Hace cuatro meses yo puse pie en terreno minado. Con un grupo de estudiantes y profesionales fuimos al territorio de la Mara 13 y la Mara Salvatrucha. Íbamos a montar una campaña de prevención del delito.
No puedo negar que sentí pavor, miedo, vulnerabilidad, porque la fama de sanguinarios y descuartizadores me ha calado hasta en los huesos, igual que al resto de la población. Ahí los tenía cara a cara.
Ellos con un rosario colgado al pecho, yo con una libreta y un lapicero en mano. Ellos con sus ojos profundamente negros irradiando rencor, maldad, dolor quizás. Yo con la mirada agachada, la cabeza baja, como disculpándome por invadir su propiedad y no haberme dado cuenta antes de lo que iban a hacer en el futuro.
No me paso nada, yo no iba a agredirlos, pero me detuve a pensar, ¿Qué infancia tuvieron estos adolescentes para que hoy sean capaces de todo? De llegar al clímax de la violencia matando gente inocente, padres, hermanos e hijos dentro y fuera de prisión? El pandillero que me vio todo el tiempo no me llegaba siquiera al hombro y creo que rozaba los 14 años de edad.
Una mujer se me acercó y me contestó sin pedir yo la respuesta a aquella pregunta: ¿seño usted cree que podrían venir a ver a los niños pequeñitos?, viera como les pegan todo el día sus papás, ni a la escuela los mandan y las mamás se van a putear. Ni papá tienen.
Quedé con una espina en mi corazón, pasmada. Y entonces vi con más detenimiento la mirada de los pequeños en la calle. Pérdida, temerosa, y comprendí por qué estaban tan sucios, mocosos y algunos cargando otro hermanito, jugando a ser madre o padre sustituto, cuando en su lugar deberían de estar jugando, aprendiendo a leer, o viendo caricaturas.
Señores esa es la niñez que ahorita queremos corregir, la niñez que nos ganaron las pandillas y que ellas sí les dieron cobijo y amor para después convertirlos en eso que están viendo,unos monstruos con cara de niños. Y queremos enderezar lo que dejamos torcer, no Estado, el problema es estructural y si ustedes no lo pueden resolver dejen a otros salvar a los que todavía pueden ser buenos ciudadanos del futuro.
#EtapaII