Por Susana Roca
“Un hombre desaparecido nunca sale a la luz, nadie lo voltea a ver”, este es el miedo y sentir de Gabriel, hermano de Kenneth Oswaldo Lemus, un joven que hoy tendría 21 años; desapareció a los 19, desde entonces cada esfuerzo por encontrarlo ha sido en vano, ninguna institución estatal; ni el Ministerio Público (MP) o la Policía Nacional Civil (PNC), cuya función también es investigar y buscar desapariciones, han hecho algo.

En Guatemala se estima que desaparecen 3 hombres al día; sin que exista ninguna ley clara que obligue a las autoridades a su búsqueda o alguna alerta que los haga visibles, las familias son las que con sus recursos hacen carteles o ponen anuncios de búsqueda.
Antes del 2024, en Guatemala, la búsqueda de hombres desaparecidos después de los 18 años dependía solo de familiares y amigos, no del Estado; un vacío institucional provocaba que fueran ellos los encargados de encontrar una respuesta al espacio vacío en la mesa, sin tener mayor esperanza de una luz al buscarlos por sus propios medios.
Carmen, la mamá de Kenneth, también ha experimentado la inoperancia de las autoridades en la búsqueda de su hijo. Ella padece cáncer y asegura que, en medio de todo, no ha detenido su búsqueda e incluso ha ido a recorrer los barrios peligrosos y varios departamentos, así como hospitales, además de ir a la Embajada de México en Guatemala a dejar muestras de ADN con la esperanza de que su hijo pueda ser localizado incluso muerto en el vecino país, ya que pudo haber migrado buscando llegar a Estados Unidos.
“Yo he ido con la foto en mano de mi hijo a preguntar a todos lados, tal vez alguien lo ha visto; incluso me gustaría que me dijeran “mire andaba en malos pasos aunque yo no lo creo, yo sé que lo eduqué bien”, reitera Carmen, mientras su primogénito Gabriel reitera que la única forma en la que se busca a un hombre es si es delincuente.
La familia Lemus, reside en la zona 5 de la Ciudad de Guatemala y asegura que desde el día Kennet salió de su casa en el 2023 no han obtenido respuesta de la PNC y del MP, donde incluso han interpuesto varias denuncias sin que se obtenga algún apoyo. “Nos han dicho que solo en retenes los pueden localizar si es que se tiene suerte”, reitera Carmen, que incluso ha buscado ayuda con las madres buscadoras de México, contactándoles para que allá se difunda su fotografía.
Sin embargo, familias como la de Kennet esperaron que algo cambiara luego que el 4 de mayo de 2024 la Policía aprobó el “Protocolo de Actuación Policial en Materia de Investigación en caso de Hombres Desaparecidos, con resolución número 96-2024”, pero parece que el mismo, que consta de 29 páginas, es letra desaparecida, ya que siguen siendo los padres, hermanos o amigos quienes ahora, por medio del uso de redes sociales, publican afiches con la información de los suyos, sin que se den mayores esfuerzos de los entes obligados a actuar.

Carmen lleva dos años buscando a su hijo Kennet, que desapareció desde 2023, sin que hasta la fecha tenga una respuesta de las autoridades.
Solo paraba en las quimios, he ido a buscarlo todos los días a todas las zonas, barrios, cementerios, hospitales, he ido incluso a cárceles; solo me he detenido cuando me voy al hospital”, narra Carmen. Asegura que cuando ha ido con la PNC, en una ocasión le señalaron que con el cambio de autoridades “su caso se había extraviado”, al igual que lo está su hijo, que salió el 17 de enero de 2023 de su casa sin dejar rastro.
Basados en los datos del MP, se estima que en Guatemala desaparecen 3 hombres adultos al día, algo que ha emergido como un fenómeno preocupante que refleja tanto la vulnerabilidad de esta población como la falta de legislación que regule adecuadamente la búsqueda de desaparecidos después de los 18 años. Según los datos más recientes proporcionados por el ente investigador, entre el 1 de enero de 2020 y el 23 de marzo de 2025, se han registrado un total de 5,356 casos de desapariciones de hombres mayores de edad, lo que revela una tendencia alarmante y creciente.
En detalle, los informes indican que durante el año 2020 se registraron 760 casos de desapariciones de hombres adultos, cifra que aumentó significativamente en 2021 con 1,085 casos. En 2022, la cifra continuó en ascenso, alcanzando los 1,122, mientras que en 2023 se registraron 988 desapariciones. En 2024, los casos aumentaron nuevamente a 1,173. Solo en los primeros tres meses de 2025, se han reportado 228 desaparecidos.
A pesar de la gravedad de este problema, pese al mandato de la PNC, la legislación actual en Guatemala no contempla ninguna alerta de búsqueda de hombres desaparecidos una vez que estos alcanzan la mayoría de edad. Mientras que los menores de edad y mujeres son prioridad en los esfuerzos de búsqueda e investigación, por medio de las alertas Alba-Keneth e Isabel-Claudina, los adultos hombres parecen quedar fuera del radar.
La falta del cumplimiento del protocolo y la de un marco legal que impulse una búsqueda sistemática y eficiente después de los 18 años es una de las principales fallas en el sistema de justicia y seguridad en el país, que viven familias como la de Carmen, Gabriel, Flor o la de tantos hombres desaparecidos que hoy no han dejado huella alguna y donde los recuerdos poco a poco se esfuman de las memorias de los suyos.
Otra de estas historias es la de Josué Reyes, de 19 años; era el hijo más pequeño de la familia Reyes, una familia trabajadora y muy querida en Santa Rosa. Un día salió de casa junto a su novia para vivir una historia de amor y el llamado “sueño americano” … El tiempo pasó y nunca más se supo de él.
Sus padres y hermanos le buscaron por todos lados, sin éxito; y al buscar el apoyo de las autoridades, no lo encontraron, porque desaparecer con su novia fue la razón para que el caso no mereciera la atención, ni los recursos estatales. La familia Reyes asegura que han pasado años buscando sin respuesta y ha sido el gran ausente y el dolor constante en las fechas especiales. Su madre Flor falleció esperando poder verle de nuevo o al menos escuchar su voz, pero eso nunca pasó.
La omisión legal se ve reflejada en la manera en que las autoridades abordan los casos de desapariciones masculinas, como pasó con Josué. En muchos de estos, la respuesta inmediata suele ser minimizar la desaparición bajo suposiciones estereotipadas. Entre las explicaciones más comunes se encuentran que los hombres “se fueron con una mujer” o que “andan de fiesta, o con la amante” e incluso, desde el apogeo de las caravanas migrantes, se suele pensar que decidieron migrar por voluntad propia, sin ahondar en investigaciones más profundas que puedan develar situaciones de violencia, secuestro, trata o conflictos sociales detrás de estas desapariciones.
También es frecuente escuchar que, si un hombre desaparece y tiene hijos, se asuma que simplemente “no quiere hacerse cargo de su familia” sin examinar más a fondo las circunstancias que podrían haberlo llevado a desaparecer.
Este enfoque estereotipado y superficial no solo retrasa las investigaciones, sino que también minimiza la importancia de cada caso de desaparición. Por lo tanto, las familias aseguran que es urgente que el sistema de justicia guatemalteco revise y actualice las políticas y leyes sobre la búsqueda de personas desaparecidas, para que todas las víctimas, independientemente de su edad o género, reciban la atención y los recursos necesarios para esclarecer su paradero.
Iniciativas que acumulan polvo
Pese a la gran cifra de hombres desaparecidos anualmente, al Congreso de la República únicamente se han presentado dos iniciativas de ley enfocados en su búsqueda y activación de alerta, sin embargo, todo esto en medio de casos mediatos, la primera en 2008 tras la aprobación de la alerta Isabel-Claudina y la segunda en 2024 por la desaparición y posterior asesinato de Farruko Pop.

Para Fernando Linares Beltranena, exdiputado del Congreso de la República, la falta de una legislación que se enfoque de igual manera en la búsqueda de hombres como pasa con la de Isabel-Claudina es un acto de discriminación por sexo y violación al principio de igualdad.
Esto lo dejó plasmado en la primera Iniciativa de Ley enfocada en la búsqueda de hombres que se presentó al Congreso en calidad de diputado, el 24 de junio de 2016 a la Dirección Legislativa bajo
el número 5105; en ella Linares Beltranena expuso “…de igual urgencia que la iniciativa en favor de las mujeres y, en atención al artículo 1 constitucional que protege a la persona sin discriminaciones, es urgente darle a la población masculina el mismo derecho que a la población femenina”.
