La extorsión no le da tregua a la crisis imagen

La pandemia ha detenido al mundo y los países se encuentran cerrados en su totalidad, pero eso no detiene a los dueños de lo ajeno.

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Guatemala está en cuarentena y con toque de queda, producto de una enfermedad que ha venido a afectar a miles de familias en todo el país, por lo que muchos comercios y negocios se han visto en la necesidad de cerrar por no tener ingresos para pagar los gastos necesarios.

Los restaurantes pequeños que estaban dentro de los centros comerciales han cerrado sin generar un solo ingreso, pero las tiendas de barrio también se han visto en problemas, pues tienen que comprar para abastecerse, pero también tienen que pagar la extorsión.

Algunas tiendas les han pedido el bono para la pandemia para que los delincuentes puedan comprar mascarillas y guantes.

Muchas de las tiendas de barrio ya están cansadas de tener que pagar la extorsión; antes les cobraban Q400.00 semanales, pero ahora la cuota ha subido, pues tienen que garantizarles a los delincuentes que la crisis no les afectará a ellos.

Uno de los comercios más afectados es la tienda “La Bendición”, que ha tenido que dejar de comprar algunos productos para poder pagar la extorsión.

“A veces pienso que ya no voy a poder resistir porque tengo que comprar las cosas, pero también tengo que pagar mis gastos y encima de eso tengo que pagar la extorsión; siento que si no pago me van a matar, pero tampoco tengo dinero para poder dejar el negocio”. – Carla Estrada, comerciante.

El día de la extorsión

Carla ya sabe que cuando está el muchacho de gorra gris afuera de la tienda ese día tiene que pagar, aunque llueva, truene o relampaguee; incluso, aunque haya una pandemia mundial ella tiene que tener el efectivo.

Ella sabe que tiene que dar en un sobre blanco los Q500.00, aparte tiene que mandarle su agua gaseosa, sus galguerías y sus galletas a los extorsionadores para que puedan estar contentos.

“Cada vez que hago números me doy cuenta de que no puedo con esta situación y más temprano que tarde tendré que cerrar mi tienda; cada vez hay menos cosas, menos ingresos y, sobre todo, menos dinero”. – Carla Estrada, comerciante.

Aunque Carla ya ha notificado a las autoridades de su situación y de las penas que ahora pasará producto de la calamidad, asegura que teme a que si cierra su tienda los maleantes la agarren contra ella y quieran vengarse por no pagar la extorsión. 

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