de su adicción y lo obligó a involucrarse en algún deporte. Fue así como llegó al Judo y a Fundación Olímpica, en donde encontró el apoyo necesario para cambiar las mentiras y los malos hábitos, por un estilo de vida atlético.




Poco a poco fue abriendo los ojos, su entorno cambió y decidió alejarse de las drogas. Se dio cuenta que corría muchos peligros y que su madre sufría al verlo envuelto en vicios. Las palabras de su entrador comenzaron a hacer mella en él y dio un giro de 180 grados. “Te espero mañana” fue la frase que le reveló un camino distinto.

En el 2016 logró inscribirse en otra institución y el año pasado finalizó diversificado. Ahora estudia inglés. Aún no tiene totalmente claro a qué se quiere dedicar como profesional, pero sí lo mucho que anhela ganar competencias deportivas.

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Disfruta al máximo pelear, se relaja y su mente se concentra únicamente en obtener el mejor resultado. No se aferra al pasado y espera que su experiencia sirva como ejemplo para otros jóvenes.




Ahora que está involucrado en el deporte, la relación con su familia ha mejorado significativamente. Su cuerpo ha ganado algunas libras, puede correr y hacer muchas cosas que antes, por las secuelas de la mariguana, no lograba.




Gabriel ha participado en torneos a nivel nacional; en dos ocasiones ganó medalla de bronce en la Copa Luis Reinoso y espera alcanzar la cima del podio próximamente, cuando compita en el certamen para mayores.

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Con sus ojos grandes y brillantes, sus manos introvertidas y su impetuoso cabello, Gabriel dejó de refugiarse en la droga y comenzó de nuevo. Conoció su fuerza interna y el poder para generar un cambio y está listo a empollar nuevos retos.




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