“…como los fenicios pretendo formarme mi propio alfabeto.”
El pasado 23 de enero falleció Nicanor Parra. Muchos artículos se han escrito al respecto, y no es para menos. Quienes viajamos constantemente en los vehículos de la poesía, entendemos lo trascendental de su ausencia. Sin embargo su partida no fue una tragedia, fue una buena muerte. A sus 103 años, la suya fue una vida de letras y cambios. Fue testigo de tanto acontecer en su país, Chile, en el mundo literario y en el mundo en general, que siempre tuvo algo que contar o algo que escribir. Su obra fue y ha sido de gran influencia para la literatura hispanoamericana.
Su biografía está al alcance de todos: nació en San Fabián de Alico, Chile, el 5 de septiembre de 1914. Murió en La Reina, Chile el 23 de enero del 2018. Durante 103 años Nicanor escribió lo suyo, en un estilo tan particular y directo, que seguiremos hablando de sus letras durante varios siglos. Fue poeta pero también fue matemático y físico. Su mente, una máquina de bengalas. Irreverente y franco, rompió muchas convenciones.

Antipoeta y Antipoesía
“El poeta —dice Nicanor Parra— es un hombre como todos”.
Fiel a ese enunciado, introdujo en la creación poética un lenguaje que evoca con luces la vida cotidiana, la sabiduría del pueblo, las pasiones mundanas. Se alejó de la solemnidad y pulcritud que caracterizaban a la poesía de sus tiempos. Puso a nuestro alcance, para gozo del entendimiento lector, poesía sobria, con humor, con lenguaje simple pero grande, con denuncia y desparpajo. Sus poemas son una frescura, una deliciosa provocación.
La antipoesía es rupturista. Es directa y coloquial y popular. Los conceptos antipoeta y antipoesía son sinónimos de Nicanor Parra. Él fue su padre y creador. Su obra, un regalo para el universo de las letras.
“Una poesía de dinamitero, desesperadamente anárquica, que irrumpe a través de todo lo que es rutinario reduciendo a polvo la mentira piadosa y las fórmulas de consuelo desprovistas de significado, para desembocar en la nada o en el meollo de una sólida realidad.”
—Artur Lundkvist, sobre la poesía de Parra.

“…me fui a La Reina, donde Nicanor vive en su cuarta o quinta soledad, pero sin concederle ventajas a la melancolía.”
Mario Benedetti, en ocasión de entrevista que hizo a Nicanor cuando le otorgaron el Premio Nacional de Literatura, 1969.
Para celebrar su vida, para recitar su obra y así evocarlo, esta nota contiene pequeños fragmentos de sus poemas, escritos o publicados entre 1954 y 1991 Son fotografías que tomé de libros, nada de internet. Espero que las disfruten.




Artefactos
En medio de su inmenso caudal creativo, Nicanor escribió —e ilustró— lo que él llamo “Artefactos”: antipoemas de extensión pequeña, acompañados de dibujos o imágenes. Para algunos críticos se trataba de intentos vulgares, para otros una forma más de hacer poesía simple, visceral y sutilmente agresiva.
«Hasta cuándo siguen fregando la cachimba
Yo no soy derechista ni izquierdista
Yo simplemente rompo con todo».
Nicanor Parra, en Artefactos



Violeta Parra, su hermana
Conocemos la canción “Gracias a la Vida”, ¿quién no? Violeta Parra la escribió, Violeta, hermana de Nicanor. Murió hace mucho y su hermano dedicó hermosas palabras a su memoria. Aquí fragmentos de “En defensa de Violeta”, uno de sus más sentidos poemas.


Epitafio
Encontré en la antología “POEMAS PARA COMBATIR LA CALVICIE” el epitafio que él mismo escribió en 1954. Un poema con ritmo y franqueza que ha dado la vuelta a la redes por ocasión de su fallecimiento. Palabras de un hombre que se conocía y sabía ser. Las imágenes que evoca en “Epitafio” son fieles a la imagen que Nicanor tenía de sí mismo.

Despedida
Nicanor recorrió el siglo XX con curiosidad, cierta incredulidad y un fino sentido del humor. Su larga y prolífera vida le permitió ver de todo y hacer sus propias conjeturas en su obra y sus discursos. Fue un poeta-antipoeta que rompió muchos moldes. Se alejó de pañuelos perfumados, de tules rotos. Fue terrestre, a veces visceral, casi siempre dueño del sentido común.
Un escritor inolvidable. Su obra es para tenerla a mano, estrategia de mesita de noche cuando las noches se alargan.

Premios
Están publicados en todos lados. Aquí algunos, para que midan su talla.
1938 – Premio Municipal de Santiago, por Cancionero sin nombre
1953 – Premio de Poesía Juan Said, Sociedad de Escritores de Chile
1954 – Premio del Concurso Nacional de Poesía, Sindicato de Escritores de Chile, por Poemas y antipoemas
1955 – Premio Municipal de Santiago, por Poemas y antipoemas
1969 – Premio Nacional de Literatura
1985 – Premio Richard Wilbur, American Literary Translators Association
1991 – Premio Prometeo de Poesía, Asociación Prometeo de Poesía, España
1991 – Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo
1997 – Premio Luis Oyarzún, Universidad Austral de Chile
1997 – Medalla Gabriela Mistral, Gobierno de Chile
1998 – Medalla Abate Molina, Universidad de Talca
1999 – Medalla Rectoral, Universidad de Chile
2001 – Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana
2004 – Premio Konex Mercosur: Letras
2011 – Premio Miguel de Cervantes
2012 – Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda


