Danton: el blog de cine de Alfonso Portillo imagen

¨En las revoluciones hay días en que es un crimen vivir y es necesario saber entregar la cabeza cuando la piden. ¡Quizá quieran también la mía!”

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¨En las revoluciones hay días en que es un crimen vivir y es necesario saber entregar la cabeza cuando la piden. ¡Quizá quieran también la mía!”

–Maximilian de Robespierre.


Danton. Director, Andrzej Wajda. Con Gerard Depardieu y Wojciech Pszoniak. Francia-Polonia-Alemania, 1982.

Entre 1793 y 1794 Francia vive los momentos cruciales de la Revolución de l789. La consolidación institucional todavía está lejos de consumarse y la lucha interna por conducir el propio proceso revolucionario está exacerbada.

Se vive el período conocido como el del Gran Terror. La guillotina ha tenido que ser afilada varias veces ante los contrarrevolucionarios, la aristocracia y todo aquel que no simpatice con la Revolución.

En la lucha interna por hacerse con el poder dentro de la Revolución, dos concepciones se enfrentan: Una eminentemente despótica y dictatorial que privilegia al terror como instrumento de poder; y la otra, democrática y visionaria que pregona los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Es la lucha entre el autoritarismo y la democracia en el seno del proceso de transformación de la historia de Francia.



La primera concepción es conducida por Maximilian de Robespierre, y la segunda por Georges Jacques Danton. Son dos formas distintas de ver a la Revolución y al pueblo, dos formas de ejercer el poder y dos concepciones de la historia.

Ambos personajes son abogados, máximos líderes de la Revolución y diputados jacobinos en la Convención Nacional. Robespierre, llamado el incorruptible, introvertido, enigmático, de opaca personalidad, pero gran orador, austero, analítico y de decisiones radicales y firmes, es miembro del Comité de Salvación Pública, una especie de gobierno provisional. Por su parte, Danton, también diputado en la Convención, es un líder carismático y popular, brillante orador, extrovertido, alegre y bohemio, romántico e idealista; miembro de los Amigos de la Sociedad de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (Club de los Cordeleros) y también fundador del Tribunal Revolucionario responsable de la ejecución del terror judicial.

En septiembre de 1793, Danton regresa de su retiro a París. Su intención es frenar la ola de terror que ha implantado el Comité de Salvación Pública e instaurar la paz. Está convencido de que la Revolución se ha desviado y que ahora se devora a sí misma. En el pueblo hay hambre, miedo, desaliento y descontento. Danton cree que es necesario retomar el rumbo original: otorgarle al pueblo Libertad, Igualdad y Fraternidad. Pero también sabe que no se puede hacer con la conducción autoritaria de un intolerante Robespierre que cada vez concentra y acumula más poder.

Por su parte, Robespierre quiere profundizar la Revolución sin dejar resabios del pasado ni permitir que germinen descontentos y oposiciones a su poder. Se considera a sí mismo predestinado para sacrificarse en aras de la Revolución. El mecanismo para profundizar y consolidar la Revolución es el terror y su eficaz instrumento: la guillotina.




El enfrentamiento es alimentado por los partidarios de ambos y su realización es cuestión de horas. Sin embargo, deciden agotar el diálogo y acuerdan un encuentro en un hotel céntrico de París. Danton prepara las mejores viandas y licores para romper el hielo y suavizar el inexorable enfrentamiento; se ha equivocado una vez más: al austero e incorruptible Robespierre no lo impresionan –ni disfruta– los lujos. Danton, iracundo, arroja todos los platillos al piso ante la mirada impávida de Robespierre.

Solo quedan sobre la mesa una copa y una botella. Para condescender, este último pide una copa y aquel la llena hasta el borde del rebalse como respuesta a la ofensa. En este ambiente de tensión, coraje e incertidumbre se inicia un diálogo esencial en la película. Cierta o falsa, la breve conversación final es muy elocuente.

Danton: ¿Qué quieres?

Robespierre: Hablar con franqueza.

D: Como siempre.

R: ¿Por qué has lanzado un ataque contra Herón? (el jefe de la policía política)

D: ¿Por qué mandaste tú a detener a Dessenne (partidario de Danton) y prohibir el periódico?

R: Debo proteger al Gobierno. No te entiendo, dicen que conspiras, Georges.

D: Eso no es verdad, ya lo sabes. Soy claro como un manantial.

R: Muchos quieren eliminarte.

D: ¿Tú también?

R: Pon fin a los ataques y no tendrás nada que temer.

D: ¿Debo temer algo? ¿Qué quieres de mí?

R: Me gusta que seas directo: anunciarás públicamente que estás con nosotros.

D: Imposible.

R: ¿Por qué?

D: Desapruebo al Gobierno. ¿No se puede?

R: No públicamente; tú menos que nadie.

D: ¿No querrás que me rebaje?

R: ¿Estás por encima del Gobierno?

D: Cualquier individuo excepcional es superior a las masas. Como tú, desprecio a los Comités, pero no me callo. Nadie debe dividirnos Maximilian, nadie. Ningún Comité, ningún Gobierno. Separados , ambos caeremos. Si sigues con el terror, ni yo ni nadie te seguirá. El pueblo que nos sostuvo desgarrará la Revolución.

R: ¿Quién tiene la culpa?

D: Yo no. Y me parece que tú tampoco. En ese caso, es un resultado natural.

R: No creo en los resultados naturales.

D: Yo tampoco, yo tampoco. En el fondo pensamos lo mismo.

R: Ya no. Hicimos la Revolución para dar la igualdad al pueblo.

D: Y cortas la cabeza que sobresale. ¿Para eso hemos luchado?

R: Defiendo al pueblo, nadie lo defiende.

D: ¿Contra quién?

R: Contra los hombres que usan la Revolución para hacerse ricos, Georges.

D: Maxime: quieres que los hombres sean como los héroes de novelas. Somos de carne y hueso, se te olvida. Quieres alzarnos a cimas donde no respiramos. Aíslas a la Revolución, la congelas. Echas atrás a los más fervientes.

R: ¿Qué me aconsejas?

D: Hay que volver a nuestro nivel, cuanto antes.

R: Detener el proceso equivale a matar la Revolución.

D: La gente quiere comer y dormir tranquila. Donde no hay pan, no hay ley, ni libertad, ni República, Maxime, a la mierda los Comités. Te admiro. Me gustaría seguirte, pero no a cualquier parte.

R: Quiero ofrecer condiciones de vida normales al 80% de la población, nada más.

D: Basta, basta, te conozco. No estás en el estrado.

R: ¿Qué?

D: Quieres algo más. No es bueno que los mismos gobiernen mucho tiempo.

R: ¿Sueñas con el poder?

D: No sueño, lo tengo. Tengo el poder, el único, tengo la calle. Entiendo a la calle y me entienden. No lo olvides nunca.

R: No lo olvido. Tú tampoco olvides que nada me detendrá para conseguir su felicidad.

D: ¿Tú la felicidad de la calle? No sabes lo que es el pueblo. No sabes nada del pueblo, mírate: no bebes, llevas pelucas empolvadas, te desmayas al ver una espada y dicen que nunca has tenido sexo. ¿De quién hablas? Ni siquiera eres un hombre. ¡Ya ves! ¿Quieres ver la calle, vienes a dar una vuelta conmigo? Discúlpame. Siempre me comporto como un bruto, un torpe. Me desperté anoche y pensé que, si nos separan a ti y a mí, si intentan enemistarnos, no tiene sentido. Hay que parar esto de inmediato.

R: Haz lo que te pido.

D: ¿Qué cosa?

R: Hazme caso, únete a nosotros.

D: Fui al campo a reflexionar y a repasarlo todo. Te seré franco, muy franco, prefiero que me guillotinen a guillotinar.

R: ¿Qué dices? Estás borracho.

D: Si te empeñas, Maxime… ¿ves esta cabeza? ¿La ves? ¿La notas? Tu deberás cortarla.

R: Disculpa. Nos hemos equivocado. Buenas noches.

D: Espera: hay testigos.

R: Por eso no he dicho nada. Buenas noches.




Considero que este diálogo resume la esencia de la película. Del mismo se deducen paralelismos con todos los movimientos revolucionarios a lo largo de la historia. Las contradicciones internas, la lucha por el poder, la eliminación física para derrotar al adversario, la intolerancia, el despotismo, las depuraciones y purgas sangrientas constituyen un denominador común en todo movimiento revolucionario.

Una de las cuestiones a destacar en esta parte de la historia es la utilización de la fuerza como fuente de Derecho; quien ostenta el poder tiene toda la razón jurídica y cuando no la tiene, la inventa. En uno de sus discursos, Danton expresa que están perdidos porque es un “proceso político disfrazado de proceso jurídico”.

Resulta paradójico, por decir lo menos, que un movimiento social y político que busca implantar la Libertad y la Igualdad viole todo precepto jurídico elemental, el principio de igualdad y legalidad, el debido proceso y la imparcialidad.

Esta cinta extraordinaria provocó polémica desde su estreno y ha sido objeto de críticas de toda naturaleza, incluyendo las ideológicas.

El inicio y final del film son verdaderamente poéticos: un niño, hermano menor de la asistente de Robespierre, recita los artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, documento fundamental de la Revolución francesa de 1789. Hasta la próxima. 

ATRACCIONES: EL BLOG DE CINE DE ALFONSO PORTILLO




Alguna vez fue Presidente pero eso no importa aquí, en esta columna solo escribirá de cine y literatura.

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