La Constitución Política de la República de Guatemala determina un principio de igualdad, según el cual tanto hombres como mujeres son sujetos de iguales derechos y obligaciones.
Choca la desigualdad de que una madre tenga una ley de búsqueda para buscar a su hija, pero no tenga los mismos mecanismos para buscar a su hijo varón. Esta ley pretende terminar con esta discriminación por sexo “.
Pese a todo ello, la Comisión de la Mujer del Congreso, el 20 de septiembre de 2016, tan solo tres meses después de presentada, dio dictamen desfavorable, por lo que nunca llegó al Hemiciclo.
El 20 de marzo de 2024, ochos años después que la de Beltranena, los diputados Cristian Álvarez y José Pablo Mendoza presentaron la iniciativa de Ley 6359 “Ley de Búsqueda Inmediata de Hombres Desaparecidos”, a la cual buscarán que luego se cree una alerta que lleve el nombre del cantante y creador de contenido guatemalteco conocido como Farruko Pop, cuyo nombre era Jorge Sebastián Pop Chacoj un joven de 18 años que fue localizado enterrado y sin vida 5 días después de que su familia lo reportó desaparecido y cuyo caso se volvió mediático obligando al MP y PNC a investigar por la presión de sus seguidores en redes sociales, algo que rara vez ocurre con otros que hasta la fecha no han sido localizados.
En la ley de Álvarez y Mendoza, que ahora está en la Comisión de Derechos Humanos, han expuesto que las causas principales para su aprobación son los datos proporcionados por la Dirección General de la Policía Nacional Civil, donde anualmente desaparecen en promedio 2,964 personas. De acuerdo al número de denuncias anuales recibidas por desaparición por género, el 66% corresponde a mujeres desaparecidas y el 44% a hombres, independientemente de la edad. Para Álvarez, es penoso que los hombres no sean buscados de forma inmediata cómo sucede en el caso de las mujeres y niños, gracias a las alertas existentes y de las cuales se puede comprobar su efectividad para la
localización con vida de las personas desaparecidas. Una alerta permite mayor reacción más rápida ante la denuncia de desaparición y con ello, mayores posibilidades de encontrar a las personas, afirma el legislador.
En el histórico de personas desaparecidas en Guatemala de 2013 a 2023, evidencia que son los menores de edad el grupo con mayor cantidad de denuncias por desaparición, seguidos por mujeres mayores de edad y por último los hombres mayores de edad.
De acuerdo a datos comparados de 2017 a 2023, en promedio el 70% de mujeres desaparecidas con alerta activa fueron localizadas. Basados en los datos de la alerta Isabel-Claudina, existe un 98% de probabilidad de que a la mujer localizada la encuentren con vida. Por otro lado, los resultados de la alerta Alba-Keneth reflejan en sus datos comparados de 2016 a 2023 que, en promedio, el 47% de menores de edad fueron localizados y existe un 99% de probabilidad de que el menor de edad localizado lo encuentren con vida. En caso de hombres adultos no se tienen estadísticas.
¿Por qué es inoperante el protocolo de la PNC?
El Protocolo de Actuación Policial en materia de investigación en casos de hombres desaparecidos, según el documento, tiene como “finalidad establecer y desarrollar las actuaciones policiales en materia de investigación relacionada a la desaparición de hombres con estricto apego al ordenamiento jurídico vigente y respecto a los derechos humanos, evitando discrecionalidad en el desarrollo de la investigación”; sin embargo, en la práctica, esta poco o nada se aplica.
Fuentes de la Policía Nacional Civil y del Ministerio de Gobernación indican que en realidad no se les da la misma importancia a las denuncias de hombres desaparecidos; no van más allá de la recepción de la denuncia y la activación al 110, sin embargo, los agentes de policía no reciben la instrucción para aplicar el protocolo existente, incluso ni se hace la verificación de los desaparecidos en hospitales o Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).
La corrupción en Guatemala, no solo desaparece fondos sino también a personas al no velar por el cumplimiento de las leyes y especialmente al vulnerar el principio de igualdad hacia los hombres, dejando a miles de familias con la responsabilidad de hacer, los esfuerzos que les corresponden a las instituciones estatales.